Norma Gómez Rodríguez: “Yo quiero que el petate no muera”
Maestra artesana lleva a otro nivel el ancentral arte del tejido en esta fibra.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 meses.
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Quien contempla la obra artesanal de la maestra petatera Norma Gómez Rodríguez, jamás pensaría que la sabaneña aprendió a confeccionar sus piezas hace cerca de una década, tras jubilarse de un empleo que ejerció por 32 años. Su vida profesional giraba en el recetario de una conocida cadena de farmacias, donde trabajó como una de las primeras técnicas certificadas en la Isla, sin sospechar que su existencia estaba destinada a las artes populares.
Así comenzó a hilvanar su futuro a través del petate, de la mano su compueblana la artista y artesana Beatriz Nazario, quien le enseñó a elaborar el tejido básico y a coser la fibra en los talleres realizados en el Centro Cultural Dr. Quevedo Báez de Sabana Grande.
“Nunca me había interesado el petate, a pesar de que lo conozco desde niña, porque mi abuelo de crianza era escobero y utilizaba la fibra del petate. En mi infancia ayudé a mi abuelo jugando a hacer las escobas”, contó la fémina de 64 años sobre la materia prima que ahora utiliza para la confección de sombreros, máscaras, carteras, pantallas, collares, quijotes y reyes magos, entre otras creaciones.
Cabe destacar que Norma fue criada por sus abuelos, Victoriano Pagán Montalvo y Margarita Bonilla Santana, en el barrio La Torre de Sabana Grande desde que tenía 10 meses de nacida. Allí conoció a la artesana mayor, Monserrate Montalvo, que era su vecina.
No obstante, fue en su adultez que la hija de Miguel Gómez y Crucita Rodríguez tuvo la oportunidad de aprender a confeccionar el tejido del petate luego de trabajar por más de tres décadas como técnico de farmacia en Yauco, Mayagüez y San Germán.
“Yo quería aprender a bordar, siempre me han gustado las manualidades, desde nenita, porque había visto trabajos de doña Beatriz Nazario. Entonces le hice el acercamiento y me dijo que sí, que me enseñaba. Pero como yo no tenía la máquina de coser que se necesitaba me dijo que iba a dar un taller del tejido del petate, que fuera con ella”, apuntó también madre de tres hijos.
Con empeño y dedicación, Gómez Rodríguez perfeccionó su técnica hasta certificarse por la Compañía de Fomento Industrial y convertirse en maestra artesana a través del proyecto “Al rescate del petate”.
“Empecé en 2013, pero cuando yo comienzo a dar a conocer mi pueblo y mi trabajo fue en el 2017. Me evaluó Zulma Santiago de Plaza Las Américas y me invita a una feria internacional en Guaynabo. Allí conocí a tantos compañeros artesanos, tanto de la Isla como de España, Argentina, India y, gané el tercer lugar en artesanía puertorriqueña”, sostuvo.
Luego fue invitada a una feria de artesanías en Plaza Las Américas, donde obtuvo el premio de conservación ambiental, seguido por un festival en Aguas Buenas en el que ganó el primer lugar. En 2023 fue nombrada artesana del año por el Centro Cultural Carmen Solá de Pereira en Ponce.
“El petate es una palma que crece en los montes, en el área boscosa. Es una estela, parece una alfombra. La materia prima es el cogollo de la palma del petate. Era la cama de nuestros ancestros, pero luego que llega el catre, el petate se utilizaba para el tendido del café. Antes de esta generación, las artesanas también hicieron otras estampas”, mencionó.
“El cogollo se puede secar al sol o bajo techo. En mi caso, lo pongo a secar bajo techo porque adquiere varias tonalidades. Cuando estás tejiendo, hay unas partes que se ven amarillas, otras marrón y otras verdosas. Con el tiempo se va a poner todo claro, pero cuando estás trabajando tienes ese cambio de tonalidades y me encanta eso”, admitió.
Entre sus trabajos sobresalen los “sombreros, pantallas, collares, carteras, entre otras piezas y estampas. Hice las primeras máscaras en Puerto Rico de fibra natural”.
Pero su obra no se hace de la noche a la mañana, sino que algunas piezas pueden tomarle una semana antes de que estén disponibles para ser mostradas.
“Lo menos que me puede tomar son unas pantallas. Pero puedo estar una hora cosiendo la fibra para hacerlas. Pero si voy a hacer una máscara, me toma una semana sin parar, desde diseñarla, los cuernos y todo eso. Una cartera me toma un día completo, desde por la mañana hasta por la noche”, admitió.
“Yo quiero que el petate no muera, que se continúe conociendo en todo Puerto Rico y fuera de Puerto Rico. No necesariamente por mí, porque hay otras compañeras artesanas. Me siento orgullosa de mi pueblo, que es el pueblo del petate”, concluyó.
Para información puede llamar al 787-543-2466 o acceder a: El arte del petate y Vejigantes Petateros en Facebook.