Luego de celebrar el Día de las Madres, el salsero Tony Vega se fue a la cama sin pensar que durante la madrugada iniciaría un percance de salud que lo llevaría a estar en un quirófano en Atlanta, con el corazón al aire libre y sin ver a un ser querido hasta ocho días después. Con esa experiencia renació.

Todo comenzó con un extraño dolor en el pecho. No era como otros, pues el boricua padece de piedra en los riñones y ha sufrido de culebrilla, dolores que describe como “el diablo en vivo y a todo color”. Pero esta vez sintió como un gas atravesado que le impedía conciliar el sueño.

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“Bebé, yo tengo un dolorcito en el pecho”, le dijo a su esposa, Ángeles, esa noche entre el 10 y el 11 de mayo.

Entonces, recordó haber visto un vídeo que recomendaba toser si una persona sentía alguna molestia en el pecho. Lo hizo y se sintió mejor. Sin embargo, al día siguiente se levantó, desayunó y volvió la dolencia. Le pidió a su esposa que lo llevara a una sala de emergencias. Ella lo dejó y se fue, pues los protocolos por el coronavirus covid-19 no permitían acompañantes en el hospital. Ángeles no lo volvió a ver en una semana.

A las 5:00 de la tarde, un helicóptero lo esperaba para ser traslado de emergencia. Era una situación de vida o muerte. Su familia no sabía nada.

“El médico de emergencias me dijo: ‘Mire, señor Vega, necesitamos que se monte porque aquí no podemos hacer nada. Lo van a transportar al hospital Emory, en Atlanta, donde lo están esperando en la sala de operaciones para intervenir con usted tan pronto llegue. Usted tiene una disección doble en la aorta, la vena principal, la que está pegada en el corazón y más arriba”, narró.

Aunque por su música Vega ha viajado por el mundo y ha tenido vuelos de hasta 18 horas, este –de 40 minutos– fue el más largo de su vida.

“Yo me puse a negociar con el Señor. Le dije: ‘Señor, cómo es posible que tú me lleves y de esta manera, solo, que no tengo ni a mi esposa ni a mi hijo, que es pastor, que me unjan, que oren por mí”, recordó.

Al aterrizar, lo llevaron de inmediato al quirófano. Allí, la anestesióloga le explicó que la operación duraría siete horas y que era necesario entubarlo. Vega solo pensó en su voz.

“Yo vivo de mis cuerdas vocales, para que tenga cuidado”, le dijo a la mujer.

Ella dejó todo lo que estaba haciendo, le agarró la cara y lo miró fijamente.

“Yo no estoy aquí para salvar tus cuerdas vocales. Nosotros estamos aquí para salvarle su vida”, le contestó.

Antes de la anestesia, a eso de las 9:00 de la noche, una enfermera mayor, que miraba todo desde la distancia, se le acercó y le dijo al oído: “Tranquilo, que Dios está contigo”.

Al escuchar esas palabras, el salsero cerró los ojos y despertó siete horas después creyendo que aún ni le habían puesto la anestesia.

Esos primeros días en intensivo fueron fuertes. Recibió dos transfusiones de sangre. Por poco tiene que ser dializado porque sus riñones comenzaron a colapsar. Tuvieron que inyectarle insulina. Y le introdujeron tres tubos a los pulmones porque tenía mucho líquido.

“Fueron muchas cosas. Dormir boca arriba, ver ese pecho abierto casi desde la quijada del cuello hasta casi el ombligo. Es impresionante. Por otro lado, había una paz, loco por ver a mi familia, pero era una paz linda”, contó.

Días sin su familia

Vega no pudo ver a sus seres queridos por más de una semana. Ellos supieron la gravedad del asunto cuando el helicóptero aterrizó en Atlanta.

