Luis “Perico” Ortiz: “Sé que me respetan en mi país”
Músico profesional desde los 14 años, el trompetista comparte detalles poco conocidos de su abarcadora trayectoria musical y de su vida personal.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Fue debido al Sonero Mayor, Ismael Rivera, que Luis ‘Luisín’ Ortiz pasó a llamarse Luis ‘Perico’ Ortiz y hasta el sol de hoy, tal vez con excepción de su esposa, hijos y familiares más cercanos, todos le llaman así. Y esta es una historia anecdótica que para el afamado maestro de música, trompetista, compositor, arreglista, cantante, productor y ‘mil cosas’ más en su devenir por el mundo musical, tuvo un inicio y un final.
Próximo a cumplir 74 años en este venidero mes de diciembre, ‘Perico’ Ortiz gusta hoy día de hablar, de contar cuentos, anécdotas relacionadas con su crianza y con sus vivencias a través de la música. De paso, buen conversador es y en su ‘disco duro’ guarda tantas memorias vividas que cuando inicia una conversación en la que se siente a gusto es como estar viviendo uno de los cuentos de Las mil y una noches.
Ortiz nació en 1949 y desde los 12 años comenzó sus estudios musicales en el proyecto de las Escuelas Libre de Música que fundó Ernesto Ramos Antonini. De hecho, tanto ‘Perico’ como su esposa Diana fueron miembros de esa primera clase graduada en 1966 en San Juan.
Cuenta ‘Perico’ que ya con algunos 13 años, en aquella época de mediados del 60, las principales radioemisoras del área metro hacían programas de radioeatro. Entonces él se levantaba temprano, compraba dos chavos de pan con mantequilla y se iba solito en la guagua para llegar a los teatros para ver las orquestas y cantantes, y en su mente se hacía la película de que algún día él estaría tocando en esos teatros.
“Salía de mi casa los sábados y llegaba a casa nuevamente a eso de las 6:00 o 7:00 de la noche. Y salía con mi trompetita, que todavía la tengo, y pude ver a las orquestas de César Concepción, la de Myrta Silva y muchos artistas más. Un día estaba viendo a Sylvia Rexach y a Tuti Umpierre que cantaban en una barra y de pronto cuando miro para un local que decía WKAQ Radio escucho un sonido musical que me dejó impresionado. Nunca antes había escuchado eso. Era el Combo de Cortijo con Ismael Rivera y me enamoré de ese sonido. Era la primera vez que escuchaba tocar bomba y plena a nivel de combo y con Cortijo tocando un timbal con el que tocaba el toque del tambor. Ese (Cortijo) fue un verdadero revolucionario de lo que es nuestra música popular”, dijo Ortiz.
Cuenta “Perico” en entrevista con Primera Hora que desde ese día no paró de seguir a Cortijo y a Ismael donde quiera que iban a tocar. El grupo de Cortijo se fundó en 1954 y para cuando él tenía 12 años y descubre al combo, en 1961, Ismael tenía pegado el tema Quítate de la vía Perico.
“Como dije, yo de jovencito, con mis 12, 13 años, seguía al grupo y siempre me dejaban tener una esquinita cerca de la verja para verlos. Cuando ellos pegaron el tema de Perico ese fue el primer número que me aprendí en mi trompeta, de memoria y completo con el arreglo que hizo Kito Vélez (trompetista de Cortijo). Entonces, un día le dije a Ismael, “oye, ese número que ustedes tocan lo sé completo, a ver si me dan una oportunidad para tocarlo con ustedes. Y le toqué el número y entonces Ismael se viró y me dijo, ‘ya no te llamarán más Luisín, te van a llamar Luis ‘Perico’ Ortiz y le vas a dar mucho prestigio a nuestra música’ “, recordó Ortiz.
Pasaron algunos 25 años y Ortiz, ya convertido en un músico y director de orquesta de usted y tenga, coincidió en varios eventos con Ismael en tarima.
“Dimos grandes conciertos. En la Fania All Stars, por ejemplo, en el único concierto que cantó Ismael con el grupo, que fue en el Madison Square Garden en Nueva York, y allí por vez primera cantaron Celia Cruz y él juntos (grabaron el tema Cúcala el 9 de julio 1975). Ismael, por ejemplo, cuando grabó el tema Bilongo (Latin Connection; 1981), en donde yo hice un solo de trompeta, Ismael me presenta y dejó para la historia aquella frase de ‘le llaman Perico’ “.
Esta historia tiene su final para ambas figuras.
