Darleen Savir: “Me dio amor propio”
La diseñadora de moda prefiere sonreír y motivar, a sentirse derrotada por el cáncer.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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“Nunca me he hecho la víctima. No me gusta”.
La diseñadora de moda Darleen Savir tiene muy presente que, a pesar de experimentar una etapa avanzada de cáncer, la autocompasión no forma parte de su proceso. Tan es así, que creó el movimiento #luchalinda con el fin de llevar mensajes de optimismo y fortaleza a quienes han sido tocados por la enfermedad.
“Me cansé de escuchar el fuck cancer”, explicó con firmeza al hablar de su iniciativa, que tuvo su primer evento el pasado 29 de septiembre en el Centro de Convenciones de San Juan. “Pienso que es algo que Dios está haciendo en mí, que quiere llevar un mensaje a otras personas. No entiendo por qué las personas no lo ven como algo positivo, porque es un proceso fuerte, pero analizo, nosotros no somos inmortales. El hecho de que yo tengo un diagnóstico no quiere decir que vaya a morir primero que tú”, reflexionó la exmodelo, quien también ofrece charlas motivacionales. “No tengo miedo. Nunca le he reclamado a Dios ‘por qué yo’. Al contrario, aprendí a darle gracias a Dios porque fue a mí”, manifestó con determinación la mujer, cuyo pronóstico médico “era que estuviese viva hasta junio”.
La sonrisa no se borra de su rostro, incluso en medio de las lágrimas cuando comparte los sinsabores de su historia, que desde febrero de este año se ha escrito con varias frustraciones que van más allá de su padecimiento.
Fueron los síntomas parecidos a una gastritis que la llevaron a examinarse en enero y a someterse a pruebas más específicas que dieron con su diagnóstico.
“Me entero el 7 de febrero, cuando es etapa cuatro. Cáncer de colon metastizado al hígado y en las capas del abdomen. Quedaba solamente un porciento de mi hígado libre de cáncer”, compartió, y con asombro observa que “sin saberlo, sobreviví a una etapa uno, dos y tres. Tenía una vida normal”.
El tratamiento de quimioterapia comenzó, siempre aferrada a una esperanza de recuperación. Pero esa buena noticia no llegó. “Mi oncólogo me dice ‘no hay break contigo’, y ahí vienen los ataques de ansiedad”, dijo. “Ya los planes médicos me estaban llamando de que no podía seguir en el hospital, que era muy costoso”. Y su mundo comenzó a derrumbarse.
La soledad asomó entre las paredes de la habitación médica. “No te voy a negar que al principio aquel cuarto mío parecía una floristería”, recordó respecto a los detalles de allegados. “Pero al pasar el tiempo, la gente quizás se acostumbró al proceso. Mucha familia me dio la espalda. Estuve mucho tiempo en los hospitales, donde deseaba solamente que me pintaran las uñas, que me pintaran el pelo, o simplemente tener una bata con olor nuevo, pero me decían ‘voy mañana’, y me levantaba desde las 6:00 de la mañana esperando que esa puerta se abriera y que no fuera una enfermera la que entrara, sino un familiar o una amistad”.
Incluso, hubo un momento en que fue dada de alta, pero nadie aparecía para buscarla. “Yo me quedé en shock y ahí es que decido ‘o te vas para un home o tienes que llamar a tu mamá para que dé cara al asunto’. Así que llamé a mi hermana y le dije ‘dile a mi mamá que venga mañana, que me dieron de alta, que llegue lo antes posible’. Llegó a las 2:00 de la tarde.
Un trabajador social se reunió con ella. Así que fue la única manera de yo salir del hospital”, compartió Darleen, quien reveló que “nunca hemos sido una familia unida”. En la actualidad, logró reconectarse con su madre, quien le brinda ayuda.
Su relación de pareja también se deshizo en julio. “Tenía una relación de diez años con el único hombre que compartí mi vida como tal. Me montaron una boda organizada con todos los gastos pagos”. Pero al ver la falta de entusiasmo en él, tres días antes Darleen decidió cancelarla. “Al principio estaba conmigo bien de la mano, pero luego eso cambió. Le dije, ¿sabes qué? No puedo seguir a tu lado. A veces duele más tener a alguien al lado tuyo en presencia, que está ahí, pero no está. Eso es algo que me lastimó muchísimo”. Su expareja no refutó.
Pero su pasado no mina la determinación de luchar. A sus 29 años, Darleen disfruta en la mayor medida cada minuto de su día. A nivel físico, la mujer de 5 pies y 10 pulgadas ha sufrido diversas consecuencias, incluyendo estar bajo peso, con 127 libras, aunque en una ocasión, pesó 90.
Se ha acostumbrado al dolor y a otros efectos producto de la enfermedad y de los tratamientos.
“Los primeros eran dolores crónicos. Sentía que si me doblaba, mi espalda se iba a romper. Tenía piernas adormecidas, los brazos, mucho vómito, dolor de cabeza, náusea, malestar en el estómago”. La piel de su rostro también se ha afectado con el surgimiento de erupciones parecidas al acné.
“El cáncer hace que retenga mucho líquido. Al retener mucho líquido, mi vientre parece de algunos seis meses. Se me refleja en mis piernas, pero últimamente ya no sé estaba reflejando en mis piernas, así que cada tres semanas voy y me hacen una paracentesis, para que me saquen líquido”, detalló, y con orgullo comparte que “aprendí amarme así. Este proceso me dio un amor propio increíble”.
En junio le notificaron el desahucio. Pero luchar sigue siendo su consigna. “No le tengo miedo a la muerte”, confesó con firmeza. “Me declaro una mujer sana, una mujer libre, una mujer que se ama. Hay que vivir la vida”.