Remanso para el bienestar
La finca Esperanza Valley se abre como un espacio de sanación en memoria del hijo fallecido de su propietaria, Sarah Colombani
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Rincón. Una finca de “sanación” se levanta en el barrio Jaguey, de Rincón, en señal de esperanza y optimismo para una madre cuyo hijo falleció a los 17 años a causa de un diagnóstico de leucemia.
La Finca Esperanza Valley ha sido para la rincoeña Sarah Colombani un espacio para soltar y honrar la vida de su fenecido hijo, Edward.
Todo comenzó hace más de 30 años, cuando Colombani adquirió una finca de nueve cuerdas en su pueblo. La vida la llevó lejos de su tierra, hasta el estado de New Jersey donde luego de completar estudios universitarios, Colombani consiguió trabajo, formó un hogar y tuvo dos hijos. Uno de ellos, Edward, fue diagnosticado con leucemia desde temprana edad.
Eso llevó a la familia a comenzar a visitar la finca en Puerto Rico, donde, según Colombani, Edward decía encontrar alivio a los males que le aquejaban.
“Él quería venir a vivir para acá, pero su papá se opuso y llegamos al acuerdo de que cuando cumpliera los 18 años, si él quería, podía venirse para acá conmigo. Pero murió a los 17 años”, recordó.
Sin embargo, explicó Colombani, el impacto de la finca era tan positivo en la salud de su hijo cuando estaba en ella, que el joven dejó por escrito cómo quería que se desarrollara el lugar.
“Son ocho cuerdas dedicadas a la agricultura y una cuerda humanitaria y para recreación”, reveló la madre.
Aunque aún está en el proceso de desarrollo, Colombani explicó que esa cuerda contará con rampas para el acceso de personas en sillas de ruedas, un paseo para hamacas y varios jardines de sanación que ya han comenzado a establecerse con el propósito de que aquellas personas que quieran rendir homenaje a familiares fallecidos puedan plantar árboles o plantas ornamentales.
“En uno de esos jardines tenemos las cenizas de una persona que murió de cáncer y su familia quiso enterrarlas aquí”, añadió.
Según Colombani, la idea de su proyecto -además de desarrollar la actividad agrícola- es que aquellas personas con ciertas condiciones de salud, adicciones o crisis emocionales, puedan hallar sosiego, alivio y calidad de vida a través de la paz que brinda el campo y la interacción con la naturaleza.
“Por ejemplo, si aquí viene una persona con una depresión y se siente mejor viendo los animales, pues lo llevamos y le ponemos una silla donde están las gallinas, y si quiere estar todo el día mirando las gallinas porque eso lo hace sentirse mejor, lo dejamos allí. O si lo que quiere es estar en una hamaca y ver el paisaje, pues lo ponemos a que se relaje viendo el paisaje”, relató.
Además de lo que describió como sanación a través del contacto con la naturaleza y el esparcimiento, Colombani explicó que ha tenido visitantes que han llegado al lugar luchando contra la adicción.
“Y como esto es un lugar de difícil acceso y hay mucho trabajo en el campo, se involucran en el trabajo en la finca, hacen actividad física, su salud mejora, rompen con el vicio y se ve el cambio en ellos, por lo menos el tiempo que están aquí”, destacó.
A pesar de que la finca aún no ha iniciado operaciones formales, Colombani reveló que también recibe la visita de vecinos de Rincón que ven el trabajo de campo como una terapia, y también la visita de estudiantes de los Estados Unidos que han adoptado la práctica de intercambiar su trabajo por alojamiento y comida como una forma de conocer distintos destinos de manera económica.
Ese es el caso de Robert McCulley, estudiante de ingeniería de New Brunswick, New Jersey, y quien desde hace varios meses se encuentra de visita en Puerto Rico. McCulley tiene planeado pasar algunas semanas en Esperanza Valley mientras conoce el pueblo de Rincón y, de una vez, utilizar sus conocimientos en ingeniería para asistir a Colombani en la reparación del sistema solar de la finca, que se vio afectado tras el embate del huracán Fiona.
Además del desarrollo del proyecto de sanación, en las restantes siete cuerdas, Colombani junto a un pequeño grupo de empleados y sus voluntarios siembran frutos menores, los que una vez cosechados se venden en el mercado agrícola que se celebra todas las semanas en Rincón. No obstante, la maestra de Educación Especial retirada indicó que piensa dedicar la mayor parte de sus terrenos al cultivo de café y plátanos, ya que el grado alcalino del suelo es propicio para esos cultivos.
“Yo espero de aquí a algunos años poder desarrollar una marca de café de Rincón para que el turista, en vez de llevarse una calcomanía de Rincón se lleve café producido aquí”, dijo.
Esperanza Valley cuenta también con animales de granja como caballos, gallinas y cabras, los que Colombani trata de mantener en espacios abiertos, pero separados de los cultivos.
“Yo no quiero animales en jaulas y quiero que el tiempo que estén con nosotros sean felices”, reiteró.
La finca también tiene su propio manantial.