Pero está probado que tener los mejores recursos vocales, no es garantía de triunfo. La asesoría se torna imprescindible no solo para maximizar el talento, sino para evitar errores que terminen afectando la carrera musical. 

El aspecto legal es uno de lo más prioritarios, ya que una mala decisión se puede traducir en pérdida de dinero, y hasta en una deuda, para el aspirante. 

El licenciado Edwin Prado, quien cuenta con 28 años de experiencia en este ámbito, es enfático en la importancia de contar con este tipo de representación y, de vez, habla sobre las probabilidades reales de triunfar.

“La realidad de la vida es que la industria del entretenimiento, especialmente la música, es una industria de alto riesgo. De diez proyectos que se lanzan, uno es exitoso”, menciona. “Descubrir ese ángel que tiene que tener el artista, no es fácil. La disciplina es importante, y la presencia escénica, también”, además de su desenvolvimiento con los medios. Sin embargo, no existe una fórmula que asegure el éxito.

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El experto, además, hace una comparación sobre la manera de hacer música hoy día.

“La revolución tecnológica ha hecho que personas que no están firmadas con ninguna compañía discográfica, tengan acceso a poder ellos crear su propia carrera en las redes sociales”, dijo. “La gran mayoría de los artistas nuevos, son artistas que se hacen en las redes. Entonces, ha abaratado el costo de uno querer ser artista”, destacó. “Antes, para tener acceso a ser artista, uno tenía que firmar necesariamente con una multinacional, si no, tus probabilidades eran bien pequeñas”. 

A esto se añade la facilidad para producir sencillos. “Gracias a los avances tecnológicos, grabar se ha hecho sumamente costo efectivo. Cualquier persona en la computadora, con ciertos programas, tiene acceso a poder autoproducirse”. En este sentido, reitera que “pueden utilizar el software de Auto-Tune, que a lo mejor no tiene voz, pero con Auto-Tune canta hasta el más ronco”.

El número ascendente de seguidores en las redes sociales juega también un papel determinante como señal de aceptación. Sin embargo, es solo un paso en el propósito por contar con una carrera musical sólida. 

Pendiente a los manejadores 

Hay que tener cautela a la hora de aceptar los servicios de quien se presente como un manejador, ya que no todos cuentan con la experiencia para trabajar la carrera.

“Ese grupo de profesionales no está regulado por el gobierno en Puerto Rico, entonces cualquier persona dice que es un manejador”, alerta el abogado. Por lo tanto, indagar es un ejercicio obligado antes de acceder a ser representado por uno.

“Pregúntele qué artistas ha trabajado, y no se limite a la palabra que le dé. Investigue si en realidad esa persona trabajó a ese artista. Hay muchas personas que a lo mejor han trabajado en la industria en facetas que no son de manejo, y por haber trabajado con tal artista, les llenan los ojos de que tienen experiencia, contactos en los medios, y ese tipo de cosas, cuando en realidad no es verdad”, aclara el licenciado, quien cuenta con un programa en formato de podcast en iHeartMedia bajo Edwin Prado el abogado de las estrellas, y en el que comparte, precisamente, anécdotas relacionadas con su práctica, además de consejos y entrevistas a invitados.

“He visto un sinnúmero de personas que yo mismo les he hecho los contratos de manejo, que no tienen ni una pizca de conocimiento del negocio. Uno tiene que terminar orientando”, confiesa, y comparte que “el tener mucho dinero no implica poder tener éxito. Ha habido millonarios que se han quedado sin dinero por el afán de querer meterse en la farándula”.  

Prado es enfático en que quien aspira a ser artista, también tiene que buscar asesoría legal en cuanto a manejo. “Sin un contrato yo no voy ni de aquí a la esquina con ciertas personas”, revela con miras a ir lo más seguro posible en el negocio. 

Mucho cuidado

El abogado Edwin Prado enumera varios errores de los que te debes cuidar si tu interés es hacer de la música tu profesión. 

No contar con representación legal

Prado observa que “estamos en una generación millennial, una generación de yo puedo solo”. Esta manera de pensar es peligrosa. “Se creen que se las saben todas y firman contrato sin representación legal”.

Acceder a la presión 

Además, en el ofrecimiento de contratos, el artista puede encarar la presión de firmar al momento sin analizar bien la propuesta. 

