Presentarse en un concierto a voz y piano es algo que solo pueden hacer los grandes artistas. Es la desnudez absoluta sobre el escenario, donde se tiene que defender cada canción sin el respaldo de una banda.

El que se lanza en esta aventura tiene que tener la certeza y la confianza de que su arte, sus letras, su música es todo lo que se necesita. Y que eso basta.

Uno de los artistas que puede hacer un concierto de ese tipo -porque puede- es el cantautor argentino Fito Páez, que regresó a Puerto Rico este sábado para presentar su concierto “Un Hombre con un Piano”, en la Sala de Festivales del Centro de Bellas Artes de San Juan.

Por dos horas el argentino ofreció un recital inolvidable donde hizo gala –una vez más- de ese talento arrollador que es capaz de revolverlo todo. La audiencia, que llenó la sala, agradeció con sonoros aplausos cada uno de los 20 temas que interpretó el cantor, quien repitió la hazaña que hizo en el 2015, cuando también se presentó a voz y piano en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

“¡Muy buenas noches, San Juan! Saludos a todos ahí, a todes”, bastó decir el artista para que el público se lanzara con él en un viaje musical que muchos necesitaban sobre todo después de estar más de un año sin acudir a un concierto debido a la pandemia de Covid-19.

Enmarcado con sus características gafas, pantalón casual, chaqueta, esta vez el artista lució una bufanda o un “modelito árabe”, como dijo, que lució con el propósito de esconder un cuello ortopédico que lleva por estar lastimado luego de una jornada en la que grabó tres discos en dos meses y realizó una gira de conciertos, que cerró este sábado en Puerto Rico.

En este reencuentro con el público puertorriqueño, Fito Páez, sin duda uno de los mejores músicos contemporáneos de Latinoamérica, repasó sus grandes éxitos en el rock, como aquellos más recientes contenidos en el álbum “La conquista del espacio”, que presentó en marzo del 2020 y que le valió dos premios Latin Grammy. El balance de temas fue perfecto.

Inició la velada con lo más nuevo, “La conquista del espacio”, para continuar con esa historia cinematográfica que es “11 y 6”, del disco “Giros”, de 1985, y seguir con otros conocidos como “La rueda mágica” y la hermosa canción, “El mundo cabe en una canción”, que introdujo con un solo de piano memorable.

La íntima velada sirvió para que el compositor conversara amenamente sobre sus canciones y sus vivencias, sin dejar fuera el encierro que se vivió por la pandemia. En ese periodo, dijo, tuvo “la suerte” de escribir, leer, componer y disfrutar de la buena música. Una de las canciones que lo atrapó en ese tiempo fue “I Contain Multitudes”, de Bob Dylan, que cantó para luego recordar que un concierto es importante no tanto por el intérprete, ni por las composiciones, ni por lo que eso significa para uno, sino por ser una experiencia colectiva. “Lo lindo es cuando sucede todo eso a la vez, es lo tribal de la ceremonia, de los encuentros, donde lo más importante no somos nosotros, sino lo que generamos todos juntos”, expresó ante la atención de los presentes.

La velada continuó hasta llegar al éxito “Al lado del camino”, una de las más esperadas y aplaudidas, que hizo levantar a varios de sus asientos para cantar a todo pulmón y con las manos levantadas, en una especie de despojo.

“La música no tiene dueño, la puede hacer todo el mundo y es de uno cuando uno lo siente, como cuando uno es hombre, pero se siente mujer, o cuando se es mujer, pero se siente hombre. Cada uno es lo que se sienta”, manifestó, demostrando que está del lado de la inclusión, del amor.

Fito Páez no quiso dejar fuera de este concierto otras canciones memorables como “Cable a tierra”, “Piluso”, “El amor después del amor” y “Y dale alegría a mi corazón”, que interpretó en un popurrí que complació a sus seguidores.

Uno de los momentos que marcó este concierto fue cuando cantó “Un vestido y un amor”, una de sus composiciones más reconocidas, que una vez más dedicó a su expareja la actriz Cecilia Roth, esta vez con motivo de su cumpleaños que es este 8 de agosto. “Ceci, esto es para vos de regalo de cumpleaños desde San Juan”, dijo el músico para luego invitar al público a cantar con él.

En “Brillantes sobre el mic”, hizo que todos encendieran las luces de sus celulares para crear un bosque imaginario de luciérnagas y con “Ciudad de pobres corazones”, dijo adiós. “Buenas noches, San Juan. Gracias por el inmenso regalo de dejarme entrar a esta tierra hermosa y hacerme sentir como uno de los suyos, que lo soy de hecho, todo mi amor”, compartió en lo que fue una falsa despedida.

Luego de un extenso pedido del público, Fito Páez salió nuevamente. Esta vez se posicionó de pie en el borde del escenario, pidió al público silencio, y cuando lo logró, cantó a capella, “Vengo a ofrecer mi corazón”, en una interpretación memorable y emotiva que concluyó con una ovación del público.

“Mariposa Tecknicolor”, donde pidió a las mariposas del Caribe alegría para el país, y “Dar es dar”, fueron las últimas canciones que interpretó en este magistral concierto donde dejó su corazón sobre el escenario, logrando con su voz y piano, sacudir la desesperanza y demostrar que ciertamente el mundo cabe en una canción.