Eduardo Cabra: “Es bien difícil premiar el arte”
El artista agradece los premios logrados, pero no los lleva como el objetivo para hacer un buen trabajo musical.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Son cerca de las 9:30 de la mañana y Eduardo Cabra sale a recibir con un look invernal que contrasta con el calor de verano que se siente en el otoño caribeño.
Tenía un par de horas despierto, porque todas las mañanas es quien lleva a su hija mayor, Azul (15), a la escuela.
Una puerta de madera con piezas de hierro da acceso a un pasillo en el que guarda muchos de los equipos que lleva a la tarima. También se observa una bicicleta antigua, de esas con el sillín alargado. Es uno de muchos elementos retro que ambientan la antesala a su taller, La Casa del Sombrero, en la parte posterior de su residencia en la zona de Hato Rey.
“Realmente no es un estudio de grabación”, advirtió. “Este es mi taller, mi espacio. Aquí no entra mucha gente, no es un estudio comercial”. Eso no quita que ese escondite creativo oscuro, vintage, haya sido la incubadora de proyectos como el cuarto y quinto disco de Calle 13, “Que entren los que quieran” y “Multi_viral”, respectivamente.
“Por ejemplo, el tema de ‘La vuelta al mundo’ se grabó aquí casi completo”, dijo en medio de dos estantes de teclados que ha ido rescatando. Justo un día antes de este encuentro se había llevado uno de un clóset y estaba ansioso por escucharlo sonar.
En La Casa del Sombrero le colaboraron el guitarrista Marc Rivera, Hilton Colón y Alexis Busquet hasta lograr un ambiente que lo separa de la cotidianidad. “Es un estudio que no es parte de mi residencia, pero está en la parte de atrás y me desconecto, que es necesario. Aquí realmente es que paso todo el día. Invierto un promedio de ocho horas al día en las producciones que estoy metiéndole, que es un trabajo de búsqueda, de investigación, y con el tiempo han sido alrededor de 50 discos que he participado en los últimos cinco a seis años”.
Ese trabajo creativo reconoce que es uno solitario, “pero está chévere”. En el tiempo, sin embargo, se ha dejado acompañar de amigos colegas, porque “el asunto de la colaboración es importante”, señaló sin quitarse la mascarilla, no solo por protección, sino también por el misterio que envuelven.
“La oscuridad en la que trabajo y este espacio, me desconectan, pero lo que se va manifestando en la composición, es lo que uno lleva y hacia dónde uno quiera ir”, sortuvo.
- La transición de compositor/productor a también ser intérprete/solista, ¿fue fácil?
- Pa’ mí eso de ‘Cabra’ (primer EP solista) y ponerme a cantar fue un desafío brutal. Era algo que quería hacer desde hace mucho tiempo, pero de la misma manera colocarme en esa posición y no es colocarme en esa posición, es que el poder de interpretación que tiene la voz de tratar de comunicar una emoción, es un poder bien heavy, bien fuerte. Entonces llegaban momentos en que si quería interpretar algo bien sobrio, tenía que buscar esa emoción y me costó mucho.
Al momento de crear una canción hay que ser persistente y hay que tener mucha paciencia, y cuando se está trabajando en equipo, uno tiene que saber escuchar y agarrar esas ideas, unirlas con las de uno y tratar de hacer una idea mejor, porque de eso se trata el trabajo en equipo, de cómo ambos podemos agarrar tu idea y la mía y hacer una idea más brutal”
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Su primer trabajo desde la “independencia”, y eso incluye bajo su propio sello, también llamado La Casa del Sombrero, comprende seis temas cuyas letras hablan a quienes “se cuelgan medallas” sin corresponderle (’Lingote’); a los proyectos artísticos que se miden por cuán virales resulten ser (’Quisiera ser un meme’, colaboración con su hija, Azul), y al “corillo” de afectos que físicamente ya no están (’Un belén’).
“Siento que este trabajo de interpretar me ha dado mejores herramientas para el trabajo de producción y así lo estoy viendo. A mí me llaman de diferentes géneros a trabajar discos, y creo que me ha ayudado esa manera de trabajar, de amplificar y usar las herramientas, no solamente por el lado creativo, sino por el técnico también; de cómo podemos hacer que un trabajo de producción sea brutal, en tiempo récord, y que tenga un híbrido entre lo comercial y el respeto también, porque eso es lo más difícil. Es bien fácil hacer algo súper comercial, pero también es bien fácil hacer algo que nadie entienda. Entonces uno como artista, como creador de arte, quiere que la gente conecte con el trabajo que uno está haciendo”, expuso.
- Desvincularte de la identidad de Visitante y del concepto musical que se levantó con Calle 13 para presentarte simplemente como Eduardo Cabra, ¿También fue difícil?
Pues fíjate, pensé que iba a ser más difícil, pero realmente no. Esa cuestión de la muerte de Visitante fue algo también super personal. Nada en contra del personaje. Yo voy a seguir defendiendo el trabajo que se hizo bajo ese nombre. Igual todavía la gente por ahí me identifica como Visitante y me parece super cool, y en el proyecto de ‘Cabra’ voy a seguir defendiendo ese trabajo que se hizo. Ahora que se está normalizando la cosa con la puesta en escena, va a tocar defender ‘Cabra’, y Cabra no es lo que se hizo bajo ‘Cabra’, es todo. Cabra es el que estaba detrás de Visitante, de los proyectos previos de Calle 13, de ‘Trending Topics’, que fue otro proyecto que hice junto a Vicente García después de Calle 13, que era un proyecto increíble.