“Mi esposa por razones de salud, ya que estaba embarazada y no pudo viajar desde Nueva York a Puerto Rico para el sepelio de su abuelita, así pues tan pronto pudimos venir a Puerto Rico me dijo que quería visitar la tumba de su abuelita, que estaba en el cementerio de Villa Palmeras. El día que fuimos cayó un tremendo aguacero y le dije, ‘vamos al carro y volvemos mañana’. Pero para guarecernos nos ubicamos debajo de un árbol y entonces cuando en una yo miro al suelo, estaba parado sobre la tumba de Ismael Rivera. Para mí ese es el gran cierre de esta historia”, dijo Ortiz.
La influencia de su padre
Luis Ortiz nació en San Juan, de padres utuadeños que se criaron en el barrio Río Abajo. Su padre fue un bohemio, tuvo un trío y era cantante y guitarrista, y para cuando se casó con la madre de Ortiz ya había enviudado dos veces. “Le decían el viudo alegre”, recordó ‘Perico’.
De paso, en el 1985, en el disco La vida en broma, Ortiz honra la memoria de su padres y el barrio donde nacieron con el tema Río Abajo va, que canta Domingo Quiñones, tema que le dio gran popularidad al cantante.
“Ese tema, luego supe que tenía su autor y que se escribió como entre el 1910-1915. Hasta Daniel Santos lo llegó a grabar”, sostuvo Ortiz.
Ya iniciada la década del 40, su familia vino a vivir a la capital, en donde su padre trabajó como obrero de construcción en el Hotel Caribe Hilton. La familia vivía en Tras Talleres, cerca de las vías del tren, en lo que entonces se llamaban cubículos. Todavía en la calle Solá 934 está de pie la estructura en dónde se crió Ortiz, quien a lo 5 años comenzó tocando la guitarra, pero cuando entró a la Escuela Libre de Música en San Juan se vio “casi obligado” a tocar la trompeta.
“Era muy pequeñito y lo que me interesaba era tocar el saxofón. Quería tocar un solo que hacía Eddie Pérez con Cortijo en un merengue que ellos tocaban, pero cuando llegó la repartición de instrumentos que nos prestaban en la escuela ya no había saxofones. Solo quedaba una tuba y una trompeta. Con la tuba yo no podía, así que me dieron la trompeta”, recordó.
“Perico” siempre vivió para la música. Lo supo desde niño, aunque afirma que era algo que no podía explicar. Desde que su padre le regaló una guitarra y luego a través de la trompeta se dio cuenta que podía impactar a mucha gente de forma positiva con su música y contenido social.
A los 15 años, y ya estudiante en el Conservatorio de Música de Puerto Rico, era parte de la Orquesta Panamericana de Lito Peña y tenían una exposición segura a través de Wapa Televisión en todas las producciones de Tommy Muñiz.
Yo no podía abandonar el barco y ponerme a hacer salsa romántica porque yo venía y defendía la salsa con contenido social”
-Luis "Perico" Ortiz
“Desde los 14 años ya yo tocaba en clubes nocturnos, claro con el permiso de mis padres. Tocaba en un grupo y me entraban por la puerta de atrás de los locales. Ponía dos cajas de Pepsicola y me trepaba en ellas para aparentar ser más grande. Mi madre siempre me habló del libre albedrío, aunque yo al principio no entendía el mensaje, y ella me explicaba, “te encontrarás con varias puertas y de abrirlas cada una de ellas tiene sus consecuencias. Ya te hemos educado de forma correcta, te toca a ti escoger qué puerta tocar o abrir”, dijo Ortiz.
Su madre siempre fue una devota del catolicismo y la vida de ‘Perico’, desde jovencito, giró en torno a la música y a la Iglesia, en donde también era monaguillo.
Claro que muchas “cosas” no pasaron desapercibidas para el juvenil músico, pero, “Dios me cuidó, pude hacer la cosas correctamente. No hice nada que me pueda dar una vergüenza mayor. Yo no salía a tocar para buscar llevarme una mujer tras la actividad musical, no iba a beber alcohol, ni a usar drogas ni entrar en peleas ni discusiones ni nada de eso. Iba a aportar con mi música”, indicó.
En cierta ocasión, siendo un adolescente, un timbalero del grupo con el que tocaba le ofreció un cigarrillo de marihuana y el saxofonista Wilfredo de la Torre, “uno de los mejores músicos de Puerto Rico y mi amigo, le dijo al timbalero ‘con Luisín no te metas con esas cosas’, y la galleta que le dio fue tan dura y fuerte que todavía debe estar buscando los dientes. Sí, mucha gente también me cuidó y estuvo muy pendiente de mí”, señaló Ortiz.
“Perico” siempre ha defendido y presentado a lo largo de su carrera que no es un músico de buscar protagonismo, ni hacerse rico. “Vengo de una familia pobre, trabajadora. No me interesa ni el dinero ni la fama; para mí sí es relevante el poder ayudar a la gente de forma positiva con mis temas y el contenido que hago con mi música. Por ejemplo, el tema De patitas, le gente cree que es un vacilón. Pero el mensaje que lleva es el respeto a las razas, al amor, al respeto a las parejas de diferentes nacionalidades. En fin, es el respeto a ese trabajo que hago. Soy músico, no soy ni salsero ni clasista ni jazzista. Hago todo tipo de trabajo. A través de mi papá entré a ese compromiso”, sostuvo.
