El olor a madera recién cortada impregna el taller 100x35 del reconocido luthier, Ángel Luis “Wimbo” Rivera Rivera, en el barrio Cuchillas de Morovis, donde los sueños musicales se hacen realidad.

Al entrar se observa una impresionante cantidad de instrumentos de cuerda que cuelgan desde el techo en sus distintas etapas de elaboración artesanal, dejando ver su perfeccionada belleza. Hay cuatros, guitarras, tiples, bordonúas, treses y, requintos, moldeados por el artesano de 63 años, quien tocó con varios grupos de música típica, entre estos, Mapeyé.

Wimbo se enamoró de la música a temprana edad y se interesó en la confección de cuatros y guitarras cuando tenía ocho años, ya que su abuelo era artesano y músico, mientras que su padre, Pedro Rivera, “tocaba un poquito de guitarra”.

Los cuatros los trabaja de dos formas: el dobla'o (que integra varias piezas de madera) o el enetrizo (una pieza única).
Los cuatros los trabaja de dos formas: el dobla'o (que integra varias piezas de madera) o el enetrizo (una pieza única). (WANDA LIZ VEGA)

Fue en la década del 90 que inició su camino en la elaboración de instrumentos musicales, plasmando una huella que le reconoce como uno de los mejores luthieres de Puerto Rico.

“Siempre me gustó esto de la artesanía”, contó el artesano moroveño, que también trabajó en construcción, ebanistería y como funcionario municipal.

Relató que, “arranqué a hacer instrumentos en 1992. Ahí conocí a mi mentor y maestro, Jaime Alicea, de Vega Baja, uno de los grandes luthieres de Puerto Rico, reconocido mundialmente”.

“Estuve con él hasta 1996. Ese año hubo una competencia de artesanos; no quería ir porque nunca me ha gustado competir con nadie. Pero mi esposa, Ida Magaly Rivera Marrero, dijo que tenía que competir, así que, preparé un cuatro que era de majó, muy bien hecho”, manifestó Wimbo, quien tiene tres hijos, ocho nietos y un bisnieto.

De esa manera, ganó la competencia, compró la maquinaria que necesitaba para hacer sus instrumentos y, desde entonces, ha continuado una labor que ha sido reconocida por más de tres décadas. Asimismo, ejecutó el cuatro con el fenecido Iluminado Dávila, conocido como ‘el sol de Morovis’, Tony Mapeyé y 100x35 del corozaleño José ‘Pepe’ Ríos.

“Ya no estoy tocando, pero un cuatro es lo más maravilloso que hay… el sonido. Cuando uno hace un instrumento, coge el cuatro y lo suena, poder decir: ‘Como salió esta obra de arte’. Es una obra de arte porque no todo el mundo tiene esa facilidad y el don. Le doy gracias a Dios que me dio ese don de hacer instrumentos y tocar”, acotó el hijo de María Margarita Rivera Burgos.

Además de cuatros, "Wimbo" también trabaja guitarras, requintos, bordonúas, treses y tiples.
Además de cuatros, "Wimbo" también trabaja guitarras, requintos, bordonúas, treses y tiples. (WANDA LIZ VEGA)

En su taller da vida a instrumentos de cuerda como cuatro, guitarra, requinto, bordonúa, tres, tiple, el cuatro dobla’o y el cuatro enterizo, que es una sola pieza.

“No hay muchos por ahí. El cuatro enterizo se hace con yagrumo hembra; se le puede meter cedro o pino. El (cuatro) dobla’o son partes diferentes y lo piden mucho, porque se hace en palo santo, una madera que viene de África y la piden mucho porque es muy buena para instrumentos… sonora”, explicó.

“También piden ‘el nazareno’ (madera) que es corazón púrpura, como color vino, esa se da en Costa Rica. De aquí trabajo mucho el majó, guaraguao; el laurel -es mi madera preferida-, acacia, maga, entre otras que son buenas para instrumentos”, agregó.

En cuanto a las guitarras, señaló que, “no debe ser enteriza porque, como es grande queda pesada y se hace doblada porque uno busca el balance en el sonido”.

“Lo mío es más el cuatro, pero siempre tengo guitarras. Hay personas que hacen un instrumento en tres o cuatro días, pero es a producción. Yo no soy a producción, porque me gusta que cuando el instrumento salga de aquí, salga perfecto, con buen sonido, que lo miren y digan que está bien hecho”, insistió.

Entretanto, destacó que ya no está tomando trabajos nuevos pues su lista de espera es hasta de dos años. Con eso validó el interés de la gente por la música puertorriqueña.

“Hace como nueve años que me quité de la música por condiciones de las manos; la habilidad no es la misma por el trabajo que hago. Soy un amante de esto y espero en Papa Dios que, si un día me manda a buscar, que lo haga mientras yo esté trabajando aquí, pa’ irme contento”, concluyó.