Eros Ramazzotti mondao’ en el Choliseo

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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Eros Ramazzotti inundó de culequería el Coliseo de Puerto Rico, en Hato Rey, donde hizo honor a la faceta lúdica de su nombre –que entre otras acepciones refiere al dios griego del amor–, ante un público que casi llenó la versión reducida de ese recinto la noche del jueves.
Los Apuntes y notas con las que entró al escenario a las 9:00 se dibujaban en forma de ojos casi aguados en la emocionada audiencia. Es que probablemente muchos de sus fanáticos puertorriqueños no lo veían en concierto desde hace 12 años, la última vez que ofreció uno aquí.
La deportiva fogosidad del cantautor, ávido de guiñadas, contoneos y hasta manos cerca de la entrepierna a lo Ricky Martin, satisfizo probablemente a los espectadores más hambrientos de su música en vivo, pues no cesaban los gritos. Y esta efusividad pareció encantarle a Eros.
Tan bromista estaba el solista que al interpretar Donde hay música dio la espalda, se quitó la chaqueta de mahón que vestía y hasta meneó el trasero dejando entrever ropa interior roja y verde. El talento italiano siguió desbordándose en sonrisas, saludos, besos, abrazos a distancia y mímicas como si estuviera tocando guitarra o batería, instrumentos que sonaron fuerte desde la rockera banda que lo acompañó.
“¡Eh! ¡Una cerveza, por favor!”, bromeó Eros antes de Un segundo de paz.
“Bona noche, Puerto Rico. Gracias por estar aquí esta noche. ¡Soy yo! ¡Todos mujeres, yeah! Only girls! ¡Buena música, y buen amor para ustedes!”, dijo el canoso intérprete en una mezcla de italiano, inglés y español a la que agregó risas de contentura al comenzar Quanto amore sei.
Sus seguidores convirtieron el lugar en un depositario de aplausos y rostros de plenitud mientras en una pantalla gigante ubicada al fondo se exhibían vídeos alusivos a las letras de las canciones y la iluminación representaba lluvia, nieve y otros fenómenos atmosféricos.
El despliegue artístico se coronó con el matrimonio del saxofón de Everette Harp y la guitarra eléctrica que el propio Ramazzotti tomó en sus manos en Si bastasen un par de canciones. Su solo instrumental al final del tema tornó la audiencia en gemela de las que asisten a shows de hard rock, a juzgar por las enérgicas reacciones.
En un intermedio, el compositor prestó el micrófono a una mujer del público para que entonara un pedacito de Un’emozione per sempre, y luego se puso él a tararearla mientras fingía llanto, enojo y alegría en simbiosis con la intensidad de las notas del saxo de Harp. El acto lo terminó Eros haciendo monerías con el movimiento de su cuerpo, cual si fuera un atleta fatulo o cansado.
Al cantar el popurrí de Amor en contra, Otra como tú, La aurora y Por ti me casaré, el vocalista retomó la guitarra, esta vez acústica, para enloquecer nuevamente a su grey con uno que otro verso improvisado.
Sin que el entusiasmo mermara, el cantante demostró en ese segmento que el amor puede latir también en la melancolía. Aun así, predominó el cariño juguetón, presente en todo momento en el resto de los números, entre ellos Estrella gemela, Fábula, Música es y Alas y raíces, que dio título al concierto.
Entre los temas más coreados estuvieron sus éxitos radiales I Belong to You, Cosas de la vida, Fuego en el fuego y La cosa más bella. Con esa melodía y sin que pidiera la típica “otra”, los jugadores y su árbitro cerraron a las 10:53 de la noche un peculiar partido entre la música y el amor, dando a Eros un reinado temporero en el “Olimpo”.
Repertorio
1. Apuntes y notas
2. Donde hay música
3. Un segundo de paz
4. Quanto amore sei
5. Estrella gemela
6. Terra promessa
7. Popurrí de Una historia importante y Ahora tú
8. Si bastasen un par de canciones
9. Fábula
10. Un’emozione per sempre
11. I Belong to You
12. Música es
13. Popurrí de Amor en contra, Otra como tú, La aurora y Por ti me casaré
14. L’ombra del Gigante
15. Cosas de la vida
16. Fuego en el fuego
17. Questo immenso show
18. Dímelo a mí
19. La cosa más bella