Nueva York. Calor húmedo, nubes densas y, finalmente, una lluvia que baja impiadosa al asfalto. 

El turista desprevenido se ve obligado a guardar su cámara y comprar un paraguas de cinco dólares en alguna de las esquinas del Midtown Manhattan, la zona céntrica que cubre el trayecto que va del barrio de Chelsea al nacimiento del Central Park. 

Allí, en la famosa y cinematográfica Quinta Avenida, se erige uno de los hoteles más lujosos de la zona, el victoriano The Peninsula. Entre sus huéspedes se cuentan celebridades, hombres de negocios y dos señores ingleses de andar dubitativo, Ozzy Osbourne y Terence Geezer Butler. Uno de sus salones está reservado para que hablemos con ellos largo y tendido.

El presente, el pasado y el futuro incierto se cruzan en la charla, pero también el silencio, el mismo que produce escalofríos en 13, un disco que suena como la trilogía imprescindible de la banda, la que componen Paranoid, Master of Reality y Vol. 4.

¿Cómo fue el proceso de composición de 13?

Ozzy Osbourne: -[Ojos desorbitados, risas y un breve silencio] Bueno... los muchachos tocaron por un rato para ver si las piezas no estaban oxidadas. Al tiempo empezaron a surgir las primeras ideas y en pocos días ya teníamos unos cuantos esqueletos de canciones. Ahí nos pusimos a trabajar con más decisión, sabiendo que teníamos algo interesante entre manos.

Geezer Butler: -Con Tommy [Iommi] partimos de la música y una vez que tuvimos algo sólido, Ozzy se puso a trabajar en la parte vocal, en las letras. Es como trabajamos siempre, no es mucho lo que ha cambiado.

Hacía 35 años que Ozzy, en la voz; Butler, en el bajo, y Tony Iommi, en la guitarra, no se encerraban en un estudio para componer y editar un nuevo álbum de Black Sabbath. La idea era recrear la oscuridad y los graves de los comienzos, y para eso recurrieron a un productor tan exitoso como fanático de la banda, Rick Rubin. La piedra en el zapato fue Bill Ward. El baterista original no llegó a un acuerdo económico y no participó ni de los primeros shows con los que Sabbath regresó a escena ni de la grabación del álbum. En el disco toca Brad Wilk, de Rage Against The Machine, y en la gira Tommy Clufetos, batero de la banda solista de Ozzy.

"¡Esto es Black Sabbath! ¿Me entiendes?", exclama e interroga Ozzy con una taza de café con leche entre manos. Está vestido de negro de pies a cabeza y con las uñas también pintadas de negro, pero no luce el personaje que compone en escena. Más bien parece un hombre de 64 años luchando contra el beneficio de la jubilación.

"¿Sabes por qué volvimos? Porque nadie toca Black Sabbath hoy en día, entonces qué mejor que lo hagamos nosotros, los originales. A fines de los 60, éramos una banda de rock y blues que no tenía idea de por qué hacía lo que hacía y mucho menos se nos ocurría pensar en que íbamos a tener éxito y que íbamos a estar acá hablando de un disco nuevo, 45 años después. Tratamos varias veces de volver a juntarnos ¿eh? Lo hicimos para tocar, pero no pudimos volver a grabar un disco hasta ahora, que finalmente se dio. E incluso, cuando tomamos la decisión de hacerlo, nos tuvimos que sobreponer a una noticia que no esperábamos, la de la enfermedad de Tony [Iommi, quien lucha contra un linfoma desde el año pasado]. En 1979, cuando nos separamos [tras Never Say Die!; paradójico. ¿No?], no tuvimos un buen final y estuve muy triste por un tiempo. Todo lo que nos está pasando ahora lo vivo con mucha felicidad, sin pensar en el futuro", añadió.

13 suena como los discos clásicos de Sabbath, ¿no?

Ozzy: -Geezer es el responsable, él tuvo un plan durante muchos años, insistió y se salió con la suya. Hizo un gran trabajo.

