Gladys Rodríguez: “Tú puedes estar muriéndote, pero el telón sube”
La experimentada actriz Gladys Rodríguez vive en Orlando desde hace un año y se dedica a administrar el negocio de su hijo y a estudiar una maestría en teología.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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A pesar de que podría alardear de todos sus logros en la actuación, su carta de presentación son la espiritualidad y la sencillez.
Es que, ¿quién no conoce en Puerto Rico a la actriz Gladys Rodríguez? Muchos la recuerdan por su papel de “Teresa” en la comedia Los García (década de los 70 y 80) y otros tantos, como “Angelina” en el filme Lo que le pasó a Santiago (1989). Lo cierto es que la versátil actriz se ha desempeñado con éxito en el cine, la televisión y el teatro, lo mismo en la comedia que en el drama. Sin embargo, al entrevistarla, da la impresión de que la actuación es solo uno de sus amores y que los verdaderos protagonistas de su vida son Dios, sus cuatro hijos y su nieta.
Parcialmente alejada de los escenarios, la intérprete tiene una vida relajada y lejos del glamur en una tranquila localidad de Orlando desde hace un año y sus días transcurren como encargada del negocio de artículos de videojuegos de su hijo, John. También cursa una maestría en divinidad del Reformed Theological Seminary, mientras que su esposo, Víctor Rivera –ex superintendente de la Policía de Puerto Rico–, viaja de aquí para allá debido a sus compromisos en la Isla.
A pesar de que su vida ha tomado un giro que ella “nunca se hubiera imaginado hace 15 años”, es mucha la gratitud que siente por el drama. “Las tablas para mí han sido un refugio y un aislarse de las realidades de la vida. Uno pasa por altas y bajas. Como todo ser humano, he sufrido muchas cosas”, confesó la actriz, quien nació en Santurce y se crió en Nueva York.
“El bálsamo del teatro y de la actuación nunca me permitieron caer. Siempre me levanté y creo que fue por eso. A través de la actuación, yo me he podido levantar de las dificultades de la vida”, manifestó Rodríguez, quien inició su quehacer artístico a los ocho años de edad en el Children’s Hour Academy, en Nueva York, donde aprendió actuación, a bailar tap y ballet.
Luego, regresó a la Isla y estudió drama con el maestro Edmundo Rivera Álvarez. “Él fue mi mentor, mi maestro en aquella época. Para poder entrar a la televisión o el teatro, tú tenías que tener un mentor. Edmundo fue el que me introdujo a las novelas y a los productores”, recordó la actriz, quien se entregó al Señor hace 35 años tras conocer el testimonio de una maquillista suya.
“Yo empecé bien jovencita, por eso es que las personas me ven y me dicen: ‘Yo te veo a ti desde que era chiquita’ y no se dan cuenta de que yo también era chiquita. La gente piensa que tengo 102 años”, añadió la actriz a carcajada limpia.
¿Cómo surgió su interés en la actuación?
Hay personas que nacen para la actuación. Yo lo sé porque he sido maestra de actuación. Creo que fui una de las personas afortunadas que Dios tocó con ese don.
¿Extraña la actuación?
No la extraño como un escalón que tengo que subir. Sí extraño a mis amistades, a mis amigos... a mi director, Gilberto Valenzuela. Trabajar con él ha sido maravilloso. Me hace falta tener un libreto excelente; eso lo añoro. En mi carrera he hecho de todo. En ese sentido, me siento tranquila y completa. No ambiciono nada más en mi carrera. Si tengo la oportunidad de hacer una película, la hago porque me gusta.
¿Qué personaje le exigió más como actriz?
Son muchos los personajes que me han exigido, por ejemplo, cuando yo hice Un tranvía llamado deseo (obra dirigida por Dean Zayas) interpreté el personaje de “Blanche” y eso me exigió mucho trabajo, mucha labor como actriz y mucha investigación. Otro personaje fue el de “Gabriela”, en La carreta. Son personajes difíciles, que necesitan mucho estudio y mucha disciplina.
