"Los Niños Estelares" capaz de tentar hasta a los oídos más conservadores
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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Cuando uno escucha la propuesta sonora del grupo puertorriqueño Los Niños Estelares, es inevitable no escupir una carcajada.
Hay algo lúdico en su música, de diversión, de provocación, y hasta cierto punto de esa incomodidad cómoda que hace sonreír.
Pero para Darío Constaín Reyes y Fernando Castro Álvarez, creadores e integrantes de este grupo, su propuesta es muy seria y no necesariamente paródica, como se pudiese percibir.
Estos dos jóvenes de 24 años de edad pertenecen al circuito de bandas alternativas o underground que germinan en la Isla.
Su música se difunde a través de Internet y se riega de boca en boca, cautivando no sólo los oídos sino también la vista, a través de una serie de vídeos muy de la cultura indie, del do it yourself, que han creado.
Los Niños Estelares arrancaron en el 2008 cuando se presentaron por primera vez en Café 103 en Río Piedras con un espectáculo que titularon Show antisatánico del solsticio de verano.
De ahí continuaron creando canciones hasta que el año pasado realizaron el disco La dictadura científica acaba de empezar, que contiene, además del tema que le da título al disco, la canción Estoy en bici en Guaynabo City. Este trabajo, los propios integrantes del grupo lo describen en su página de Facebook como una “producción antihegemónica poderosa y refrescante de proporciones monolíticas nunca antes vistas”. Señalan, además, que el disco está cargado de imágenes “iconoclastas para el siglo XXI”.
Y es que ciertamente la propuesta de Los Niños Estelares trata de ruptura y de deconstrucción. Los temas que aborda el grupo son el consumo desmedido, la enajenación y la indiferencia social, así como el neoliberalismo y el transhumanismo, entre otros. También hay algo de místico en su propuesta, come se puede apreciar en Námaste, el segundo disco del grupo, en el que están incluidos los temas El Dios en mí ve y honra al Dios en ti y Alegría, Doctor Alegría, una especie de oda posmoderna al doctor Ricardo Alegría.
“La canción tiene muchos mensajes ocultos y presentes. A los que le gusta Ricardo Alegría, les va a encantar, y a los que lo odian, también les va a encantar”, expresa Fernando Castro Álvarez, a cargo de las composiciones, voces y teclados.
Los Niños Estelares se alimentan del espectáculo social para su creación artística y sus vídeos están montados sobre una estética con elementos kitsch donde la hibridez cultural se manifiesta.
No es extraño encontrar en la propuesta del grupo extractos de algún mensaje de Pedro Albizu Campos, mezclados con la voz rapeada/hablada de Fernando.
“La estética que usamos es cómica para que se rían, pero las canciones son bien serias”, apunta Darío, quien es el guitarrista y compositor de la música.
Sobre el nombre del grupo, Fernando explica que es un término acuñado por el doctor Richard Boylan -un experto en actividades paranormales y en extraterrestres- para identificar a niños con habilidades especiales para comunicarse con seres del más allá.
“Decidimos usar ese nombre porque es chévere e ilustra elementos de temas extraterrestres que nosotros creemos que son aptos para traer a colación en el diario vivir”, explica el vocalista.
Los integrantes de este grupo se conocieron por amistades en común en el 2003, cuando estudiaban el décimo grado de escuela superior. En el 2005 se separaron y en el 2008 se juntaron para iniciar esta propuesta.
Los Niños Estelares, que actualmente preparan lo que será su tercer disco, Tragedia y esperanza en la época de Internet, que saldrá en diciembre, se presentarán el 19 de este mes en la Sala Teatro Beckett y el 21 de junio en Nuestro Son en el Viejo San Juan. La música del grupo se puede bajar gratuitamente a través de www.losninosestelares.com.