Geezer: -Ozzy quería que grabáramos el disco en vivo en el estudio, a la vieja usanza. Y así lo hicimos.

¿En qué contribuyó Rubin?

Él quería enfocarse en los primeros tres, cuatro discos de Sabbath. Las primeras canciones nuevas surgieron en el estudio de Ozzy. Rick pasaba, escuchaba el material y sólo nos decía "ésa me gusta" o "ésa no, mejor descártenla" [lo mira al cantante, y ambos largan una carcajada]. No es de los productores que dan muchas explicaciones.

Ozzy, ¿te resultó difícil volver a enfocarte en la banda?

No tuve que pensar mucho ni mirar sobre mi hombro para recordar cómo hacíamos las cosas juntos. Me tomó un tiempo, sí, salir de Ozzy y enfocarme en Black Sabbath, pero una vez que lo logré, los 35 años de ausencia se desvanecieron. Me obsesioné y me puse nervioso como con cualquier disco mío, pero esta vez lo hice con mis hermanos al lado.

La banda suena tan oscura y apocalíptica como en los 70. ¿Las cosas no cambiaron demasiado?

Ozzy: -Creo que cambiaron, pero no de la manera en que lo esperábamos. Vivimos en tiempos oscuros y nuestra música lo refleja. El pop puede cantar los hits felices, nosotros nos quedamos con los miserables.

¿Qué pasó con Bill Ward?

Ozzy: -No pude hablar con él, pero sé que tiene que ver con negocios y no con música. Seguimos adelante y después, en Navidad, cuando a Tony le diagnosticaron un linfoma, estuvimos dos meses sin saber qué hacer. Fueron señales para saber que el regreso era ahora o nunca, así que más que preocuparnos por quién no está preferimos pensar en los que sí estamos dentro.

Se reconoce un supersticioso atípico Ozzy cuando se lo interroga por 13. Ni él ni Butler perderán el humor en la media hora que dura la charla. Eso sí, no se muestran interesados en desentrañar los misterios que encierran las nuevas letras. 

Para Butler, "End of the Beginning" ("¿Éste es el fin del principio o el principio del fin?", se pregunta la letra) es sólo un juego de palabras. "No aplica a la actualidad de la banda.") Eso sí, cuando se los interroga por "God is Dead?", el silencio más prolongado y aterrador suple cualquier explicación. Butler alza la mirada y nos invita a Ozzy y a este cronista a mirar por la ventana. 

No es la lluvia lo que nos señala, sino la imponente iglesia presbiteriana del siglo 19 próxima al hotel. La epifanía se produce y ya no es necesario seguir indagando a los hombres de negro.

Première del siglo XXI

Una sinagoga en el East Village es el lugar elegido por la discográfica Universal para la ceremonia de lanzamiento de 13 . 

Una cita con periodistas de todo el mundo y con fanáticos de la banda que se ganaron su lugar en concursos por Internet. Un ejército de mozos obsequia tragos, vinos y pequeñas delicias para saborear.

Una hora más tarde sube a la tarima instalada para la ocasión un presentador enérgico y ansioso. A él le siguen imágenes inéditas del documental sobre la grabación de 13 y los dos primeros vídeos que registró la banda. 

Luego se suman los dos invitados de cuerpo presente, Ozzy y Geezer. Pero habrá dos más que participarán de la gala desde una pantalla, Google mediante. Tony Iommi desde su hogar en la inglesa Birmingham que vio nacer a Sabbath y el baterista Brad Wilk desde Los Ángeles. 

Ellos contarán las historias detrás del disco y responderán preguntas de los fans presentes y de otros dos que se unirán en pantalla. La algarabía de la première llega a su cima cuando el moderador anuncia que el disco ya es número uno en 50 países. 

Ahora continuarán la gira, que los depositará en el Estadio Único de La Plata el 6 de octubre, con Megadeth como invitado.