¿Qué piensa de la situación del entretenimiento y la actuación en el Puerto Rico contemporáneo?
Me da muchísima pena con la juventud, con los actores que están surgiendo ahora. En la televisión, ya nosotros no tenemos taller. En ese sentido, ya yo hice carrera, gracias a Dios, y la hice cuando el teatro, el cine y la televisión en Puerto Rico estaban en su máxima expresión. Ya eso no existe y me da muchísima pena por los actores que tienen que irse porque no tienen talleres en Puerto Rico.
¿Cuáles intérpretes, actores o productores se ganaron su admiración y respeto?
Axel Anderson, como director y como actor. Jacobo Morales, como productor, director y actor. Tommy Muñiz –que en paz descanse– como actor, productor y empresario. Él fue muy importante en mi vida. Tommy me dio a mí la oportunidad de trabajar con él en un programa de situación (Los García) que él escribía y producía. Fue una delicia trabajar con él todos esos años.
¿Cuáles han sido sus mayores logros?
Yo tengo cuatro logros preciosos, que son mis hijos (John, Lonka, Laura y Kathy). Ahora, verlos adultos y que progresan, que se han convertido en seres humanos sencillos y buenos... es una gran satisfacción. Uno de los logros también ha sido haber conocido a mi Dios y haberme abierto a todas estas delicias que él provee en mi camino. El logro que he tenido como actriz fue poder haberme desarrollado en mi país sin tener que irme afuera.
¿Por qué tomó la decisión de irse a vivir a Orlando?
Mi hijo quería que yo lo apoyara en el negocio. Yo lo he ayudado en este año en que he estado aquí. Yo reorganicé el negocio. Ahora, estoy buscando la gente adecuada para que se haga cargo de la empresa. Vine por esa razón, pero me gustó mucho aquí. Hay mucha tranquilidad.
Supimos que está haciendo una maestría en divinidad del Reformed Theological Seminary.
Para mí, tiene mucha importancia y me gusta mucho donde estoy estudiando. Me gusta el ambiente. Una de las ventajas que tengo de estar aquí es que los teólogos que más he admirado en mi vida van a la universidad y dan conferencias. Yo tengo que estudiar mucho. Yo me quemo las pestañas estudiando. Lo que más me gusta de lo que estoy estudiando es el hebreo... la cultura, el lenguaje. Probablemente, en un futuro, me dedique a la enseñanza de lo que estoy aprendiendo ahora.
¿Cómo transcurren sus días en la actualidad?
Yo me levanto bien temprano por la mañana y me voy a hacer ejercicios, porque fíjate, esa es una disciplina de actor que todavía la tengo. Hay que levantarse a hacer ejercicios, hay que expandir la capacidad pulmonar, hay que desarrollar flexibilidad. De lunes a viernes, voy a la oficina. No soy persona de ir a fiestas; no soy muy sociable. Para mí, un placer es tener un buen libro y sentarme en casa a leer. El domingo me voy a la iglesia. Cuando mi esposo está aquí conmigo, entonces disfrutamos más, porque vamos al cine juntos, vamos a almorzar. Cuando él esta aquí, ya yo tengo más vida social. Aunque él tampoco es que sea de mucha fiesta, no es muy social, pero disfrutamos de estar juntos y de leer y cogernos de la mano y caminar y disfrutar del paisaje.
¿Piensa regresar a Puerto Rico? ¿Extraña algo de aquí?
El puertorriqueño tiene un calor que me hace falta. Me hace falta la música. Me hace falta caminar por el Viejo San Juan, me hace falta El Morro, me hacen falta las actividades de la calle San Sebastián... mis amigos. Pero eso se resuelve con que cojo un avión y me voy. Nosotros estamos cerca, así es que no es tan difícil.