“¡Quiero ser trovador!”
A sus cinco años de edad, David Ortiz Morales demuestra su talento en el arte de la décima espinela.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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BARRANQUITAS. Tal parece que David Ortiz Morales se alimenta con música desde que estaba en el vientre, a juzgar por la seguridad que demuestra en una tarima cuando se posa para entonar la trova puertorriqueña a sus cinco años de vida.
Pero el talento viene de cuna ya que su padre, David Ortiz Luna, es cantante de salsa criado en el barrio Helechal, sector Hoya Honda de Barranquitas, tierra donde crecen muchos patriotas que le cantan a nuestra amada Isla, incluyendo a sus familiares más cercanos.
Sin embargo, el pequeño gigante nació fuera del archipiélago borincano pues su historia comienza en la patria de su madre, Mónica Fernanda Morales Pantoja, oriunda de la ciudad San Pablo de Pasto, ubicada en el Departamento de Nariño al sur de Colombia, justo en la frontera con Ecuador.
“Colombia entera es muy salsera y hacen música por doquier. Nos conocimos cuando él llegó a mi ciudad para cantar y nos encontramos. Me gusta la salsa, la bailo y eso fue la conexión; fue un amor de Dios. Yo digo que sí, que nuestro hijo fue amamantado con música”, confesó Mónica Fernanda de 33 años.
“Cuando mi esposa estaba embarazada, siempre le teníamos un radio y siempre que se le ponía música se movía (en el vientre). Para mí, está en la música desde la barriga. Lo de cantar sucedió desde que más o menos tenía un año, que se ponía a tararear la música de salsa que yo hacía”, expuso por su parte el progenitor.
Entonces, su padre lo llevó a tomar clases de música con Luis Daniel Colón, “El eterno niño trovador”, pues quiso que su hijo probara con el género que ha marcado a su familia. Pero el interés demostrado por David sobrepasó sus expectativas.
“La música de trova es algo que en mi familia lo llevamos en la sangre e, incluso, tengo otros familiares que cantan música típica. Pero en realidad, él no se había criado en ese ambiente de la trova porque llegamos a Puerto Rico a vivir hace dos años. Hace seis meses que lo llevamos a donde Luis Daniel para que tomara clases y a él le encantó, y como a él le encanta, hay que apoyarlo y seguir con esto”, explicó el hombre de 34 años.
“La verdad es que yo amo la música típica, aunque lo mío es la salsa, pero también canto mi décima y aguinaldos. Digamos que a Luis Daniel lo conocemos muy bien porque iba a mi casa desde que yo era niño y compartía con mi familia. Pero además de conocerlo, es un maestro excepcional y él sabe cómo llegar a los niños, canta muy bien. Todo fue como que dije: “Vamos a ver si le gusta la trova y si le gusta lo voy a apoyar”, reiteró al mencionar que su hijo empezó en clases de trova a los cuatro años.
Por difícil que parezca, a David se le ha hecho fácil hilvanar el arte de la décima espinela, al punto que la primera vez que le escribieron unos versos, corrió a su casa para aprenderlos.
“A él le interesa mucho, así que no es difícil para nosotros sentarlo a estudiar. Puedo poner la canción que sea y él se sienta y la escucha una y otra vez y después la practica. Es algo que le va a crear disciplina, le va a servir para el resto de su vida”, manifestó sobre sus clases cuya frecuencia es semanal.
“La experiencia es bien chévere, porque Luis Daniel le canta las canciones y estamos viendo cómo los niños van cantando cosas que a veces uno piensa que no van a cantar, pero en realidad lo logran. Uno ve el avance y se divierten mucho con los demás niños. Luis Daniel los lleva muy bien, hace que amen a Puerto Rico con sus letras, hace que amen la trova en sí”, agregó.
De hecho, al pequeño trovador no le interesan los juegos electrónicos y utiliza la calculadora “como si fuera un ‘Game Boy’”.
“Es un nene muy inteligente, muy disciplinado con las cosas de la escuela, está en kínder, pero él usa una calculadora porque sabe sumar, multiplicar, para mí es muy adelantado para su edad. Tiene algunas aplicaciones de juegos electrónicos que la mamá le ha puesto y lo hace con ella cuando estaba aprendiendo las vocales o para aprender a identificar los sonidos de los animales cuando tenía dos años”, acotó.
Una promesa de la música puertorriqueña
Por su parte, el estudiante de kínder tiene muy claro lo que anhela ser en el futuro.
“Quiero ser trovador”, dijo sin tapujos a Primera Hora el talentoso niño al revelar que “lo más que me gusta es la bandera de Puerto Rico”.
“Me encanta cantar. Me gusta construir cosas con bloques. Me gusta jugar con muchas cosas”, resaltó.
Asimismo, sostuvo que, además de la música de Luis Daniel, le gusta escuchar al jíbaro Andrés Jiménez.
“No me asusta cantar en una tarima”, resaltó y de eso pueden dar fe aquellos que han visto su desempeño en tarimas de Comerío, Coamo, Barranquitas y Plaza Las Américas.
Mientras que su padre, destacó que “para mí, lo más importante es que él sea feliz, pero poniendo sus responsabilidades y metas por delante porque lo voy a apoyar en lo que él decida”.
“Es un niño muy soñador, en su mundo está cantar y que siendo tan pequeño ya haya logrado tarimas, en su pecho está a todo vapor. Un futuro gratificante porque es un niño que irradia”, concluyó la orgullosa mamá.