“Desde el punto de vista de comenzar a negociar, cuando una disquera o un manejador tiene intenciones de trabajar con el aspirante a ser artista, lo primero que tiene que hacer desde ese momento el artista es entender que necesita representación legal de una persona que conozca el negocio”, reitera el licenciado. “Este negocio es altamente técnico. No todos los abogados entienden”, aclara el letrado, quien ha trabajado como abogado de entretenimiento desde 1993.

Ignorar el aspecto económico

El licenciado aconseja hacer un ejercicio de flujo de efectivo, de cómo corren los números en ese contrato. 

“Se le llenan los ojos con los números”, comenta. “Debe coger ese contrato y decir, ‘si vendo un disco, me dan $10, ¿cuánto me sobra?’”, alerta sobre un ejercicio imprescindible.

“Todos los contratos tienen una parte de contabilidad y reporte de regalías, y eso es bien técnico”, advierte el también profesor de contabilidad de la Universidad de Puerto Rico, quien advierte que “la disquera es como el casino, nunca pierde, y si pierde, tú me lo vas a pagar”. Analizar el aspecto matemático evitará decepciones. 

“Vendí un millón de dólares, pero hay esta cláusula en la que hay que descontar tanto, y otra en la que te descuentan tanto. Pero la mayoría de los artistas se enteran de lo que firmaron cuando llega el primer cuadro de regalías”, lamenta. “De antemano, hay que saber qué fue lo que tú firmaste”.

Además, aconseja que “cuando tú llegas a cierto nivel, es recomendable tener un business manager, que es diferente al manejador”, para hacerse cargo de esa gestión. 

Firmar acuerdos bajo los esquemas de negocios antiguos

La manera de vender música ha cambiado. “Has escuchado que ‘firmé por 5 años con una disquera’. El primer año te dicen, ‘tienes que traerme 12 sencillos, un LP’. Hasta que yo no le entregue los 12 temas, ese primer año no termina. Y ahí se va a extender y extender”, explica a modo de ejemplo, lo que implicaría alargar el tiempo de compromiso con la multinacional ya que no se trata de un año calendario.

Al abundar sobre esta particularidad en tiempos donde el álbum no tiene el auge de hace una década, explica que “lo más que puede trabajar un artista en un año son seis sencillos, y los bien grandes (famosos), son tres o cuatro”. Por eso “es que tienen que tener mucho cuidado de cómo define la entrega mínima requerida para que un periodo contractual termine”.

Confundirse con una multinacional 

“No hay que firmar con un sello para triunfar”, explica. “Lo que yo aconsejaría a cualquiera que está haciendo pininos, que está empezando, es que no firme con una multinacional”, señala con énfasis. “Te tienen amarrado a ver lo que pasa, por si acaso das un palo, y si das un palo, sacan el contrato de que les perteneces”.

El licenciado recalca que, para llevar la música en esta etapa inicial, existen otras alternativas. 

“Hoy en día no hace falta una multinacional. Todas las personas que están vendiendo música, salen mejor firmando con un sello independiente”, aclara. “Aquí se ha demostrado que la mayoría de la gente que tiene capacidad para crear artistas no está en las disqueras. Un ejemplo son los jóvenes aquí en Puerto Rico que crearon una corporación que se llama Rimas. De ahí sale Bad Bunny”, dijo. “(Daddy) Yankee, en el sótano de un apartamento en (el residencial) Villa Kennedy (en San Juan), grabó el disco más vendido de la historia del movimiento urbano, Barrio fino”, añadió para reiterar su punto. 

Prado también menciona la conveniencia de una multinacional en términos de distribución. “Luego de que su carrera arranca, y hasta cierto nivel, sí la multinacional va a ser importante, porque tú no tienes la capacidad de tener ojos y oídos en el mundo entero”, aclara. “Una cosa es un talento de la disquera, y otra es una distribución. En una distribución el artista es el que está a cargo de su carrera, de un mercadeo, de su inversión, y de todo, y la compañía simplemente es un distribuidor”, explica, y menciona al productor Raphy Pina para sostener su recomendación. “Tiene distribución de Sony, pero él es independiente, es el que decide a quién va a grabar, a quién no”.