Dayanara Torres le debe todo a su título de Miss Universe
A 30 años de coronarse como reina de la belleza universal, la puertorriqueña comparte en exclusiva memorias del logro que cambió el rumbo de su vida teniendo apenas 18 años.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Miami, Florida. - Cuando Dayanara Torres escuchó su nombre como la ganadora de la corona de Miss Universe, las luces, la algarabía y la sorpresa, le dejaron la mente en blanco. De repente tuvo un único deseo: Que le buscaran a su mamá y la llevaran hasta el escenario para poder decirle que llamara a Puerto Rico y anunciara que había ganado.
“‘¡Muchacha, eso el mundo entero lo sabe!’”, recordó de la reacción de la madre, Luz Delgado. “Y yo, ¡feliz, feliz!”.
De aquel 21 de mayo de 1993, en el Auditorio Nacional de México, se cumplen 30 años el próximo domingo. Es un evento que ella atesora como el momento que le cambió la vida, tanto a ella, como a su familia. Las ilusiones que tuvo desde niña, mientras crecía en el campo de Toa Alta, se le cumplieron. Su nombre corrió el mundo como la tercera mujer puertorriqueña en llevar la corona de belleza de Miss Universe.
Dayanara Torres comparte con Primera Hora, desde el Miami Beach Botanical Garden, las memorias sobre su reinado y cómo ese logro marcó un nuevo ritmo en su vida con apenas 18 años. Igualmente, en una segunda parte de la entrevista confiesa disfrutar de una felicidad de pareja que no conocía y, a la vez, de la flexibilidad que le permite gozarse a sus hijos, Cristian Anthony y Ryan Anthony Muñiz Torres, ya como jóvenes adultos.
Al echar un vistazo a los pasados 30 años, le cuesta creer lo rápido que pasó el tiempo en una historia que comenzó cuando los promotores para el certamen (Víctor y Javier, luego Amador) la divisaron en la plaza pública de Toa Alta y desde ese momento la invitaron a ser la representante de su pueblo en el concurso de Miss Puerto Rico, que para entonces era dirigido por Anna Santisteban. Dayanara Torres fue la tercera y última Miss Universe bajo la tutela de la fenecida hacedora de reinas.
“Todo comenzó así, como un sueño, y siempre lo soñaba de pequeña, pero jamás me imaginé que lo podía lograr”, dijo la actual coanfitriona del programa El gordo y la flaca, de Univisión. “Llego al Miss Universo chiquitita, tenía 18 años nada más (y) la vida me cambió completamente a mí, a mi familia, a todo Puerto Rico. Creo que en ese momento, cuando gano en el 1993, Puerto Rico necesitaba algo así, la alegría, el orgullo, sentirse tan felices por lo que había logrado y de ahí en adelante todas las puertas se abrieron”.
Creo que cada etapa de mi vida, cada cosa que hago, si es cantar, bailar, animar, actuar, todo vino por esa bendición que me llegó en el Miss Universo. Hasta el sol de hoy y para siempre voy a estar sumamente agradecida de ese momento”
-Dayanara Torres, Miss Universe 1993
La determinación que tuvo entonces, aún siendo una adolescente, la sostiene al afirmar que no cambiaría nada de lo que hizo hasta lograr el título de belleza. “Creo que el momento fue perfecto, el ser tan joven fue perfecto. Si a lo mejor hubiese tenido más años, si hubiese estado en la universidad -iba a empezar la universidad y no lo hice-, no me hubiese arriesgado tanto. Yo lo veía como esta aventura, lo que quería era aprender”, contó ante la mirada de su hijo menor, que la acompañó a esta sesión de fotos y entrevista, y la cuidaba de algún curioso que rondara por el área. “Era, como siempre lo he dicho, como el cuento de La Cenicienta, donde tuve que aprender todo: cómo utilizar cuchillos, cosas de ética, caminar en tacos. Cuando ellos me vieron, yo estaba en flats y de flats me ponía los zapatos de la escuela, los mocasines negros con el vellón al frente, así que todo fue un aprendizaje, y creo que eso es lo bonito, cualquier persona, cualquier niña en Puerto Rico, se puede identificar y ver que sí se puede lograr, no importa tu situación económica”.
Dayanara, de 48 años, conserva “muchísimo” del carácter -y la belleza- de la joven que llegó a la etapa final de la competencia junto con las representantes de Venezuela y Colombia, y que para sus allegados es simplemente Yari.
“Soy una persona positiva, aventurera, quizás no tanto como cuando estaba tan pequeña, pero me gusta aventurarme, me gusta tomar retos. Soy feliz y mis hijos eso es lo que han aprendido. No decirles ‘soy feliz’, sino que lo han visto”, expuso sin descuidar oportunidad para tratar de atraer una mariposa a su mano. “A mí me han pasado cosas fuertes en mi vida y a lo mejor no es preguntarse por qué me está pasando eso a mí, sino para qué, y tomar rienda con eso. Creo que de esa manera me he mantenido y tiene que ver mucho con mis padres. Yo nunca vi un problema que los fuera a detener. Mis papás pasaron por muchas cosas; no teníamos lujos, los cuartos no tenían puertas ni el baño, igual tuve tanto amor; a mí el amor, el cariño, las risas, lo positivo nunca me faltó, así que creo que eso fue lo más importante y creo que eso lo tomé de mis padres, lo continué con mi vida y lo he continuado con mis hijos”.
