Glenn Monroig celebró sus 40 años de trayectoria entre risas y nostalgia
Acompañado por la Orquesta Sinfónica Juvenil de Puerto Rico, el artista vistió de nostalgia el Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré con sus temas “cortavenas”.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
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Si un artista conoce bien cómo provocar emociones diversas en su público, ese es el cantautor puertorriqueño Glenn Monroig, quien en ocasión de su 40 aniversario en la música, ofreció este domingo un concierto sinfónico en la Sala de Festivales del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré.
Acompañado por la Orquesta Sinfónica Juvenil de Puerto Rico, el también músico vistió de nostalgia el recinto santurcino con sus temas “cortavenas”, pero también arrancó carcajadas a los presentes con sus comentarios entre tema y tema.
El espectáculo inició al son de música clásica con la obertura Carnaval, del compositor checo Antonín Dvorak, que fue magistralmente ejecutada por los miembros de la orquesta.
Luego, Monroig hizo su entrada para vocalizar los arias Questo o Quella, de la ópera Rigoletto de Giuseppe Verdi, y Vesti La Giubba, de la ópera Pagliacci de Ruggero Leoncavallo. Sin embargo, cuando el también arreglista tomó el escenario, se topó con que decenas de fanáticos intentaban ubicarse en sus asientos, y en lugar de cantar, comenzó a hablar y a entretener a los presentes con relatos de algunos recuerdos.
“Mira esto... esto está atestado de gente. Muy bien. ¡Diablo!”, decía impresionado. “Aprendan una cosa: en la vida, cuando tú te encuentras en una situación que no es la idónea, hablar mier… funciona”, manifestó, mientras los asistentes respondían con risas.
Con esas primeras dos interpretaciones, el cantante dejó más que claro que a sus 56 años de edad y 40 de trayectoria en la música, tiene una de las voces más potentes que ha dado Puerto Rico, y un público fiel que lo ha respaldado desde sus inicios.
Monroig se desplazó por el escenario, ante una sala llena en su totalidad, con la confianza de quién está en su casa ensayando con un grupo de amigos. Con la informalidad propia de un junte de ese tipo, condujo la divertida jornada que se extendió por casi cuatro horas.
“Saquen la ‘gen’; los que no, pueden usar cuchillitos de esos plásticos, como los de Kentuky (Fried Chicken)... Veo muchos aquí que ya están subiendo la cuesta, sepan que muchas canciones como esta van a tener que escuchar para poder pernoctar y sobrevivir a esas relaciones bien bonitas y también a esas que nos harán sufrir”, advirtió el cantante al público más joven, al anticipar un bloque romántico de melodías con las que repasó la relación de su padre, el afamado bolerista Gilberto Monroig, y su madre, Helen Jonas.
De esta forma, Monroig hizo un recuento desde que la pareja se conoció hasta que se separó.
“No podía celebrar mis 40 años en la música sin recordar a mi papá y también a mi mamá”, señaló antes de entonar el sencillo Contigo de Joaquín Sabina. Continuó con Mujer, Usted y Llanto de luna.
Uno de los momentos más emotivos para el público, y para el mismo Monroig, lo fue cuando llegó al sencillo Cuando la lluvia cae, en la que ejecutó un dueto con audios viejos de su padre, original intérprete de ese tema. Con esa canción, el compositor revivió la crisis matrimonial que atravesaron sus progenitores y que terminó en su separación.
Cada una de las 20 interpretaciones fue reciprocada con grandes ovaciones del público, generalmente compuesto por personas de mediana y avanzada edad.
Un contraste de susurros cantados y ejecuciones vocales a todo pulmón marcaron la jornada, en la que el artista resaltó más de una vez el talento joven de la orquesta, que durante todo el show demostró total armonía. “No hay mejor manera de celebrar 40 años en la música que mirando a los que van a hacer los próximos 40”, sostuvo sobre el colectivo sinfónico, que fue conducido por los directores musicales Carlos Ávila y Frankie Suárez.
Tras un breve receso, Monroig retomó el escenario para entonar éxitos como Causa y Efecto, Sin tu cariño y Causa perdida, e hizo que la sala retumbara al llevar su voz al potencial máximo, mientras los asistentes le hacían coros.
Fue en medio de ese bloque que el artista fue interrumpido por un seguidor, en una de las pausas, que le preguntó si no se tomaría una foto, tipo “selfie” con el público a su espalda para colocarla en sus perfiles en las redes sociales, como suelen hacer algunos de sus colegas.
“¿Para qué? Si a mí no me quisiera ver nadie, yo sería yo mismo de todos modos... ¿Quién cara… es tan egocentrista y tan hedonista que se va a hacer un show de él mismo con su celular para fotografiarse”, criticó el músico, aunque al final accedió.
Con las nostálgicas melodías Solo y Por siempre se anticipó el final del show. No obstante, cuando Monroig realizó su falsa salida ante los estruendosos aplausos de sus fanáticos que se pusieron de pie en respuesta, los miembros de la orquesta abandonaron la tarima, pero el artista regresó con los músicos que integran su banda para cerrar la velada con Corazón y Me dijeron.