BARRANQUITAS. Una entrada que parece parte de una película y un monumental árbol de ficus son la antesala a la majestuosa casa de campo en los altos de una colina del barrio Pueblo -desde donde se observa toda la Cuna de Próceres- y a la que los barranquiteños llamaron Castillo El Cortijo.

Esta obra arquitectónica- construida bajo la supervisión del arquitecto puertorriqueño Rafael Carmoega, quien estuvo a cargo de la arquitectura del Capitolio y la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras- marca el fin del estilo del resurgimiento español. Su ágil construcción comenzó en 1938, duró tan solo 10 meses y se utilizaron los pedazos de mármol que sobraron tras completar la Casa de las Leyes.

“Para los barranquiteños, ver construir esta casa fue una cosa increíble cuando tenían muchas casas de paja. Esta casa no era un castillo, pero para todo el mundo era un castillo, pues le nombran desde sus inicios Castillo El Cortijo, aunque se llama El Cortijo”, explicó José Flores Santiago actual propietario de la residencia junto a su esposa, Sheila Rivera Rojas.

Su nombre, El Cortijo, proviene de España, donde llamaban así a las casas o haciendas que trabajaban la agricultura. No es de extrañar que sus dueños originales, Secundino Lozano y Josefina Fabián, decidieran bautizarla así pues administraban ingenios azucareros en la Isla, según Flores Santiago.

Esta obra arquitectónica- construida bajo la supervisión del arquitecto puertorriqueño Rafael Carmoega, quien estuvo a cargo de la arquitectura del Capitolio y la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras- marca el fin del estilo del resurgimiento español.
Esta obra arquitectónica- construida bajo la supervisión del arquitecto puertorriqueño Rafael Carmoega, quien estuvo a cargo de la arquitectura del Capitolio y la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras- marca el fin del estilo del resurgimiento español. (XAVIER GARCIA)

En el interior de la elegante estructura se encuentran resguardados tesoros históricos, que han sido cobijados por los pasados 82 años: una lámpara italiana de 1700 y otra Louis Comfort Tiffany de 1909, así como vajillas, pinturas y muebles, entre muchos otros. La residencia de tres niveles cuenta con cuatro habitaciones, cuatro baños, dos salas, dos terrazas, una inmensa cocina, un comedor para ocho personas, una capilla, dos casas pequeñas para obreros y en la parte más alta un pequeño salón escondido donde comienzan las leyendas.

En el interior de la elegante estructura se encuentran resguardados tesoros históricos, que han sido cobijados por los pasados 82 años.
En el interior de la elegante estructura se encuentran resguardados tesoros históricos, que han sido cobijados por los pasados 82 años. (XAVIER GARCIA)

Subiendo unas escaleras angostas, en forma de espiral, queda un pequeño cuarto donde se cree que existía un sistema de radio con el cual los primeros dueños se comunicaban a España, pues es de conocimiento público que la pareja apoyaba el régimen de Francisco Franco, y lo confirma el escudo en la puerta principal y una gran antena en el tejado.

“Hay una de las leyendas que hasta el Instituto de Cultura lo reseña, y es que se dice que de la casa hay comunicación a España mediante unos sistemas de radio. Entonces pues viene lo que era el FBI a investigar y tan pronto se da esa visita, esta familia abandona la casa y la venden en $32,000 con todo incluido”, explicó Flores Santiago y agregó que desconoce el resultado de la investigación.

Otra de las leyendas que el barranquiteño cuenta es la que esconde el pozo del jardín ubicado frente a la puerta principal. Según Flores Santiago, la dueña original quería el brocal de un pozo elaborado con la piedra donde oraba el apóstol Santiago lo que, aparentemente, le otorgó propiedades místicas. Cuentan que en su búsqueda Josefina encontró el brocal en Estados Unidos y lo mandó a traer a su casa de campo. Desde entonces se dice que cada persona que toque el pozo y pida un deseo, este se cumplirá.

Una de las cuatro habitaciones.
Una de las cuatro habitaciones. (XAVIER GARCIA)

La familia Flores Rivera es la novena generación de propietarios. Aún guardan el libro de visitas que firmaron en 1997 cuando apenas eran novios y entraban por primera vez a la propiedad como turistas, sin imaginar que 24 años lograrían hacer realidad el sueño de ser los dueños del castillo barranquiteño. Por ello, contagian a todos los visitantes con su lema: “Todo es posible para el que cree”. Ahora, queda la pregunta, ¿habrán tocado el pozo?

Para visitar el lugar ubicado en la carretera 162 kilómetro 9.9 en Barranquitas se necesita hacer cita o escribir a josehiram@castilloelcortijo.com.