Algunas memorias del certamen las tiene muy claras, otras no tanto, lo que nunca se le olvida es que, cuando pudo reaccionar en medio del shock, quiso ver a su mamá para que comunicara la noticia a Puerto Rico. También recuerda su sorpresa al llegar a México y encontrarse con unos “mujerones” y decirse a sí misma, “Dios mío, qué hago aquí”. Para entonces la competencia se extendía por cuatro semanas.
“Ya la última semana lo único que hacía era rezar. Yo me llevé mi rosario, tenía la estampa de la Virgen del Pozo pegada en la parte de atrás de mi cama; mi roommate era Miss México, y yo recuerdo rezar todos los días. Lo único que pedía era hacer un buen trabajo con los jurados. Eran tres días de entrevistas y cuando terminé, me sentía que flotaba, yo dije, ‘mejor no lo pude haber hecho’”, rememoró.
Dayanara se “defendió” con el inglés al responder una de las preguntas finales, etapa de la competencia en la que se mostró tan natural como en cada uno de los desfiles. “Eso fue lo que ayudó, vieron la espontaneidad, que no estaba superpracticada, posada, nada de eso, creo que eso fue lo que hizo la diferencia”.
A la pregunta final en el certamen de qué hace a Puerto Rico un lugar especial para vivir, ella aprovechó para resaltar la belleza de las playas, el campo y la arquitectura, y si tuviera que responder otra vez diría “lo mismo y más”, pues una vez ganó el título de belleza tuvo oportunidad de conocer lugares que para entonces no había visitado. El Yunque, por ejemplo.
¿Qué representa Puerto Rico para ti?
“Uff, todo (pausa para evitar llorar). Puerto Rico es todo, me ha dado tanto y tanto cariño. Creo que mi razón de hacer tanto por ellos, de hablar, de hacer mi fundación, de ayudar a mi pueblo, que ha sufrido tanto después de María y de los terremotos, y lo hago porque me nace, pero en cierta forma es mi forma de pagar, de darlo de vuelta, payback. Puerto Rico a mí me lo dio todo y yo le doy todo... Mis hijos nacieron en Estados Unidos y más puertorriqueños no pueden ser; viven orgullosos de ser puertorriqueños, es una cosa que nos nace, que viene de nosotros”.
Creo que la belleza va por dentro, cómo tú eres, cómo hagas sentir a los demás. No hay persona que no tenga una foto conmigo como sea, con el pelo mojado, con rolos, debajo de la secadora, porque no me gusta, porque en ese momento esa persona que me admira quiere tener un recuerdo conmigo y se lo doy”
-Dayanara Torres, actriz y presentadora
Curiosamente nunca se planteó contarle a sus hijos que había sido reina de belleza, pero una tarde, al recogerlos en la escuela fueron ellos quienes la sorprendieron con la pregunta. “Recuerdo que ellos pequeños, no eran ni teenagers, los amiguitos se metieron al Internet y vieron y les dijeron, ‘èl trabajo de tu mamá es ser reina’. Eran niños y no entendían lo que es un concurso de belleza, pero me vieron con la corona y, ‘Oh, my God, tu mamá es…'. Ahí fue la primera vez que les expliqué, les enseñé fotos, les enseñé el certamen y lo vieron. No lo podían creer, pero nunca se los conté”, compartió.
Tras su reinado, Dayanara ha participado un par de veces como jurado de Miss Universe, un concurso que ha cambiado en sus reglas y que reconoce puede ser visto como una actividad frívola, sin embargo para ella sigue siendo importante lo que cada participante haga con lo aprendido de esa experiencia. “Han pasado 30 años desde que competí. En ese momento lo más importante es tu país. Tú vas a representar a tu país, a hacer un buen trabajo. Sí te ponen en traje de baño, en traje gala, y sí tiene esa connotación, pero una vez ganas, lo que puedes traerle a tu país, el bien que le haces, es mucho mayor que cualquier connotación, así que en estos momentos lo veo como una plataforma; te ve el mundo entero, puedes hablar de tu país, de lo que representas, a quién quieres ayudar; son muchas más cosas que lo que se ve en ese momento, en esa noche”.
Lo más difícil es que de 70 u 80, solamente gana una. No quiere decir que el sueño de cada una se acabó. Tu sueño lo llevas tú y si ese no fue el camino, hay muchos otros”
-Dayanara Torres, tercera puertorriqueña en ganar Miss Universe
Los 30 años de la coronación serán celebrados en el pueblo Toa Alta el domingo, 28 de mayo en la misma plaza pública donde la escogieron para ser su reina. La actividad comenzará al mediodía y ella será parte presente en ese encuentro con su gente.