El contagioso ritmo del seis chorreao, la guaracha y el repiquetear del cuatro se combinan con la potente voz de Edgardo Delgado Lebrón, conocido como “El Ruiseñor de Juncos”, para arrancar emociones de cualquier corazón.

Ya sea en un festival, un homenaje a las madres o un velorio, con su dominio del arte de la improvisación, la trova de este campeón arranca lo mismo carcajadas o lágrimas de los que la escuchan. Hijo y nieto de trovadores, Delgado Lebrón relató que su interés por la trova no surgió hasta la adolescencia, cuando escuchó por primera vez a su padre, Alejandro Delgado, cantar en radio.

“Yo escuché a papi cantando por una emisora de radio en New York y cuando vino le dije: ‘Yo quiero irme contigo a aprender eso’. Y de ahí no he para’o”, recordó el artista.

Y como dice el popular refrán, “el que lo hereda, no lo hurta”, pues su abuelo, Ramón Delgado Rodríguez, también fue otro conocido trovador junqueño, quien se dio a conocer en el desaparecido programa Tribuna del arte. Fue el mantenedor de ese programa, Rafael Quiñones Vidal, quien bautizó a Delgado Rodríguez como “El Ruiseñor”.

De ahí abuelo, padre y nieto son conocidos como “Los Ruiseñores”.

“Yo nunca escuché a mi abuelo cantando. He leído sus poemas, porque escribía y declamaba también”, comentó.

Ese linaje le permitió a Delgado Lebrón rodearse desde temprana edad de algunos de los más destacados exponentes de la décima puertorriqueña, como Luis Miranda (“Pico de Oro”), Los hermanos Luis, Ramón y Félix Morales Ramos (Felito, Ramito y Moralito) y Mariano Cotto (el “Vate de la Espinela”), entre otros. Pero no fue hasta los 23 años que comenzó a competir en certámenes, cuando el padre de su novia, Feliberti de Jesús, lo inscribió en el Certamen de Trovadores del Instituto de Cultura Puertorriqueña.

“Cuando yo conocí a mi novia, que es mi esposa desde hace 37 años, yo le escribí una décima y el papá, que era de Ciales, escribía décimas. Y ella le dijo: ‘Mira el poema que me hizo mi novio’. Y él le dijo: ‘Qué poema ni qué poema, eso es una décima’. Ahí comenzó todo porque en una de esas salidas de novios con los suegros, el me llevó al Instituto de Cultura”, indicó.

Aunque el certamen era por invitación, otros trovadores ya le conocían y abogaron para que se le permitiera participar. Delgado Lebrón arribó en la sexta posición en el certamen del 1985 ya que no cumplió con el pie forzado. Pero regresó a la competencia en el 1986 y la ganó. También en el 1986 y 1987 se impuso en el concurso de trovadores del programa Sábado en grande, de los hermanos Luis y Roberto Vigoreaux; y en el 1988, 1989 y 1990 ganó el certamen de la Feria de Artesanías Bacardí.

Con mas de 40 años dedicado a la música típica puertorriqueña, “El Ruiseñor de Juncos” es un maestro de la improvisación, al punto que asegura que el mayor reto a la hora de subirse a una tarima es precisamente la experiencia.

“La experiencia a veces te lleva a ser demasiado exigente contigo mismo”, explicó el veterano trovador quien en la actualidad es uno de los jurados del certamen del ICP. “Tener a la gente de frente es un idioma distinto y es todo lo contrario a esta rigurosidad de la décima, donde tú lo llevas a algo real y no a algo metafórico que ni tú mismo lo entiendes”.

Añadió que lo más importante durante la improvisación es conectar con el público, mencionar un nombre, una situación. “Un muchacho que decía ‘como mi madre ninguna’. Me dio el ‘pie forzado’ en una servilleta y cuando yo empecé a improvisar, él empezó a llorar. Y eso a mí me llena”, añadió.

Con seis discos grabados, la carrera de Delgado Lebrón está plagada de anécdotas, desde las más tenebrosas, como una presentación que se canceló porque tan pronto comenzó a cantar se inició una pelea en el público en Boston; hasta un evento al que no llegó porque había anotado la fecha incorrecta en su calendario. Pero de todo su anecdotario, Delgado Lebrón recuerda uno en particular.

“A ti te llaman para muchos eventos, incluyendo funerales. Y una vez en Naranjito yo llego a un velorio, me dieron chocolate, bebí chocolate. Saco la guitarra, me pongo a cantar y me dicen: ‘Qué bueno que usted vino a cantarle a fulano’. Y yo le digo: ‘¿Cómo que a fulano?’. Y entonces me dijeron que me había equivocado de funeraria”, contó.

Son algunas de esas anécdotas jocosas las que se imprimen en sus trovas, como el accidente sufrido el año pasado mientras vacacionaba en Turquía, y se le rompió una muela. De ese incidente surgió su más reciente tema Por culpa de una aceituna, que se estrenó la pasada temporada navideña.

Para contratar los servicios de Delgado Lebrón puede comunicarse al 787-661-2575 o visitar su página de Facebook Edgardo Delgado, campeón de la trova puertorriqueña.