De reina de belleza a doctora y entrenadora
Para la lajeña Lizmary Nazario Irizarry la buena salud es más que recetar un medicamento.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Lizmary Nazario Irizarry madruga diariamente para dar una clase de crossfit y otra de zumba en el gimnasio Healthy Body Factory de Lajas y, después de la intensidad de estas rutinas, se pone la bata de médico generalista para atender a sus pacientes a quienes anima a ejercitarse.
El consultorio queda en las mismas instalaciones donde impartió el entrenamiento, pues la polifacética lajeña, quien resultó cuarta finalista del certamen Miss Universe Puerto Rico 2006, comprende que la buena salud es algo más que recetar un medicamento.
Por eso, antes de graduarse de la Escuela de Medicina San Juan Bautista en Caguas, Lizmary se encaminaba a crear un sistema médico diferente, dirigido a la prevención de enfermedades a través del ejercicio, control de peso y la sana alimentación, justo en el pueblo que la vio crecer.
“No iba a ser médico sino piloto. Me había ganado una beca para estudiar aviación cuando estaba en undécimo grado, pero a mi mamá le diagnosticaron cáncer y la operaron. Pero para estudiar aviación tenía que mudarme de Puerto Rico y ese mes era el decisivo. Ahí decido empezar en el Colegio de Mayagüez por premédica mientras esperaba cuál sería el curso que tomaría la situación de mi mamá”, relató la empresaria, modelo, bailarina, entrenadora y médico.
“Todo salió muy bien, ya van 20 años libre de cáncer. Así que cuando comencé, me gustó y dije: ‘Aquí estoy bien, estoy donde es’. Era la capitana de las abanderadas de Mayagüez, bajaba a bailar con un grupo de Lajas, nunca me alejé de esto. Desde los 17 años trabajaba en Recreación y Deportes del Municipio de Lajas y empecé a dar aeróbicos”, sostuvo la lajeña de 39 años.
Una de las experiencias que marcó la vida de Lizmary fue su participación en el certamen Miss Puerto Rico.
“Fue durante el año de Zuleyka Rivera en el 2006 y eso le dio un giro a mi vida increíble. Quedé cuarta finalista, la pasé muy bien, me lo disfruté y luego empecé en la Escuela de Medicina. Pero me fui pensando en que tenía que volver a mi pueblo y hacer algo, esto del baile y el ejercicio lo he tenido en la sangre”, confesó la fémina criada en el barrio Papayo de Lajas.
“Seguí estudiando y trabajando, dando clases de modelaje con Shanira Blanco los fines de semana en Carolina y en mi último año ya tenía el andamiaje de lo que quería hacer. El objetivo era hacer un centro de integración de servicios que tuviera ejercicios, que estuviera el médico aquí, nutrición, de todo. Así que terminé la propuesta y la envié, pero la di por perdida”, recordó.
Así las cosas, la médico generalista logró su sueño y una vez se graduó regresó a Lajas para devolverle a su gente el cariño y apoyo que recibió en cada uno de sus proyectos.
“La mayoría de los pacientes van al médico primario y, si tienen presión alta o diabetes, le dan una pastillita para que se mejore. Luego el paciente empieza a tomar la pastilla, pero cuando llega el momento de quitarla no lo hacen porque no ha corrido con la parte de hacer ejercicio y comer bien. Yo creo que antes de llegar a la pastilla debemos de empezar ejercicios y a comer bien”, manifestó.
“Si te mandan donde un médico que lo que te va a recetar son pastillas, estamos cogiendo la vía fácil. Aquí los médicos evaluamos las condiciones de salud que tenga el paciente. Luego pasa por manos de nosotros y va a donde el entrenador que le hace una evaluación, una rutina, le hago un plan de control de peso, y, en caso de que sea necesario, puedes escoger entre yo ser tu médico primario o simplemente ir al gimnasio”, agregó al destacar que “la mayoría de las personas son también mis pacientes”.
De hecho, el concepto de salud creado por Lizmary genera unos 15 empleos y le permite tener cerca a sus hermanos. Esto ya que la otra doctora es su hermana Nariely Nazario.
“Es algo bonito porque mi otra hermana es enfermera y también trabaja aquí. Mi hermano es el encargado administrativo del gimnasio mientras yo no estoy”, mencionó.
De esa manera, la doctora lajeña inicia una rutina diaria que, aunque es muy intensa, asegura que le hace feliz.
“Es un ratito bien chévere, yo doy zumba, soy instructora de crossfit, así que mis pacientes hacen ejercicio conmigo y se atienden conmigo. Muchas veces salgo de mi clase de crossfit, sudada a atender a los pacientes que tengo por la mañana. Luego me baño, me cambio y seguimos con lo demás, pero me encanta, yo soy feliz”, insistió.
Pero su agitada agenda no queda ahí, sino que la doctora también trabaja en el Hospital La Concepción en San Germán, luego de cubrir todos los roles en el centro de salud familiar.
“Es uno de los hospitales del área oeste a donde se atiende mucho paciente mayor, se ve mucho trauma. Soy generalista, pero trabajo como emergencióloga con el área de ambulancias, camillas, lo que llegue. Muchos de esos pacientes solo me conocen del gimnasio y cuando abren la puerta y me ven como médico se sorprenden”, confesó al dibujar en su rostro una amplia sonrisa.