“Mi familia se mudó para un hotel al lado del hospital porque no podían ni verme, solo llegaban al lobby para entregar cualquier cosa que yo necesitara y ahí la enfermera me la subía a la habitación. Yo no los vi hasta el octavo día. La primera vez que los vi fue porque el enfermero que estaba a cargo mío, cuando ya estaba fuera de intensivo, me los puso a través de su teléfono. Fue un momento de quebranto. Pensé que no los iba a volver a ver”, relató.

El artista, quien profesa el evangelio desde su conversión en 1996, elogió la labor del personal sanitario que le atendió. Además, resaltó que, curiosamente, el enfermero encargado de él en intensivo se llamaba Mesías y quien lo atendía en la habitación se llamaba Moisés. Durante su estancia en el hospital, contó que veía el culto los domingos y que las enfermeras le preguntaban por el predicador –su hijo– y que admiraban su voz al cantar.

“Porque no me has oído a mí”, les contestaba Vega, quien lo contó entre carcajadas.

“Esto es un milagro”

Lo cierto es que, al día de hoy, Vega se siente feliz y animado. Camina todos los días y ya hasta maneja.

“Ya yo estoy activo. No estoy haciendo más cosas porque mi esposa y mis hijos no me dejan, pero si me dejaran ya yo estaría trepando paredes”, bromeó.

El jueves tuvo su primera cita con el cardiólogo que le dará seguimiento y le hicieron un sonograma de una hora y media.

“Hablando con el cardiólogo ayer me dijo: ‘Tú llegaste justo a tiempo'. Si yo no me monto en ese helicóptero, no nacía. Agradecido de Dios. Esto es un milagro. ¿Quién no está alegre de estar vivo y de ver la mano de Dios? Yo estoy vivo porque Dios me alargó los días”, sentenció.

Si en los exámenes no encuentran ninguna anomalía, la próxima cita será en noviembre y, al año, tendría otra con el doctor que le operó.

“El tipo [doctor] me dio luz verde a volver a hacer las cosas normales que antes hacía, lógicamente, con cuidado, no me voy a ir a un gimnasio a levantar pesas con este tajo en el pecho, pero ya yo volví a la normalidad, dejando el estrés y con buena alimentación. Del tiro, ha sido la dieta más efectiva, pero la más dolorosa, rebajé 20 libras. Nada, cogiéndolo un día a la vez”, manifestó.

Esta no sería el primer percance que afecta la salud del salsero. De acuerdo a la hemeroteca de Primera Hora, en 2012 sufrió un infarto en medio de unas vacaciones familiares en Orlando y fue hospitalizado. Al año siguiente, recibió atención médica antes de una presentación en Venezuela por cálculos renales. Posteriormente, en 2017, fue ingresado a una institución hospitalaria en Colombia por dolores abdominales que resultaron ser por la misma enfermedad. Mientras, en 2019, fue operado de paratiroides.

Planes artísticos

A pesar de estar al borde la muerte, Vega ya planifica su regreso a los escenarios. Duda que sea este año, pero está positivo de que, en el mejor de los casos, a mediados del año que viene comenzará a hacer presentaciones.

“Le dije al Señor: ‘De ahora en adelante, pa’ donde tú me tires yo caigo. Si tú quieres que me dedique al Ministerio, ahí estoy, si quieres que siga en esto, ahí estoy. Lo que tú me digas'”.

Asimismo, aprovechó la oportunidad de mostrar su gratitud con todas aquellas personas que se preocuparon por su salud.

“Estoy agradecido por las oraciones, por los deseos de pronta recuperación, créeme que se sintieron. Les doy las gracias por tenerme en cuenta, protegiéndome y llamando. Estoy superbién, me estoy recuperando mejor de los que ellos [los médicos] esperaban. Feliz de estar vivo y agradecido de toda la gente que me llevaron en sus oraciones, que fueron muchas. Uno no sabe cuánto la gente aprecia a uno y a la verdad que me sentí un consentido de Dios y de la gente”, agradeció.