Todo el mundo debería de conectar de alguna manera con el arte. De cualquier manera, no tiene que ser la música”
-Eduardo Cabra, cantautor y productor
Su primer trabajo solista le mereció una nominación al Mejor Álbum de Música Alternativa para la próxima entrega de los premios Latin Grammy el 18 de noviembre.
- ¿Te sorprendió esa nominación?
- Sí, total, porque fue un capricho, un disco muy personal, una limpieza, un ritual, entonces como por lo general los rituales no los premian, no los reconocen; pero igual, a pesar de que el trabajo mío ha sido premiado y reconocido en los últimos años, entiendo que no es la motivación, porque hay trabajos épicos que no se han reconocido en esta plataforma. Por ejemplo, el trabajo de Bob Marley, que nunca se llevó un Grammy y todavía es super actual, se sigue consumiendo. Para mí eso es más importante, que se logren ese tipo de cosas, que la música no tenga tiempo.
- ¿Qué importancia tienen entonces esas nominaciones o esos premios?
- Es chévere el reconocimiento y estoy super agradecido con la Academia (Latina de la Grabación), pero creo que hay que estar claro de que es bien difícil premiar el arte. El arte es una manera de expresión. El arte es una forma de expresión honesta del artista y es bien difícil premiarlo; qué es bueno, qué es malo. Entonces pudieses decir que un (Jackson) Pollock es un disparate, que el tipo estaba tirando pintura ahí algarete, pudieses decir eso, pero ese trabajo de él es reconocido y la gente conecta con sus piezas.
- Siempre hay la controversia entre qué es música y qué no. El género urbano no sale de esa controversia. Si sale una voz nueva, ese canta o ese no canta, eso no es música, eso es una pista. ¿Qué es música entonces?
- Estamos viviendo un momento en donde tenemos que estar claros de que hay dos vertientes dentro del sonido, uno es la música y otro es el entretenimiento. Yo parto de eso. Es como el boxeo y la lucha libre, en la lucha libre hay fuegos artificiales, está super llamativo, muchos colores, pelean un montón de veces al año, hacen acrobacias increíbles, tienen que estar fit, en shape, pero no se están dando. En el boxeo, peleas una o dos veces al año. El entrenamiento es brutal. Sí se están pegando. Uno es entretenimiento y el otro es un deporte, y uno no cancela el otro porque cada uno tiene sus fortalezas.
- Recientemente en la controversia pública entre tu hermano Residente y J Balvin, uno reclamó el reconocimiento de la Academia a su trabajo y el otro cuestionó ese reclamo. ¿Algún comentario sobre esa discusión?
- Creo que hay un tema de falta de reconocimiento, pero a la misma vez hay diferentes plataformas que reconocen diferentes departamentos dentro de la música. Para mí siempre va a ser bien complicado premiar el arte. Tú puedes decir que tienes el álbum más brutal del planeta, pero no necesariamente la gente va a entender eso, porque la Academia está compuesta por gente. Es un corrillo de gente, de músicos, de compositores, de diferentes departamentos dentro de la música que te la dan o no te la dan, pero no necesariamente eso es lo que es. Como dije, Bob Marley no se ganó un Grammy. Entonces creo que más claro no puede estar: Dos personas que tienen dos visiones completamente diferentes de lo que se premia o no se premia.
- ¿Cómo te llevas con el cambio que ha dado el mundo de la música, que se mide por las vistas en YouTube, los likes o downloads en plataformas digitales?
- Es bastante heavy, porque lo que pasa es que también hay un negocio detrás de eso, cómo se compran y se comparten y se juega con el algoritmo. Vamos a hablar de los temas ‘We Are the World’, que sacan cada cierto tiempo, que son unos temas que recogen 10 colaboraciones, pues estás agarrando el following de esos 10 colaboradores y naturalmente va a estar número uno y estás jugando con el algoritmo. A mí me llama mucho la atención también que no necesariamente lo que se escucha en la calle es lo que reflejan los números. También me llama mucho la atención que los temas envejecen en una semana o dos, sacan un tema y le meten y de repente desapareció.
- ¿Sientes que vas contra la corriente?
- No, yo sigo apostando al maratón, en vez de darle 100 metros liso, vamos al maratón, que sea un corrillo de canciones que se siguen trabajando y que con el tiempo siguen tirando, tirando, tirando, y que se reconozca un trabajo como un periodo de años de este artista.
- Esa es la ruta más larga.
- Total, es la ruta más larga, pero cuando tenga 60 años, yo quiero seguir tocando, quiero seguir metiéndole, componiendo, trabajando. Esto no es pegarse en la Loto pa’ mí. Hay otro camino que está super nítido también y que tú en la soledad, acá en el estudio solo, me lo tripeo y me pongo a bailar y a meterle, porque es otro tipo de felicidad el asunto creativo y conectar y llegar al lugar donde tú más o menos tenías pensado que podías llegar.