Agresiones. Arrestos. Drogas. Cárcel.

Los escándalos han sido la sombra durante gran parte de la vida del exponente urbano Kendo Kaponi, quien por años ha trabajado por una carrera musical que incluye colaboraciones con Daddy Yankee, Don Omar y Farruko.

Levantarse ha sido duro una y otra vez para el rapero, quien vivió una infancia marcada por el abandono de sus padres y familiares, que lo dieron en adopción a sus 5 años. Pasó por 64 hogares de crianza, que no le dejaron buenos recuerdos.

El artista regresó hoy a la música con el lanzamiento de Resistencia, tema que resume gran parte de sus caídas.

Con la transparencia que lo caracteriza, José F. Rivera Morales habla con Primera Hora desde su hogar en Miami, Florida, no solo sobre su regreso artístico, sino también de la intención de confesar aquellos tropiezos para que sirvan de comprensión y de ayuda a quienes han pasado por una vida con su mismo espejo.

La canción Resistencia es un proceso de reflexión, ¿qué te llevó a ese desahogo, que es casi un repaso de tus caídas?

“Creo que llega un momento en la vida el ser humano logra aprender a reconocer momentos donde la vida te lleva a tomarte una pausa”, dijo. “Los fanáticos me han preguntado tantas veces ‘Kendo, cuándo saliste, qué tal cuando estabas allá adentro (en prisión), y yo digo, sabes qué voy a hacer una canción de todo, preparar un disco y les contesto a todos a la vez”.

¿Cuánto te cambió estar estos dos años en prisión? (En 2018 fue encarcelado por un incidente de agresión contra un hombre en 2017).

“Realmente sigo siendo la misma persona, pero me cansé de muchas cosas. Me cansé de que la gente que me ama sufra. Me cansé de que esperen por mí. Me cansé de que los fanáticos estén ahí para querer lo mejor, y siempre hago lo que quiero. Me cansé de no cumplir lo que tanto digo, y todas estas cosas me han llevado a mí a poner todos los problemas que he tenido en una consola mental, y todos esos problemas los tengo aquí dentro de esa consola para saber que de ahora en adelante, yo soy un humano, y no puedo decir nunca jamás, pero yo confío en nunca volver a fallar”.

Saliste en enero tras cumplir en una prisión en Florida por la agresión contra un barbero. ¿Puedes hablarnos de lo que te llevó a ese acto violento?

“Aquel problema comenzó cuando mi hijo me da la información de quién le propinó los golpes que tenía en la espalda. Yo no digo que de la forma que yo estuve fue la mejor o fue la correcta. (…) Soy de Puerto Rico. No creo que ningún papá en Puerto Rico tenga tolerancia de que le den a un niño. No creo que fue de la forma correcta, pero pido ser entendido del momento en que me quedé ciego, porque yo vengo bajo un patrón de maltrato de mi infancia, que fue fuerte, y ahora llego a ser papá y darte cuenta de que tu hijo venía pasando por esto, que estaba atravesando por esto en mi cara y me lo estaban ocultando. (…) ¿Cómo le va a estar pasando eso a mi niño si yo estoy aquí? Yo estoy vivo, yo no estoy preso, yo no estoy muerto, ¿Cómo es que mi hijo estaba pasando por este maltrato y yo no lo sabía? Cómo es que lo tenían amenazado de ‘si dices algo, va a haber problema’. ¿Cómo que va a haber problemas? ¿Pretenden hacer algo más? ¿Con quién?”.

No es secreto que la vida en prisión no es fácil. En el tema Resistencia hablas de días festivos de Navidad que lo pasaste en segregación.

“A diferencia de las prisiones de Puerto Rico, en la prisión estatal en Estados Unidos el preso no tiene voz ni voto. (…) En Estados Unidos no existen los trabajadores sociales. Están los guardias normales, los sargentos, los tenientes y los coroneles, y el peor de todos es el coronel. Es el más abusador de todos. Es último en la cadena de mando para darle las quejas. Si un guardia te pega y llegas a brincar todas las cadenas de mando y vas al coronel a decirle ‘mira mi rostro, me están pegando todos los días sin hacer nada’, el coronel te va a dar el doble. Te va a quitar a la visita, porque la visita se las ponen como privilegios para cualquier cosa quitártelo y amenazarte con eso, y te quitan la comida. (…) Yo estuve seis meses sin poder comunicarme con nadie porque un policía me dijo un día que no me iba a comunicar más con mi familia”.

Tuviste una infancia dura. ¿Por qué fuiste dado en adopción?

“Crecí dentro de una familia que era pudiente, pero mi mamá tenía problemas de adicción, usaba heroína intravenosa”, recordó el rapero, quien fue criado por su abuela hasta sus 5 años, cuando falleció. “Mis familiares se sentaron. Tuvieron una reunión y tomaron una decisión de entregarnos en adopción para cuando nosotros creciéramos no pudiéramos reclamar la herencia. ‘O criamos a los niños y cuando crezcan les damos lo que les toca, o simplemente los damos en adopción, los adoptan y ahí pierden los apellidos y cuando crezcan no tiene nada. Total, nosotros tenemos que encargarnos cada cual de nuestros niños’. Y de esa forma nos trataron y negociaron con la vida y nos entregaron”.

¿Y qué pasó con tu padre? ¿No intervino?

