En los últimos años,  las ceremonias de premios de música, sobre todo las televisadas, se han convertido en una atracción para el público y en una meta, algunas veces una obsesión, para los artistas.

Con el tiempo, estas premiaciones se han ido sofisticando y adquiriendo un nivel de calidad tanto en su preparación como en su presentación.

Para los artistas se convierten en todo un proyecto de promoción y mercadeo y, por qué no, de mucha presión; digo, si es que se lo toman muy en serio.

Curiosamente, la industria del entretenimiento, específicamente la de los premios, si se toma muy en serio, trae muchos beneficios para el artista. Solo hay que moverse a atenderla, realizar una buena presentación durante el evento y, si se da el caso, celebrar ¡ganar la nominación! 

Productores, disqueros, promotores, representantes, caza talentos y demás obreros de la música participan activamente en la producción y cabildean para que sus artistas reciban un buen trato y, si es posible, participen en las ceremonias oficiales que son transmitidas.

Una vez se anuncian las nominaciones empieza la carrera. Felicidad para los nominados, frustración y coraje para los ignorados. Comida para los críticos que se dan banquete evaluando las nominaciones y dolor de cabeza para los productores tratando de presentar una producción balanceada, amena, actual y justa.

Artistas de diferentes géneros se presentan y ofrecen producciones majestuosas que ellos mismos y su equipo preparan.

La famosa  alfombra roja es otro cuento. Todos tratamos de “tirarnos la tela” para cuando las cámaras nos enfoquen lucir lo mejor posible y no darle el placer a algún “fashionista” de acabar contigo (jaja).

Por experiencia, a los salseros siempre le ha ido  muy bien en estos premios, sobre todo en las presentaciones artísticas. Puede ser que no estén tan elaboradas como las de otros géneros, pero créanme, siempre prenden la fiesta y levantan el ánimo de los presentes y televidentes. Da gusto ver a los artistas de otros géneros bailando -sepan o no- dejándose llevar por el ritmo y el talento natural de nuestros representantes del género.

Recuerdo en una ocasión que se homenajeaba a El Gran Combo, yo estaba sentado al lado del representante de un artista mexicano muy conocido. Al presentarse el Combo, el hombre me pregunta: “¿Y esos quiénes son? Le contesté: “Eso es lo más grande que existe en nuestro género”. El me miró con recelo, pero estuvo muy pendiente a la presentación de “Los Mulatos”. Cuando terminaron su presentación me dijo: “Oiga, ya entendí”.

Independientemente de las diversas opiniones, unas a favor otras en contra, las premiaciones son hoy día los eventos más esperados por el público y los artistas.

A veces nos confundimos pues no entendemos si se premia calidad o popularidad, pero no hay que negar que sigue provocando en el público mucha curiosidad y en los artistas mucha ansiedad cuando suena la vieja frase.

Y el ganador es...

¡Camínalo!