El trompetista se hizo maestro tras completar su programa musical entre el Conservatorio de Música de Puerto Rico y la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Amaury Veray Torregrosa fue su maestro de armonía. Ese programa académico fue duro, muy abarcador y exigente, y sacó lo mejor del músico Ortiz, mientras se abría paso en su carrera profesional.
La primera vez que “Perico” salió a tocar fuera de Puerto Rico fue en la ciudad de Nueva York con la Orquesta Panamericana que promocionaba el programa musical de Tommy Muñiz, Borinquen Canta.
“Mi primera ridiculez allí fue gritarle a los muchachos, ‘oigan sálganse de la calle que los van a atropellar, un carro los va a matar’. No me percaté de lo ancho que eran las aceras. Pero, ese mundo de esa ciudad me impresionó mucho”, recordó de aquel año de 1968.
Mongo Santamaría lo estremece
Para el 1970, escuchó una grabación que lo sacó de su zona cómoda en la música que tocaba. Fue una grabación del jazzista y percusionista cubano Mongo Santamaría lo que le voló la cabeza.
“Me enamoré del jazz latino y de ese grupo. Entonces le dije a mi esposa y a Lito Peña que quería ir a Nueva York a encontrarme con Mongo. Dejé a mi esposa con mis padres, yo también tocaba en el Caribe Hilton con la orquesta de Miguelito Miranda, pero lo dejé todo. Y lo pude hacer, me encontré con Mongo y pude tocar con él. Desde entonces él fue mi mentor a nivel internacional. Esa música fue retante, fue un nuevo comienzo para mí. Me encantaba esa propuesta de crecimiento. Tocamos en muchos festivales en Estados Unidos y con gente y músicos muy importantes, de toda clase de jazz”, dijo Ortiz.
Esos inicios de la década del 70 en Nueva York, llevaron a ‘Perico’ a reencontrarse con la música tropical y su nuevo concepto llamado salsa, que subía como la espuma y estaba en todo su apogeo.
“Y me puse a tocar salsa, que era más rentable en esos días”.
La historia fue otra con “Perico” en ese mundo salsero. Tuvo su propia orquesta, que logró una fama de gran nivel, desde América hasta Europa. Cantantes como Rafael de Jesús, Roberto Lugo y Domingo Quiñones plasmaron para la historia letras y arreglos musicales del propio Ortiz y tuvieron un sinfín de éxitos internacionales.
De patitas, Más amor, Río Abajo va, Isleño, El bohemio, Alabao, Llegó la hora, Julián del Valle, Sin Perico no hay na’, Lo que duele más, Se llora y llora, Entre amigos y Sigo entre amigos, por mencionar algunas, fueron de los grandes temas favoritos del público salsero y todavía lo siguen siendo.
“Mi decisión siempre fue hacer música con un propósito social y creo haberlo mantenido”, sostuvo.
En 1986 cambió todo. Llegó la salsa romántica. Nuevos cantantes como Marc Anthony, India, Eddie Santiago, entre otros, presentaron una nueva propuesta salsera enfocada a la temática romántica o erótica.
“Yo no podía abandonar el barco y ponerme a hacer salsa romántica porque yo venía y defendía la salsa con contenido social. Y entonces, como no era solamente un trompetista o un director de orquesta, hacía muchas otras cosas como trabajador, pues no me preocupó el que no tocara tanto y un día decidí comprar un edificio y monté un estudio de grabación con tres salones y comencé a administrar ese nuevo negocio. Estuve allí seis años; hasta música para películas se hicieron allí. Pero, entonces el dólar y su industria devaluó muy fuerte en esos años antes del 90 y se puso fuerte el asunto, y ante las condiciones de salud que ya presentaban mis padres y los padres de mi esposa decidí vender el edificio y el negocio a Columbia Record, y me vine a Puerto Rico. Ya hace 30 años de eso y han sido los años más felices de mi vida”, dijo Ortiz, quien es ministro de música y desde la década del 2000 ha estado muy ligado a la formación de escuelas de música cristianas y al desarrollo de ministerios en distintas partes del mundo.
Un nuevo compromiso
Ortiz persevera en la fe bautista y en el 2007 entró a grabar música cristiana y a dar la mano a cantantes cristianos en sus grabaciones.
“Mi gran compromiso musical en este momento está enfocado en eso, ministerios de música cristiana”, sostuvo Ortiz, quien también ofrece seminarios y cursos a nivel local e internacional sobre el empresarismo y administración musical.
