Niños prisioneros de las asignaciones
Profesionales educativos cuestionan el exceso de tareas académicas que deben hacer en el hogar.
![De acuerdo a la profesional, a los seis años el cerebro de un niño no se ha desarrollado por completo, por lo que invadir la mente con tanto material académico puede ser contraproducente en todos los sentidos. (Archivo)](https://www.primerahora.com/pf/api/v3/content/fetch/image-resizer-v1?query=%7B%22website%22%3A%22primera-hora%22%2C%22imageUrl%22%3A%22https%3A%2F%2Farc-anglerfish-arc2-prod-gfrmedia.s3.amazonaws.com%2Fpublic%2FFFOI4K4CENBMPM7KSGLMA2ZJYU.png%22%2C%22width%22%3A2560%2C%22redirect%22%3A%221%22%2C%22external%22%3A%221%22%7D)
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 9 años.
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No hay más tareas escolares para la casa. De ser cierta esta afirmación, muchos padres, madres y estudiantes emprenderían una nueva vida social y familiar en las que habría espacio para los juegos, la comunicación, el deporte y el desarrollo de diferentes actividades en familia. En fin, de ser niños y padres.
Sin embargo, este panorama suena utópico cuando se contrasta con la realidad de la mayoría de los hogares en Puerto Rico y en otras partes del mundo. Y es que en muchas ocasiones, desde que un estudiante traspasa la puerta de los grados primarios en una escuela, es bombardeado con múltiples asignaciones para el hogar que representan largas horas de estudio que hasta limitan el sueño.
A eso se suma un hogar en el que se vive con estrés continúo ante la responsabilidad de cumplir con las exigencias escolares.
“Si contamos desde que un estudiante sale de la casa hacia la escuela, donde además está en estudios supervisados o tutorías, y encima de eso tiene que llegar a la casa a dedicarles tres a cuatro horas más de estudio estamos hablando de más de 12 horas diarias donde ese niño está trabajando más que hasta los adultos. Las madres también llegan agotadas de sus trabajos para ponerse a estudiar con los niños, cocinar y hacer otras tareas... Lo que vemos es a niños con niveles de estrés alarmantes y familias con problemas”, indica la patóloga del habla Nellie Torres, quien lleva 35 años trabajando en la Isla con la niñez y adultez con algún desorden de comunicación, que incluye no hablar, escribir o no leer.
A diario, la directora del Instituto Fonemi de Puerto Rico se topa con situaciones como éstas en las que al estudiante se le exige más en el hogar que hasta en el mismo salón.
Torres coincide con la reciente determinación realizada por un grupo de padres y profesores de escuelas primarias en el estado de Vermont, que han eliminando las tareas para el hogar para que los niños tengan más tiempo de jugar, leer, dormir, hacer deportes y estar con su familia.
Según trascendió en los medios estadounidenses, Steven Geis, presidente de la Asociación Nacional de Directores de Escuelas Primarias en Estados Unidos levantó un alerta sobre el movimiento de padres que se han quejado del exceso de tareas escolares, porque en vez de instrumento de aprendizaje se ha convertido en una herramienta de ansiedad para los menores.
De hecho, en Vermont, otros profesores de escuela han comenzado a revisar las tareas en los currículos.
Una asignación válida
La patóloga del habla aclaró que en lo que sí está de acuerdo es que se impartan asignaciones a niños rezagados en alguna materia, tipo repaso, y que el tiempo no exceda los 30 a 45 minutos diarios.
De acuerdo a la profesional, a los seis años el cerebro de un niño no se ha desarrollado por completo, por lo que invadir la mente con tanto material académico puede ser contraproducente en todos los sentidos.
“¿Qué tiempo tiene el niño para ser niño? En la casa ni siquiera socializa. Tenemos niños sedentarios y confinados a una silla, si necesita estudiar cinco horas en su casa para poder cumplir con el colegio. Definitivamente hay que cambiar la escuela a una que no le exija tanto. La felicidad del niño es más importante que la ejecución académica adecuada”, subraya la patóloga del habla.
La maestra Li Abneli Rivera, de la escuela pública Pedro Fernández en Naranjito, está a favor de eliminar las tareas escolares. Su planteamiento estriba en que el maestro debe definir primero el objetivo de las asignaciones y qué se percibe con las mismas.
“Lo primero es saber qué se percibe con esa tarea. ¿Es aplicar conocimiento adquirido en el proceso de enseñanza aprendizaje desarrollado en el salón? O, simplemente, a la hora de la verdad, sólo me sirvió de un criterio más para medir la responsabilidad de los estudiantes o de los padres. También hay que preguntarse: ¿los resultados de la misma me permitieron evidenciar que se cumplió con el objetivo trazado?”, cuestiona la maestra de Educación Física con 14 años en el magisterio.
En esa misma línea, Rivera advierte que no hay una garantía de que esa tarea haya sido hecha por el estudiante.
“¿Qué garantías hay si se pierde la confiabilidad del resultado? Para que un estudiante sepa sumar dos más dos no hay que saber y darle 20 ejercicios de suma”, añade Rivera, que como maestra de Educación Física ha sido testigo de cómo los estudiantes no practican deportes ante la falta de tiempo, ya que están inmersos en asignaciones.
Exigencias de un currículo
Por su parte, la maestra Yanira Berríos, compañera de Rivera en la escuela Pedro Fernández de Naranjito, defiende la administración de tareas escolares en el hogar. Aunque de entrada reconoce que el ideal sería no dar asignaciones para que los padres compartan con los hijos, afirma que muchos maestros lo hacen para poder cumplir con las exigencias del Departamento de Educación.
“El problema en sí es el currículo impuesto por el Departamento de Educación, que es más de competencia que de aprendizaje. Si hicieran un currículo en el que la mayoría de las destrezas o conceptos tuviesen tareas que se puedan hacer en el salón, el estudiante podría disfrutar más de su niñez y sería un niño más feliz. Para crear ese balance entre una buena tarea y que los padres se comprometan hago proyectos o tareas que involucren a toda la familia”, concluye la maestra de segundo grado con 17 años en el magisterio.