La salsa, esa amalgama de ritmos que se mezclaron en las calles de Nueva York no solo tuvo en Larry Harlow a uno de sus precursores y más destacados intérpretes; el “Judío Maravilloso” era vivo ejemplo de su mestizaje cultural.

Lawrence Ira Kahn-Sherman nació en Brooklyn, precisamente en Nueva York, el 20 de marzo de 1939 en el seno de una familia judía y musical. Su amor por el piano fue precoz y de niño atacaba las blancas y negras influenciado por el ambiente famliar: su padre era bajista y director musical, su madre cantante de ópera, una tía pianista y su abuelo teatrero.

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Estudió música en la High School of Music and Art, en Brooklyn College e hizo una maestría en filosofía en el Institute of Audio Research de la New School For Social Research.

El hogar familiar se encontraba en medio de comunidades negras y latinas, y cuando comenzó a estudiar, el trayecto hasta la escuela de música era a través del Sapnish Harlem, “El Barrio”, como le llamaban los puertorriqueños que se asentaron allí. Y Harlow contaba que ya de niño y joven, la música que escuchaba en las calles en su infancia. Quería ser jazzista, pero, aseguraba, no tenía futuro por ser blanco. Por eso, cuando caminaba por El Barrio y escuchaba la música de José Curbelo o Tito Puente decidió que por ahí se iría.

“Yo quería aprender jazz y ser músico de jazz, pero en esa época si no eras negro y no usabas droga no eras aceptado. Entonces vi que la música más cerca del jazz es la latina”, recoge su biografía en el libro Historia de la salsa, de Primera Hora.

Entonces, en 1956, aun adolescente hizo un viaje que definiría su rumbo musical. A los 18 años viajó a La Habana, donde quedó impresionado por la riqueza musical de la isla, y decidió regresar el año siguiente cuando acabó la escuela superior para estudiar en la Universidad de La Habana. Se quedó dos años, hasta el triunfo de la revolución de Castro.

El músico neoyorquino dejó un gran legado como artífice de un género musical que arropó al mundo.

A su regreso a Nueva York, se fua a Catskill, al norte de la ciudad, un lugar turístico que se convirtió en una importante plaza de trabajo para músicos latinos y caribeños.

“Los judíos iban a veranear a los hoteles de Catskill y lo que querían era bailar cha cha chá, mambo, son y toda la música latina. Era una cosa fantástica. Allí también trabajaban Tito Puente, Tito Rodríguez, Machito, Ray Barretto y Joe Cuba, y yo hice mi orquesta y conseguí trabajo en el Schenck´s Hotel”, contó.

Para entonces, Lawrence Ira Kahn-Sherman ya había asumido su identidad musical como Larry Harlow. Y en 1964, ya con su orquesta, Johnny Pacheco se le acerca y le ofrece contrato con un sello disquero de reciente creación: Fania Records.

Con Fania grabó su primer disco de larga duración, “Heavy Smooking”, que en 1966 se tornó en un éxito de ventas.

La propuesta de Harlow resultó innovadora al conseguir integrar y arreglar la música con el sonido fuerte de instrumentos de viento, idea que había acariciado por años. Dos trompetas, Alfredo “Chocolate” Armenteros y Ralph Castrello, se juntaban con dos trombones, Marc Weinstein y Julian Preister, se encargaban de la parte armónica en una configuración que definió hasta hoy el patrón básico de las orquestas de salsa.

El éxito de “Heavy Smooking” fue instrumental para que Fania se asentara y consiguiera firmar para su róster a figuras definitorias del ritmo como Bobby Valentín, Ray Barretto y Willie Colon.