“Ahora tengo eso metido entre ojos, boca y nariz. Hace como 20 años trabajé una propuesta en ese sentido para los músicos y cantantes. Vi tanta veces el fracaso en muchos de ellos que fueron exitosos en sus años, pero en la parte musical, a nivel administrativo no pudieron trabajar nada. Yo tuve en mi amigo y músico Tony Pabón, el creador del bugalú, un buen consejero que me llevó a ser un buen administrador cuando tenía mi orquesta. Además fue mi pastor y fue quien me mostró que el mundo de la música tenía otras oportunidades de negocio”, explicó.
La propuesta de “Perico” enfoca en educar a los músicos en el conocimiento de la música popular y en el empresarismo y la administración.
“Busqué la parte pedagógica, la filantrópica y tengo una fundación y el Primer Instituto de Música Afrocaribeña de empresarismo. Voy por todas partes del mundo dando seminarios y clases virtuales y presenciales para ayudar a los músicos y hasta a los no músicos que tengan interés en saber poder administrar sus negocios”.
Ortiz tiene a su haber más de 200 compocisiones y supera por mucho ese número en términos de la cantidad de arreglos musicales que ha escrito a lo largo de su vida profesional. Por ejemplo, el número de salsa que posiblemente más se ha escuchado en el mundo, ese arreglo es de su autoría: El tema Pedro Navaja, de Rubén Blades, tiene tal distinción.
Otros arreglos suyos de gran renombre internacional son Coro Miyare (Fania All Stars), En órbita (Fania All Stars), Comedia, de Héctor Lavoe con la Orquesta Sinfónica; De patitas, Isleño, Julián del Valle y Alabao.
A “Perico” no le molesta para nada no ser reconocido en muchos lugares en Puerto Rico.
“Disfruto de mi privacidad y eso es valioso. Como dije, no me gusta ni busco la fama, ni el protagonismo. La gente sabe de mí por mi música, por ese legado, pero no necesariamente le pueden poner rostro a ‘Perico’ Ortiz. Claro que en otros países me tienen mucho cariño, pero a veces, en el 90% de los casos, un artista no es profeta en su tierra. Pero sé que me respetan en mi país y saben de lo que he hecho por nuestra música. Mira, cuando yo oigo que Rubén Blades y Celia Cruz, por decir algunos, cantan un tema mío o con un arreglo mío, eso sí me llena mucho. Veo el fruto de ese trabajo que hice y su contenido. Pero, por aquí en la Isla yo camino feliz por cualquier parte por esa privacidad que tengo”, dijo.
Hoy día, “Perico” afirma que vive de todo su legado musical y, de hecho, declara que toca porque le dan ganas de hacerlo y no necesariamente porque necesite trabajar.
“Humildemente lo digo. Yo fui un buen administrador y eso me permite poder decir lo que digo. Por eso ahora mi meta es impactar con las clases y lo seminarios empresariales. Con eso en mente es que estoy pensando en ir poco a poco retirándome de los escenarios. Quiero ir presentándome en algunos espacios pequeños, que uno pueda contar su historia y quiero tocar jazz y temas de bohemias, pero con su toque de jazz”.
En concierto este fin de semana
Uno de esos lugares pequeños, pero que brinda buena intimidad entre público y músico es el Moneró Café Teatro y Bar, ubicado en el tercer nivel del Centro de Bellas Artes en Caguas, en donde este viernes 13 de octubre se presentará el espectáculo “Luis ‘Perico’ Ortiz: Trayectoria íntima”.
Esa noche, Ortiz y su quinteto de jazz, que componen el pianista Carlos García, el bajista Jesús Colón, el baterista Iván ‘Banchy’ Meléndez y el flautista y saxofón tenor Luis Orta, planifican tener una velada jazzística de primer orden con quienes se den cita al evento. Allí interpretarán los temas que ha interpretado por años en los festivales de jazz a través del mundo intercalando varios de sus temas de bohemia favoritos.
“Esa noche vamos a contar un poco de lo que ha sido la vida musical mía y hablaremos un poco de cada tema antes de interpretarlo con el grupo. Ese espacio me brinda la oportunidad de poder hacerlo, de hacer algo más íntimo, como se tocaba antes en ese tipo de espacio, en los años sesenta y setenta, que admás se tocaba por algunas semanas seguidas y uno hacía un buen afinque con lo espectadores”.
Un tema que asegura no faltará es Perfume de gardenias (Rafael Hernández), número que tiene un gran significado sentimental y amoroso para el afamado músico.
“Mi madre murió en mis brazos y yo siempre le cantaba esa canción que a ella le gustaba tanto. El día de su muerte se la canté y desde entonces me dije que ese número no faltaría nunca en ninguna de mis presentaciones”.
Los boletos están a la venta en ticketera.com.