Como si 24 años transcurrieran en un abrir y cerrar de ojos, familiares, amigos y admiradores recordaron con detalles específicos momentos junto al sonero Ismael “Maelo” Rivera (1931-1987).

Ayer, viernes, se cumplieron 24 años de la partida del “Sonero Mayor”, cuyo cuerpo reposa en el cementerio de Villa Palmeras, donde una treintena de personas llevó a cabo un acto de recordación para exaltar el legado musical y la humildad del artista.

Desde las 10:00 de la mañana, se escuchaba la voz de Maelo por medio de una radio que reproducía sus éxitos. Uno de los primeros en llegar al cementerio fue el fanático Luis Alberto Centeno, quien cargaba con la radio y un maletín que contenía 40 cassettes con canciones interpretadas por el orgullo de Villa Palmeras.

Luego que las hermanas del Sonero Mayor, Ivelisse y Laura Rivera, adornaran con flores la tumba, pleneros de distintas agrupaciones le sacaron ritmo a sus panderos y entonaron estribillos que reflejaban el respeto que se ganó Maelo por su gesta artística y su nobleza.

La persistente llovizna no impidió que este grupo manifestara de forma genuina tanto cariño ni que los jóvenes Víctor Nieves y Brenda Ortiz, de la Fundación Rafael Cepeda y la Escuela de Bellas Artes de Bayamón, se contonearan al ritmo de la plena.

Ivelisse Rivera, presidenta de la Fundación Ismael Rivera, recordó a su hermano como “su figura paternal” porque siempre estaba atento al bienestar de los suyos.

Ivelisse destacó además que todavía se sorprende cuando puertorriqueños y extranjeros hablan de las experiencias que vivieron junto a su hermano. “El pueblo puertorriqueño lo reconoce y lo utiliza de referencia, pero en otros países, como Panamá, es más fuerte. Me da pena decirlo. Allá, todo el mundo te aborda y te enseña fotos de él en bautismos, limpiando patios. Fotos tan íntimas y familiares que me daban hasta un poco de celo. Él era bien dado”, dijo Ivelisse, quien quiere transformar la casa del cantante en un museo con el salón “Rafael Cortijo” para enseñar percusión y una biblioteca que lleve el nombre de su madre, Margarita Rivera.

Laura Rivera confesó que por medio de su hijo Moncho Rivera se siente cerca de su hermano. “Siempre me decía que Moncho era cantante, pero, para mí, lo mejor que hacía era tocar conga. Y ahora que escucho sus voces casi idénticas y siempre recuerdo sus palabras”, comentó.

El músico Jesús Cepeda manifestó que su presencia en el camposanto era sinónimo de un agradecimiento profundo por quien rebasó las costas de la Isla con su música.

“Dio a conocer nuestra música vernácula de una forma más comercial y le añadió sus dotes de sonero. A él, le debemos que en otros países se fijaran más en lo que sale de aquí. Como decía mi papá, soneros como él vienen cada 100 años y ése es el de nosotros”, dijo Cepeda sobre quien vivió los últimos años de su existencia en el callejón Concordia de la calle Calma, en Villa Palmeras.

El cantante Sammy González admitió que siempre quiso ser como Maelo. “Oía su estilo único y, cuando lo veía llegar en un carro convertible del 59, con una dama rubia preciosa, y sus trajes hechos a la medida, quería ser como él”, dijo riéndose el vocalista, quien se mostró orgulloso de poder haber compartido con Maelo, porque “gracias a él soy cantante”.

Gilda Hernández, de la Fundación Rafael Cepeda, instó al pueblo a respaldar la creación del museo en recordación de Ismael Rivera. “Nosotros somos responsables como pueblo de ayudarlos a lograr sus objetivos y de hacerlo con la dignidad que se merece la figura de Ismael”, puntualizó la educadora.