Para muchos venezolanos, estos son tiempos difíciles. La inflación está llegando a casi dos décadas, los salarios están siendo afectados por un una decadencia en la moneda nacional y hay una escasez de necesidades como leche y papel higiénico.

Pero aunque la economía se está corrompiendo, el país todavía produce belleza. Así se vio ayer con el triunfo de María Gabriela Isler, quien ganó el tercer título en seis años para el país.

Minutos después de la coronación en Moscú, el presidente Nicolás Maduro felicitó a la ganadora a través de su cuenta de Twitter, celebrando su desempeño como un “triunfo para Venezuela”. Los opositores de su gobierno socialista también expresaron orgullo.

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“No hay duda que tenemos las mujeres más bellas del mundo,” dijo Marco Sandoval, un jubilado de 68 años de edad. Él y docenas de otras personas marcharon en Caracas en contra del gobierno en una protesta organizada a través de Internet. “Pero nada es perfecto. También tenemos a los políticos más corruptos y sinvergüenzas del mundo,” añadió

Oriunda de la ciudad de Valencia, Isler de 25 años de edad trabaja como ancla de Venevisión, un canal que es propiedad del grupo empresarial Cisneros, que también tiene los derechos anuales para el concurso de Miss Venezuela, uno de los eventos televisados ??más visto de la nación.

La morena de 5’10 de estatura le ganó a las finalistas de España, Brasil, Ecuador y Filipina para llevarse la corona número 61 de Miss Universe.

Venezuela ha ganado más concursos de belleza que cualquier otra nación, incluyendo siete títulos de Miss Universe, y las reinas de bellezas, junto con jugadores de béisbol y el petróleo, son de las mayores exportaciones del país.

Toda una industria de escuelas de acicalamiento, cirugías plásticas y salones de belleza ha surgido para preparar a las mujeres para los miles de concursos que se llevan a cabo cada año en las diferentes escuelas, cuarteles de ejército y hasta cárceles del país.

Recientemente esta obsesión con la belleza ha perdido importancia en comparación con los problemas más mundanos, un aumento de 54 por ciento en la inflación y en la escasez de productos básicos le hace difícil a las familias poner comida en la mesa.

La causa mayor de la crisis es la pérdida de valor en la moneda venezolana, que ha bajado a la décima parte de su valor oficial en el comercio ilegal del mercado negro.  

Para contrarrestar la caída, Maduro le ha ordenado a la milicia que inspeccione precios y que cierre todos los negocios que han estado cobrando en exceso.

Un día después de que el gobierno tomó el control de una cadena nacional de tiendas de electrodomésticos, el sábado le abrieron las puertas a  multitudes de personas que buscaban comprar televisores, lavadoras y refrigeradores a una fracción de su precio de original.