El futuro que se le asoma a la familia Cepeda tiene dos caras: la de los niños y la de los músicos dedicados a géneros distintos de la bomba.

En pleno festejo del primer aniversario de su nueva sede en Santurce, Modesto Cepeda y sus hijas Gladys y Brenda recogen la cosecha de triunfos obtenidos en casi cuatro décadas de esfuerzo por promover el folclor afrocaribeño. Y con ese mismo ímpetu, se preparan para enfrentar los nuevos matices de esta gesta.

“Si se puede resumir de alguna manera, el mayor logro que hemos tenido es la satisfacción de haber contribuido con un granito de arena a que este pueblo no pierda una parte fundamental de su cultura: la bomba, la plena, porque un pueblo que pierde su música está destinado a desaparecer”, expresa a este diario Modesto Cepeda en el segundo piso del Centro Cultural Dr. Modesto Cepeda Brenes, ubicado en la calle Rafael Cepeda Atiles, en Villa Palmeras.

Precisamente en esa calle ocurrirá la celebración del primer cumpleaños de la estructura el miércoles 21 y jueves 22 de marzo, seguido del Duodécimo Día Nacional de la Bomba, el viernes 23 y sábado 24 de marzo. Gladys y Brenda temen que allí no quepa tanta gente, pero no siempre fue así.

En momentos de las décadas de los 80 y 90, las lágrimas aplacaban al “patriarca del clan”, como le llaman cariñosamente algunos de los estudiantes de las clases de baile que se ofrecen en el Centro, al sentirse frustrado por la falta de interés general e incluso “persecución” contra sus iniciativas.

“El progreso ha sido enorme. Las cosas han cambiado. El respeto y valoración para la bomba y la plena ha crecido. Pero queda mucho por hacer”, afirma don Modesto.

Además del proyecto de Kinderbomba, dirigido a los más pequeños desde hace casi una década, el profesor identifica como meta actual de la organización el fomento de la bomba y la plena en comunicación con otros ritmos de gran acogida en Puerto Rico.

“Los músicos de la salsa son geniales. ¿Y por qué ‘Maelo’ (Ismael Rivera) se destacó? Porque tuvo la visión de juntarse con la gente de la bomba y la plena. Ojalá los salseros, los merengueros, y hasta los reguetoneros aprendan a hablar este lenguaje. Nosotros somos también soneros”, afirma con orgullo el percusionista.


Observados por todos

Las palabras son bonitas, pero sólo las acciones tienen resultados. Gladys Cepeda, quien tiene sobre sus hombros gran parte de la administración del Centro Cultural, cuenta que, desde que tienen esta nueva sede, las responsabilidades han aumentado.

“Los ojos de Puerto Rico están encima de nosotros, pendientes de qué hacemos”, acota. Menciona como ventajas, sin embargo, que la matrícula de los cursos se ha duplicado al sobrepasar las decenas y llegar a las centenas de alumnos.

“Nos hemos diversificado tanto en recursos como en contenido. Ha sido un año de muchas emociones”, expresa al señalar que se han podido incorporar talleres a los ofrecimientos de la Escuela de Bomba y Plena de Puerto Rico. Entre los expertos que han acudido al centro se encuentran Pablo Luis Rivera y Marián Torres.

Por otra parte, contar con amplias paredes les ha permitido trascender el baile para incorporar la pintura, la serigrafía y, próximamente, la escultura. Los trabajos de Jonathan Dwayne se estarán exhibiendo permanentemente, acompañadas de obras de Sixto Cotto, Martín García y José Alicea.

“Quiero agradecer a Jorge Santini, no al alcalde (de San Juan), sino al hombre que entendió la visión de mi padre e hizo un sueño realidad. Igualmente, al director del Departamento de Comunidades al Día, Ramón Figueroa Espada”, añade Gladys con un taco en la garganta.

“El crecimiento no va a parar. No nos vamos a cansar nunca. Cuando veamos un deseo cumplido, vamos a buscar otro para seguir luchando por la bomba y la plena”, insiste Modesto Cepeda.