Heredero de una tradición
Ángel Luis López Díaz quiere mantener vivo el arte de confeccionar pavas, que aprendió de su mamá.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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AGUADA. Ángel Luis López Díaz era apenas un niño cuando vio por primera vez a su madre sentada en el balcón de su casa confeccionando una pava. Fue ella quien le enseñó a hacer sus primeros tejidos del típico sombrero de los trabajadores del campo en Puerto Rico.
Pero no fue hasta su adultez que el hoy artesano, de 55 años y padre de dos niñas, entendió la importancia de mantener viva esta tradición. Por lo que en 2006 decidió educarse de lleno en la confección de pavas, un arte que, reconoce, requiere de paciencia y tiempo.
“Cuando yo era pequeño mi mamá lo hacía y, pues, yo aprendí chiquitito con ella, porque cuando era más joven ya se me fue olvidando. Después, me enteré de que había una señora en el pueblo que daba un taller de esto y me apunté y aprendí”, cuenta el artesano aguadeño.
Ángel Luis viaja a Isabela y Cabo Rojo en busca de la palma yarey, cuyas hojas utiliza como material principal para sus creaciones. Las corta y las pone al sol por semana y media, lo que permite que pierdan el color. Luego las guarda en la sala de su casa y las va trabajando poco a poco. Elaborar un sombrero de tamaño regular podría tomarle al artesano un día y medio, dependiendo del tamaño. El tiempo que le dedica a sus artesanías es al terminar su jornada de trabajo regular, cuando se sienta a entrelazar las hojas de palma frente al televisor en su casa, en el barrio Cerro Gordo.
Además de pavas, Ángel Luis confecciona canastas, escobas y hace tallados de los Reyes Magos en diferentes piezas de madera como en lápices de escribir y hasta en palitos de fósforo. Su arte lo expone, siempre que puede, en ferias de artesanías de pueblos cercanos. También trabaja por encargos que le llegan, incluso de la diáspora. Y algunas de sus pavas forman parte de la decoración campestre del restaurante El Plátano Loco, en Aguada.
En la Isla cada vez son menos los artesanos que se dedican al arte del tejido de la pava, realidad que entristece a Ángel Luis.
“Antes las hacían mucho (las pavas)… las personas mayores vivían de este oficio, que no pagaba mucho, pero había señoras por el barrio y hombres que vivían de esto. No quiero que esta tradición desaparezca”, recalca con nostalgia sobre este símbolo emblemático del jíbaro puertorriqueño.
Para más información sobre las piezas del artesano aguadeño o hacer encargos, puede llamar al 787-328-0627.