"Mi papá no solo abandonó a mi mamá, sino que la introdujo en el mundo de las drogas. Por él mi mamá empezó a usar heroína intravenosa. Luego la exponía a robos de carros, y la empujó hasta la prostitución para poder sostener los vicios de ambos”, detalló el reguetonero, quien añadió que nunca lo conoció hasta un día en que su hermana convenció con la notificación de verlo en Barranquitas.

“De camino llamaban para que avanzáramos. Yo no entendía por qué, y cuando llegué, vi que había mucha gente, y cuando entré, era un centro y estaba lleno de la familia de parte de padre que jamás conocí. Todos decían ‘es el mismo papá’, y cuando me acerqué, lo logré ver. Ahí estaba acostado, vestido de blanco. Lo habían trasladado de una prisión de Estados Unidos a Puerto Rico y llevaba dos días de haber llegado (su cuerpo). ‘El murió en la prisión y ahí estaba yo conociendo a mi papá por primera vez, en una caja de muerto. Yo no amaba a ese hombre, más en el momento que dejaron caer el ataúd por el roto de la tierra, me desplomé en llanto porque la vida me acababa de jugar una más, porque me arrancó la oportunidad de hacerle preguntas de tantas cosas, y ahí iban todas ellas a ser sepultadas”.

Kendo escapó constantemente de hogares de crianza, no solo por no sentirse protegido, sino también con la ilusión de encontrar a su mamá y que lo tomara de vuelta.

“En ese tiempo yo pensaba que mi mamá no me cuidaba porque yo no me portaba bien, que era lo que me decían, ‘cuando tú te portes bien, tu familia te va a buscar, pero como no te portas bien, no te van a buscar. (…). Tenía la gran esperanza de encontrar a mi mamá y decirle ‘mira por lo que estoy pasando, sácame de ahí’. Tan pronto yo le diga a mi mamá, cuándo le diga que yo me voy a portar bien, ella me va a perdonar y voy a crecer con mi mamá”.

¿Y lograste encontrarte con ella?

“Tan pronto la vi (en un centro comercial que frecuentaba) comencé a llorar. Corrí. La abracé. Tenía el pelo muy largo. Me agarró por el pelo y le expliqué por todo lo que estaba pasando. Recuerdo que ella me llevó a un lugar, me durmió y cuando me levanté, me estaba entregando para atrás. Recuerdo que empecé a mirarla y le dije ‘¿todo lo que te conté, en serio, y me estás devolviendo?’. (…) Entendí que no puedo contar con mi mamá. Me toca a mí, con 8, 9 años, la opción de la calle. ¿Dónde consigo comida sin que me vean?, porque si me delatan, voy a volver para un hogar, y decidí robar comida y ropa”.

Con el paso de los años, la acción delictiva llevó a Kaponi a una institución correccional juvenil.

“Vi que la prisión llegó como un alivio porque ya tenía dónde dormir, ya tenía mi comida al día, había personas que me preguntaban cómo yo estaba”.

¿Cuándo volviste a ver a tu mamá?

“Cuando salgo de la prisión a los 19 años, aún no sé leer ni escribir. Me acuerdo en el tribunal de Bayamón bajo un programa de un grillete telefónico, en un programa de desvío por buena conducta. Salgo del tribunal, me siento en las escaleras para reflexionar, y me quedó mirando el letrero y digo en mi mente ‘qué dirá ahí’. Luego recuerdo que esa noche no voy a tener dónde dormir. Recuerdo las cosas que dejé en la prisión, los amigos que dejé atrás, la nueva familia que yo tenía. No quiero vivir afuera. Yo no quiero salir y (pido) por favor si pudieran dejarme cumplir mi tiempo.

Luego (la trabajadora social) me llevó a una casa y estaba mi mamá ahí, rehabilitada de las drogas. Creo que ese fue el día más feliz de mi vida (responde entre lágrimas). Pero estoy confuso. No sé si fue ese o el segundo día, cuando desperté en la casa, que me levanté y desperté en la cama y olía a que estaban haciendo carne con habichuelas, y se escuchaba el ruido de una lavadora que suena fuerte, porque no está muy buena, pero está trabajando. Y dije ‘mi mamá está lavando ropa y está cocinando. Esta es la casa de mi mamá, y esto es un hogar’. Es todo lo que busqué toda mi vida”, recordó conmovido el artista, quien compartió que el fallecimiento de su mamá, víctima de VIH, llegó pocos meses después.

Hablas de Anuel en tu nuevo sencillo. ¿Cómo te ha tendido la mano?

“Tenía mis pequeños planes para cuando saliera”, reveló Kendo, quien trabaja en un álbum y cuenta con la colaboración del trapero para uno de sus temas. “La capacidad que tiene el género urbano hoy con los números de hoy ya sobrepasó la música americana. Estamos número uno en el mundo y viene de la casa de nosotros”, añadió con orgullo. “Hablé con Frabián (Eli) para pedirle un remix de Anuel, de una canción que tenía con él”, dijo sobre el manejador de Anuel, quien a petición de Kendo, se mostró interesado en apoyar su carrera. “(Me dijo) lo único que te voy a pedir es disciplina”.

Más allá de los tropiezos, regresas con muchas ilusiones.

“Hay nuevos planes corriendo. Creo que todo valió la pena. Soy una persona que me considero un diamante. La mejor versión de mí la saco bajo presión, así que yo no me quejo. Estamos aquí y contento con todo lo que está pasando”.