Los recuerdos y las vivencias de Marcos Peñazola Pica, reconocido músico loiceño, son imborrables.

Más ahora, el director del grupo Majestad Negra y cantante de los Hermanos Ayala, revive esas memorias con la celebración de las Fiestas Tradicionales de Loíza en honor a Santiago Apóstol que en la actualidad reafirman que este pueblo costero es cuna de cultura y folklor.

Preparativos 

Según Marcos Penaloza Pica, para las décadas del 60, 70 y 80, desde que llegaba el mes de julio, la celebración no se hacía esperar, todo el pueblo se preparaba para el comienzo de sus fiestas con mucha dedicación y los cuentos de los más experimentados del poblado regían las costumbres de los más jóvenes.

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“Recuerdo de pequeño que ya para el mes de julio las personas mayores veían que el Flamboyán echaba sus flores y decían que 'el Flamboyán le negaba las flores a la Virgen María (mes de mayo) para dárselas a Santiago en el mes de julio'. Ya el 1 de julio se tiraba un cohete a las 12 del medio día anunciando la llegada de las fiestas y ese cohete se tiraba todos los días a la misma hora hasta el final de las fiestas”, rememoró Peñaloza Pica. 

Como era de esperarse, el anuncio del inicio del mes de las fiestas, generaba toda una ola de festejo en las comunidades, las que se desbordaban en esfuerzos para poder formar parte del festejo.

“Los muchachos del barrio nos dedicábamos a guardar dinero para hacer nuestros disfraces. Íbamos a ordenarlos al bazaar El Correíto frente a la antigua alcaldía. Con lo poquito que recogíamos llevábamos un depósito para tener listo los disfraces el 24 de julio. Los disfraces de calidad tenían lentejuelas, hilos, cordones y la máscara era de coco.  Ese era el disfraz de te llenaba de orgullo.  Quien no tenían dinero, pues prepararaban el disfraz de los viejos, otro personaje que vestía con telas baratas y  máscara de cartón. Sino elegían vestirse de “La loca demente”, un hombre vestido de mujer que lo que hacía era barrer y despejar todo lo malo de la zona.  Era un personaje jocoso”, explicó  el músico loiceño.

Una parte importante de los preparativos para las fiestas era la selección de la reina, lo que despertaba pasiones dentro de las comunidades, por lo que hacían el certamen en la plaza pública para que todos tuvieran la oportunidad de elegir a su bella representante.

“En los barrios se seleccionaban unas candidatas a reinas y se hacia el certamen en la plaza.  La gente llegaba a la plaza y aportaba dinero a su candidata comprando como una especie de voto o 'capia' que era como un donativo.  La candidata que más votos tuviese, era la ganadora.  En la actividad para seleccionar a la reina, había un maestro de ceremonia que se llamaba el Profesor Celso González Vallán, quien tenía una frase particular que decía '¿Quien será la reina, quien será? ¿Quién será la reina?', relató Peñaloza Pica.

Otra parte importante del reinado era cuando Justita Córdova, una dama encargada de seleccionar a la reina,  llevaba a la elegida al show de Don Cholito para presentarla ante todo Puerto Rico. “Ese día se paralizaba el pueblo para ver el show y a nuestra reina.  El día comenzaba de madrugada cuando venía 'la diana', que es una especie de caravana con música de danza que recorría todos los barrios de Loíza.  Incluso, mi abuela me contaba que la diana a veces visitaba Canóvanas y Rio Grande para anunciarle a los pueblos vecinos que las fiestas habían comenzado para que nos visitaran”, relató el director musical.

Más cercano a las fiestas

A mediados del mes, como para el 16 de julio, comenzaban las novenas a los tres santos: Santiago de los Hombres, Santiago de las Mujeres y Santiago de los Niños. 

