Pirulo con sabor a barrio
El músico promociona su disco “Calle linda”, cuyas letras resaltan la vida urbana con mucha salsa, jazz y son cubano.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
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A los 17 años el cantante Francisco “Pirulo” Rosado Rosario quedó huérfano de ambos padres, víctimas de sida. Ese golpe que sacudió su vida en plena adolescencia provocó que se refugiara en la música, convirtiéndose en percusionista y compositor.
Para entonces, el artista de 38 años tuvo que hacerse cargo de sus hermanos menores, Sergio y Patricia, y juntos sobrepasaron las piedras en el camino para convertirse en hombres de bien.
Por las pruebas sufridas, el salsero ha querido, bajo el concepto Pirulo y su Tribu, buscarle el sentido positivo a la vida. Eso es lo que refleja en su disco Calle linda, cuyo primer corte es A lo loco, pero feliz.
Criado en el barrio San José de Río Piedras, Pirulo logró el cuarto año en la Escuela Libre de Música y obtuvo dos becas para estudiar en Berklee College of Music de Boston, pero no concluyó sus estudios por lo costoso que se le hacía vivir allá y porque se sentía en la obligación de cuidar a sus hermanos.
“Mi papá, siendo un hombre excelente, de mucho amor , tremendo pai y to’, cayó en las garras de las drogas, era adicto, tecato como decimos en la calle. Tristemente, se contagió con el virus de VIH, de sida, y contagió a mi mamá, que no tenía que ver con la calle. Ella era una madre de uñas y garras con nosotros y de mucho amor, y ese mismo amor la infectó. Eso fue una desgracia, yo era un teenager, un chamaquito…”, narra a Primera Hora el intérprete que luce una larga cabellera con dreadlocks.
A pesar de la adicción de su padre y de haberse criado de forma humilde en el barrio, expresa que sus progenitores le “enseñaron muchos valores. Me enseñaron el verdadero camino de cómo uno debe vivir basado en la moral, el respeto y las cosas lindas. Y la música me ha sacado hacia adelante”.
Al quedar solo con sus hermanos, cuenta con la voz entrecortada que “hubo mucho trabajo emocional, de amor, de querernos y amarnos por encima de todo, que es lo único que nos va a mantener dándole cara a esta vida que nos tocó”. Agrega que “me corto (se emociona) un poquito porque es mi verdad y no me molesta, me enorgullece. De ese dolor, de ese sentimiento, de ese llanto que no se va, porque perder a una mamá y papá, hay que aprender a jugar con ese dolor y es un dolor que morirá conmigo. Mis hijas (Sábara Iré e Iyansa Iré) me han alivianado ese dolor y sentimiento, y la tarima que es mi escape. No he ido a psicólogo”.
Pero no todo fue negativo en la vida de Pirulo, pues su padre era flautista y sus tíos percusionistas, lo que le sirvió de inspiración para enamorarse del género de la salsa. Ismael Rivera, Marvin Santiago, El Gran Combo de Puerto Rico y La Sonora Ponceña fueron su base musical. Y es con esa cadencia tropical que quiere llevar su mensaje positivo a través de sus letras.
Pero su primera experiencia profesional en la música fue como rapero en el sello discográfico White Lion de Elías de León. Trabajó con Tego Calderón produciéndole el álbum El Abayarde contra-ataca y como el director musical de su banda, lo que le permitió crecerse como artista y viajar.