No es una exageración decir que Elon Musk es el hombre más rico y, quizás también, el más poderoso del mundo. Es $60.000 millones más millonario que el dueño de Louis Vuitton, Bernard Arnault, y $71,000 millones más que el fundador de Amazon, Jeff Bezos, de acuerdo con la revista especializada Forbes.

Su exorbitante fortuna de $195 mil millones, según el medio estadounidense Bloomberg, se la debe a varias cosas: un infalible olfato para los negocios, inversiones tan exitosas como deslumbrantes, un arrollador deseo de triunfo y, por supuesto, una madre que, con el tiempo, se convirtió en su clave del éxito.

Si hay algo que tiene en común el magnate sudafricano Elon Musk con su madre, es, sin duda, la tenacidad. Modelo, dietista, autora, empresaria y diseñadora, Maye Musk saltó a la fama mucho antes de convertirse en la célebre progenitora del hombre más rico del mundo y de otros dos hijos que, al igual que Elon, siguieron el camino del triunfo.

Mientras que Elon Musk es fundador, consejero delegado e ingeniero jefe de SpaceX, director ejecutivo y arquitecto de productos de Tesla, fundador de The Boring Company, cofundador de Neuralink y OpenAI, y más recientemente dueño de Twitter; Kimbal Musk, su hermano, es el fundador de tres empresas de alimentación: The Kitchen Restaurant Group, Big Green y Square Roots.

La hija menor de Maye, por supuesto, tampoco se queda atrás. A Tosca Musk la antecede una consolidada y elogiada carrera como productora y directora de películas y programas de televisión. Son tres hermanos cuyos nombres, a oídos de todas las personas a lo largo y ancho del mundo, son sinónimo de triunfo.

¿Qué tienen en común? Una madre que, desde que eran niños, les inculcó la independencia, la tenacidad y el trabajo duro como bandera.

Una modelo y dietista consagrada

El nombre de Maye Musk es, actualmente, conocido por ser la madre de un fulgurante magnate de los negocios; sin embargo, esto no siempre fue así. Antes de traer al mundo al hombre más rico del planeta, construyó una prestigiosa carrera como modelo.

Desde protagonizar portadas en Vogue, Time y Elle hasta aparecer en un video musical de Beyoncé —Haunted— y participar en comerciales de Revlon y Special K, Maye Musk consolidó una lucrativa y todavía activa carrera artística que la hizo saltar al estrellato mucho antes de que su hijo lo hiciera.

Nacida el 19 de abril de 1948 en Regina, Canadá, comenzó su carrera en el modelaje a la edad de 15 años y, desde entonces, no ha dado ni un paso atrás; todo lo contrario: su talento, belleza y constancia la han llevado a eclipsar los lentes de las cámaras, las más glamurosas pasarelas y las más reconocidas revistas de moda.

A la corta edad de 20 años, por ejemplo, se convirtió en finalista de Miss Sudáfrica. Unas cuantas décadas después, en el 2015, apareció en su primer desfile para la Semana de la Moda de Nueva York. Al siguiente año, firmó con IMG, una de las principales agencias de modelos internacionales; mientras que en el 2018 fue nombrada portavoz de Covergirl y en el 2020 protagonizó el desfile de modas de Philipp Plein, durante la Semana de la Moda de Milán.

Sin embargo, sus éxitos profesionales no solo se limitan al modelaje y al mundo del entretenimiento. Apostar por una carrera brillante rodeada de flashes de cámaras no le impidió a Maye, ni por un segundo, embarcarse en su preparación universitaria como licenciada dietista y nutricionista en la Universidad de Pretoria, Sudáfrica.

Tanto su carrera universitaria como su máster realizado en la Universidad del Estado Libre de Orange, Sudáfrica, la llevaron a escribir al menos dos libros vinculados a la buena salud y hábitos nutricionales, y a su vida como emprendedora, madre y modelo: ‘Sentirse fantástica: Clínica de buena salud de Maye Musk’ y ‘Una mujer, un plan: una vida llena de riesgos, belleza y éxito’, respectivamente.

A diferencia de su trayectoria profesional, su vida personal tomó un rumbo sombrío una vez se graduó de la universidad sudafricana como dietista y nutricionista. Nunca había tenido una cita y apenas salía cuando Errol Musk, con quien mantuvo una relación intermitente, tocó un día a su puerta con un anillo de compromiso.

“Le dije que jamás me casaría con él, pero poco después se presentó en la casa de mis padres y les contó que yo había dicho que sí. Mi hermana gemela tenía novio, así que pensaron: ‘Ok, hagamos una boda doble’ .(...) Era demasiado educada para decir ‘no’ con todo dispuesto. Así que, de repente, ahí estaba: casada con un hombre que, aunque me había prometido que iba a cambiar, no iba a hacerlo en absoluto”, relató Maye en diálogo con la revista estadounidense Vanity Fair.

Sin estar enamorada, con muy pocas ilusiones y atestada de dudas, Maye se fue de luna de miel con Errol. El resultado: volvió de Europa no solo embarazada de Elon, sino también amoratada por los golpes que comenzó a recibir de su esposo, a quien describe como un “monstruo”.

En su libro ‘Una mujer, un plan’ relata cómo, con apenas cinco años, Elon la defendía de las palizas: “Le daba puñetazos en la parte trasera de las rodillas para intentar que parara”.

Tras nueve años de matrimonio, que para Maye fueron más bien un infierno, decidió poner fin a su relación y huir, junto con sus tres hijos, a Toronto, Canadá, desde Johannesburgo, Sudáfrica. Allí salió adelante trabajando como nutricionista y, esporádicamente, como modelo. El papel de madre soltera, por el contrario, sí fue de tiempo completo.

“Cuando era madre soltera trabajaba desde casa como dietista. Y luego, cuando tenía un trabajo de modelo, a veces mi hija vestía. A veces, mis tres hijos estaban sentados en la primera fila del desfile porque tenían que hacer su tarea. Solo te adaptas”, declaró la mujer, quien ahora tiene 74 años, en una entrevista para Morning Joe.

Maye vivía en un apartamento pequeño con Elon, Kimba y Tosca, a quienes alimentaba con bocadillos de mantequilla de cacahuate y sopa de alubias. La modelo contó al medio CNBC, en el 2018, que tuvo que trabajar en cinco empleos para poder llegar a fin de mes y que comer carne roja, por ejemplo, era un lujo que muchas veces no podían darse con su familia.

El equilibrio, según reveló en su libro ‘Una mujer, un plan: una vida llena de riesgos, belleza y éxito’, fue la clave de los triunfos profesionales de sus hijos: “Les enseñé a ser independientes, amables, honestos, considerados y educados para trabajar duro y hacer cosas buenas. No los traté como bebés ni los regañé”.

El esfuerzo, trabajo duro y tenacidad de Maye dieron sus frutos: a sus más de 70 años ha demostrado, entre otras cosas, que el modelaje no conoce de barreras de edad y que siempre se puede ser la madre del hombre más rico del mundo y dos celebridades exitosas más cargando a sus espaldas un cúmulo de malas experiencias, carencias económicas e inigualables méritos propios.