“El pueblo se paralizaba para esta fecha. Todo el mundo trataba de pintar sus casas y buscaban un espacio para poner su kiosko.  Los mantenedores de los santos recogían los  donativos para los gastos de cohetes y refrigerios para los participantes de la parte religiosa.  Mientas que por las calles comenzaban los bailes de bomba como preámbulo a la llegada de las fiestas”, explicó Peñaloza Pica.

Dentro del folklor, los niños también jugaban un papel importante y Marcos Peñaloza Pica recuerda con gran alegría el momento en el que llegaban al pueblo las esperadas machinas.

“Era tanta la alegría de los niños del barrio cuando llegaban las machinas al pueblo, que hacían una guerra de chinas y limones en la plaza para celebrar ese momento. Era bien jocoso”, rememoró con gran alegría el loiceño.

Inicio oficial de la celebración 

Las fiestas oficialmente daban inicio el 24 de julio con la procesión de Santiago y, el 25 de julio la llegada de la Caravana de los Loicenos Ausentes daba inicio a la celebración de pueblo.

 “Ese 25 de julio la gente temprano cocinaba su arroz con coco y jueyes y salían hacia la calle de Loíza para recibir la Caravana de los Loiceños Ausentes.  Era dedicada a quienes durante el año vivían fuera de Loiza, pero ese día regresaban al pueblo.  Se selecciona un loiceño ejemplar a quien dedicarle ese día.  Al medio día ya Loíza era intransitable. Cuando la caravana llegaba al pueblo, se reunían en el local llamado Los Ausentes, el cual era un salón de baile tipo rancho. Allí estaban la tarde y noche celebrando”, contó Peñaloza Pica.

Los días siguiente (26, 27 y 28  de julio) le tocaba el turno a la procesión de los santos, Santiago el de los Hombres, Santiago el de las Mujeres y Santiago el de los Niños, respectivamente. De esos momentos Peñaloza Pica resaltó el compartir y camaradería entre los ciudadanos.  “En esa época todo el mundo se unía para ir en grupo a Mediania a “llevar el santo”. Todos nos conocíamos, no había rivalidad. Se hacían los tres saludos (es una reverencia a los santos donde se inclinan tres veces para saludarlos)”. Pero el 28 de julio, el dia de Santiago el de los Niños era la procesión más popular”, dijo Peñaloza. 

Una vez terminan las tres procesiones, venía el Maratón de Santiago, donde los mejores corredores  competían y el último día era para las regatas con lanchas de carreras de motor que competían en el Rio Grande de Loíza  “La lancha favorita  era 'Miss Mandela'. Todo el mundo quería ser piloto de esa lancha”, aseguró el reconocido músico.

Después de tantos días de preparación y celebración, el pueblo despedida con tristeza sus fiestas, ya con las ansias de que pasara el año para volver a comenzar la tradición. “Una vez llegaba ese último día de las fiestas, todo el mundo veía con pena como se llevaba las picas, las  machinas y los kioskos y todo volvia a la normalidad”, finalizó Peñaloza Pica, no sin antes hacer un llamado para qie “ese gran tesoro que hemos disfrutado desde la decada de los 60, 70 y 80 se debe rescatar y reforzarse las tradiciones. 

Leyenda del origen de la tradición

Las fiestas de Loíza le rinden tributo al  Apóstol Santiago, cuya imagen es la de un caballero español que en actitud combatiente monta un corcel blanco que levanta sus dos patas delanteras al aire. Se dice que Santiago, durante la conquista medieval europea, decapitaba a los moros, por eso su apodo de “Santiago Mata Moros”. Su imagen simboliza la guerra del catolicismo contra el paganismo.

Según la historia, que data de 1600, en el sector Las Carreras apareció entre un hueco en las raíces de un centenario árbol de corcho, una talla religiosa de un santo montado a caballo. Preocupados por la aparición, unos pescadores regresaron el santo al mar y, al día siguiente, este volvió a aparecer en la comunidad. Entonces, al tercer día,  estos decidieron llevarlo a la iglesia para ser bendecido. De esta manera cuentan que tuvo origen el culto a “Chaguito” o “Santiaguito” el de los Niños.