“Como pudiera / La flor crecer sin tierra / Como quisiera / Poder vivir sin ti / Pero no puedo / Siento que muero / Me estoy ahogando sin tu amor” - Fher Olvera

El público puertorriqueño recibió con el cariño de siempre al grupo de pop-rock latino Maná. Habían pasado 5 años, huracanes, terremotos, quiebra económica y la pandemia -entre otras desgracias de esta Isla-, desde su última visita.

Los integrantes actuales son Fher Olvera, compositor, líder y vocalista; Juan Calleros en el bajo eléctrico; Álex González en la batería y la voz; y Sergio Vallín en las guitarras eléctrica (cuerdas de metal) y clásica (cuerdas de nylon). La multi-premiada agrupación fundada en Guadalajara, México en 1986 ha recibido 25 premios Billboard, 15 Premios Lo Nuestro, 4 Grammys y 8 Latin Grammys, además de una estrella en el hollywoodense Paseo de la Fama y el reconocimiento extraordinario “Persona del año” en 2018 de la Academia Latina de la Grabación.

Maná, después de haber vendido sobre 40 millones de discos por los 5 continentes e innumerables y exitosas giras de conciertos, consiguió llenar nuestro más amplio lugar de espectáculos, el Coliseo José Miguel Agrelot (”Choliseo”), de su buena onda y hermosas (y súper pegajosas) canciones.

Fue un reencuentro con muchos de los grandes hits de una de las bandas que popularizaron el rock en español para las décadas de 1980-90 como: “Rayando el Sol”, “Me Vale”, “Vivir sin Aire”, “De Pies a Cabeza” y “Oye mi Amor”, de la exitosa producción titulada ¿Dónde Jugarán Los Niños?, que vendió más de 10 millones de copias, convirtiéndose en un álbum de rock en español para la historia.

El público deliró desde la introducción en la armónica del conocido tema “Vivir sin aire”. La conciencia social de este estupendo grupo de artistas se manifiesta desde la creación en 1995 de su Fundación Ecológica Selva Negra, en favor del ambiente. Las luces y la escenografía del equipo de trabajo de Maná fueron muy efectivas en comunicar la esencia de la transparente propuesta estética.

(Stephanie Rojas)

El programa del memorable concierto consistió en una mezcla de pop latino, baladas, con las distintas vertientes de rock (suave, progresivo, hard) y el ska. Tuvieron a bien incluir en la secuencia de esta gira números fundamentales de su trabajo como los éxitos “En el muelle de San Blas” y “Cómo dueles en los labios”, con la misma energía singular del disco Sueños Líquidos -producido por Alex, Fher y Benny Faccone frente al mar-, donde jugaron a la creatividad desde géneros como el bossa-nova, el cha-cha-chá, la guajira, los palos flamencos y el reggae jamaiquino.

Un extenso solo de batería estableció la maestría de Álex González, veterano músico nacido en Miami, de extracción colombiana y cubana, quien a la edad de 15 años fue uno de los fundadores en 1986 de Maná, vocablo que quiere decir energía positiva en el idioma polinesio. Este momento de brillo del expresivo artista también sirvió de interludio en el show para un cambio de tarima, un movimiento que sirvió de estímulo visual a los que nos tocó sentarnos alejados.

Una pena que el sonido no fuera reproducido con la misma calidad del que emitían desde la tarima principal. En este segmento reinterpretaron algunas canciones folclóricas del inmenso legado popular de su país de origen.

Lo que no logro entender y me deja perplejo es por qué los conciertos en el Choliseo empiezan casi siempre tarde, en esta ocasión, una hora y 45 minutos después de la hora anunciada.

No es justo con los que pagan y llegan temprano, ni con los que trabajamos en estos eventos. El Centro de Bellas Artes de Santurce eliminó ese problema hace lustros, imponiendo multas a los productores a partir del minuto 11 de tardanza. Siempre hay espacio para reflexionar y mejorar nuestra maltrecha convivencia social.