Conserva huellas de la historia
Las Ruinas del Trapiche de la desaparecida Hacienda Lucía han sido nombradas Sitio Histórico.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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YABUCOA A orillas de la carretera PR-901, en el barrio Camino Nuevo en Yabucoa, permanecen algunas huellas de la historia azucarera de este municipio del sureste. En el lugar, aún se conservan piezas de la maquinaria que para 1883 fungió como un trapiche de vapor en la desaparecida Hacienda Lucía.
Desde el 1828, en Yabucoa había trapiches, pero estos no funcionaban con vapor. No fue hasta la década del 1850 cuando se establecieron en el valle seis haciendas azucareras; una de esas fue la Hacienda Lucía que se construyó para el 1852 y llevaba el nombre de una de las dos hijas de don Gustave Dansau, dueño para aquel entonces.
“En Yabucoa hay caña desde 1828, pero eran trapiches de madera, ya fueran tirados por bueyes, esclavos y mulas. Del 1852 a 1860 fue cuando empezaron aquí las haciendas, que ya era algo más grande. Había seis que se movían con vapor, ya sea con la quema de carbón o de leña: La Laura, El Negro, El Nuevo Cerrito, La Pilar, La Unión y La Lucía”, explicó Juan Lozada, director de Turismo de Yabucoa.
No obstante, Dansau perdió la Hacienda Lucía y, más adelante, la propiedad fue adquirida por los hermanos Lavergne, responsables de instalar el trapiche de vapor. “Don Gustave Dansau perdió la hacienda en una jugada de topos con don Isidro Cintrón. Luego, la hacienda pasó a ser propiedad de los hermanos Lavergne porque uno de ellos (Luis Lavergne) conoce a Lucía, se enamora de ella y contrae nupcias. Lucía, hija de Dansau, le pide recuperar la hacienda que era de su padre”, expuso Lozada quien trabajó por más de 15 años en la Central Roig, última central azucarera que operó en Puerto Rico hasta el 2001.
Precisamente, de esa central aún quedan sus restos en Yabucoa, los cuales pudieran albergar en un futuro una fábrica de rones y miel y el Museo del Azúcar, según indicó el alcalde Rafael Surillo.
En sus tiempos, el trapiche de la Hacienda Lucía no tenía la capacidad de producir azúcar sino melao. Por esto, su vida útil no fue muy extensa y operó hasta el 1886.
“Esto no producía azúcar, a esto le llamaban melaero porque producía melao o azúcar moscabada. La azúcar moscabada es ese guarapo que, cuando lo vas cocinando, va evaporando agua y se va poniendo más espeso. Si sigues evaporando agua, llega el momento en que formas una melaza que es como una pasta y entonces le ves como unos cristalitos que le llaman azúcar moscabada. Cuando lo ponías a enfriar se ponía duro y había que romperlo hasta con pico. Para poder separar el grano del líquido tenías que tener un sistema de centrífugas y esto (trapiche) no lo tenía. Por eso este trapiche fue quedando en el olvido y no era útil porque había demanda de azúcar y esto no producía azúcar. Esto ya dejó de funcionar para 1886. Ahí es donde surgen las centrales”, detalló el funcionario municipal, quien de paso aclaró que el lugar debe ser reconocido por su verdadero nombre: Ruinas del Trapiche de la Desaparecida Hacienda Lucía, ya que lo que queda allí son restos del trapiche y no de la hacienda.
Las Ruinas del Trapiche de la desaparecida Hacienda Lucía fueron nombradas Sitio Histórico por el Instituto de Cultura Puertorriqueña bajo la Ley 64 del 19 de julio de 2013. “Ver esto es como remontarte a la historia de nuestros padres, abuelos y bisabuelos. Pero no se crea conciencia para que la gente conserve, respeten y protejan estos patrimonios que nos quedan. Actualmente aquí hay un comanejo entre el municipio y el Instituto de Cultura, ellos son los custodios. Le estamos dando mantenimiento, haciendo esto más atractivo para el público en general. Estamos haciendo una verja en el perímetro, para protegerla. Queremos hacer un área de juegos para niños en los alrededores. Tenemos que buscar la forma de que la gente no solamente escuchen una historia, sino que al venir aquí la vivan”, comentó Lozada.
Las Ruinas del Trapiche están abiertas al público todos los fines de semana. Además de poder disfrutar de una feria de artesanías, los visitantes podrán conocer este pedacito de historia que se esconde en el valle de Yabucoa.