Mas, fue con Ismael Miranda como vocalista que Orquesta Harlow consolidó su éxito. El llamado “Niño Bonito” llegó a los 17 años a la Orquesta Harlow tras cantar para las oruestas de Joey pastrana y Andy Harlow, hermano menor de Larry. Lo llevó Ismael Rivera. Las referencias con las que llegó Miranda eran suficientes, pero al escucharlo Harlow reconoció su valía. Así, Larry Harlow e Ismael Miranda hicieron una combinación musical perfecta, que duraría hasta que Miranda decidió explorar otros rumbos. Sin embargo, antes dejó producciones como “El exigente” (1967), “Larry Harlow presenta a Ismael Miranda” (1968), “Me and My Monkey” (1969), “Electric” (1970), “Abran paso” (1970), “Tribute to Arsenio Rodríguez” (1971) y “Harlow’s Harem” (1972).

Fue durante esta época que Harlow tuvo otra gran idea y en agosto de 1971 impusló la celebración de un evento artístico en el emblemático el salón Cheetah, donde formalmente se constituyeron Las Estrellas de Fania, y convenció al jefe de Fania, Jerry Massucci, de filmar “Our Latin Thing”, película que le abrió las puertas a la internacionalización de la salsa.

A la salida de Ismael entró a la orquesta Junior González, quien puso voz a uno de los discos más emblemáticos de Orquesta Harlow y una joya de la salsa: el disco “Hommy: A Latin Opera” (1973).

Se trató de la materialización de otro sueño de Harlow, la grabación de una ópera en salsa. Según contó Heny Álvarez, compositor de “Hommy”, Harlow había quedado fascinado por “Tommy”, la ópera de rock que produjó la banda de rock británica The Who y le pidió a Álvarez que lo replicara en español. Pero Álvarez le propuso algo mejor, pues hacía tiempo trabajaba en un proyecto que se adecuaba al interés de Harlow.

“Conocí a Larry Harlow porque me lo presentó Ismael Miranda en (el club) El Corso. Él quería hacer algo como ‘Tommy’ y cuando nos reunimos me dio un disco de rock y me dijo que lo copiara al español. Le dije que no, que yo tenía mis números originales y que no tenía por qué imitar a nadie”, dijo Álvarez en cierta ocasión.

“Hommy”, que significa agua en el lenguaje abacuá, narra las experiencias del autor frente al racismo que encontró como tantos emigrantes cuando viajó de Puerto Rico y se radicó en Nueva York.

El resultado fue un proyecto que incluyó música sinfónica y la participación de estrellas como Cheo Feliciano, Adalberto Santiago, Justo Betancourt, Pete El Conde Rodríguez, Heny Álvarez, Junior González y Celia Cruz.

Harlow también ideó filmar en 1973 la película “Salsa”, con las Estrellas de Fania en un concierto en el Yankee Stadium de Nueva York.

El año siguiente, viajan a África para una gira de conciertos en Zaire.

Con una discografía que discurre entre 1966 y 2007, que incluye 33 producciones; y éxitos como Señor Sereno, La cartera, Quítate tú, Azuquita mami, entre muchísimos otros, Harlow influyó igualmente para que la música latina fuera reconocida con una categoría de los premios Grammy.

“La música latina no era reconocida y nuestros trabajos se incluían como música étnica. Me comuniqué con Felipe Luciano y juntos levantamos dos mil firmas en una campaña para que la ceremonia número 74 de los Grammy, que ese año iba a ser en Nueva York, reconociera nuestro trabajo. Lo logramos y en 1975, Eddie Palmieri ganó un Grammy por su disco ‘The Sun of Latin Music’ “, contó el propio Harlow.

En 1994, el músico que por años presentó el espectáculo pedagógico infantil “Sofrito”, fundó junto a Ray Barretto la orquesta de las Leyendas Latinas, que reunió a Ismael Miranda, Adalberto Santiago, Junior González, Alfredo de la Fe, Jimmy Bosh, Giovanni Hidalgo, Sony Bravo, Johnny Pacheco, Yomo Toro, Bobby Valentín, Ismael Quintana y Andy Harlow.

Larry Harlow fue un músico excéntrico, una persona fuerte de carácter y un amigo encomiable. Cuando el cuatrista Yomo Toro enfermó, se mantuvo pendiente y fue quien se encargó de canalizar la información para desmentir los rumores que surgían a diario.

La salsa perdió hoy al “Judío Maravilloso”.