Con cinco décadas de experiencia musical apelando a todos los sentimientos que enfrasca el amor, el cantante y poeta Danny Rivera no visualiza en su mente qué otra profesión le hubiese gustado ejercer, porque está claro que su pasión es cantar y nació para ello.

Tanto así, que es consciente que siempre su fiel público le solicita que interprete los mismos temas, aun con el pasar de los años, y él los complace. Pero, reitera que es importante que el vocalista grabe canciones nuevas, porque “si no dicen que no te renuevas. Si haces un buen repertorio brillarás como un buen cantor”.

“Esos primeros 10 años de la carrera, el artista tiene que dedicarse a cosechar sus éxitos. Con mis canciones los llevo al lugar, punto, espacio y tiempo de una etapa de su vida que por alguna razón quieren volver a vivirla”, dice la voz de temas como Amar o morir, Madrigal, Dos amantes, Por amar, Amada amante y Mi viejo.

Orgulloso de su labor musical, agrega que “es como una novela, uno le canta a la vida que tiene sus vertientes y ese centro del que nosotros partimos que se llama el amor. Nací en un tiempo del romanticismo tanto en música, letras y pintura que son vertientes del amor”.

Desde la frescura del campo en la residencia de su amigo, el artesano Santos Torres, mejor conocido como “el Picapiedra”, y su esposa Chila en Guavate, el artista santurcino, de manera espontánea, dice que aunque cuenta con un extenso repertorio musical no tiene una canción favorita.

“Uno le canta al amor, desamor, separación, los cuernos, y, de momento, uno se ve metido en esa interpretación, y como dice Mario Enrique, un poeta, ‘yo soy mi propia canción’”, acota mientras se deleita con un café acabado de colar.

Desde niño, Danny mostró su pasión por la música y el canto. Narra a Primera Hora que sus padres lo trepaban en una mesa en su residencia para que deleitara con su voz a la familia y los vecinos, pero “el problema que tenían ellos era cuando me querían bajar, porque yo no quería”.

“Desde niño solía cantar y me aprendía todas las canciones que escuchaba en la radio. Mis padres creían que tenían un genio en la casa porque me aprendía todo lo que escuchaba”, cuenta el padre de cuatro hijos de diferentes generaciones.

Danny Rivera también se ha destacado por la interpretación de temas patrióticos como Mi pueblo es tu pueblo y se inició en la Orquesta de César Concepción. Luego, despuntó como solista con el sello discográfico venezolano Velvet, cosechando la mayoría de sus éxitos durante 10 años.

¿Cómo resumes tus 68 años de vida?

Es una etapa de aprendizaje y el segundo ensayo de la vida de aquí hacia adelante. Las cosas no culminan, trascienden. Estoy en un nuevo ensayo, el ensayo de la vejez, estamos cada día aprendiendo como digo en mi libro Vejeztud.

¿Has considerado la política?

No. Mi política es el arte en la canción porque ahí no herimos a nadie, sino que construimos.

Estuviste preso por Vieques. ¿Qué aprendiste de esa experiencia?

Fue un aprendizaje de valorizar a la gente de allí y donde por primera vez volvimos a ser gente, porque volvimos a estar unidos en un mismo mensaje y en un solo camino en beneficio de una causa justa. Es la primera vez que Puerto Rico se une como pueblo sin egos bipartidistas y uno se siente renovado de haber cumplido la visión como debió haber sido.

Danny estuvo preso 30 días en 2001 por desobediencia civil y lo vivido lo inspiró a publicar el libro Enamorado de la Paz: Diario en la Cárcel Federal.

¿Qué te motiva a buscar la espiritualidad?

Nací en un hogar que a mis padres les gustaba orar, eran evangélicos. Yo estaba vinculado con la cosa mística de la religiosidad y aprendí a hacer mi propia religiosidad. Es algo que uno va viviendo durante la búsqueda interior como persona, buscando cómo vivir en equilibrio, en balance y en armonía. Es defenderse uno de uno mismo y alcanzar un gran punto de conciencia que te libere de los excesos y eso es un gran camino para la espiritualidad. Tuve un hogar donde se practicó de una forma u otra toda una ética de amor, respeto, fraternidad, amistad y de solidaridad con los demás y no entra r en el juzgar a los demás por lo que se dice. Es reconocerme en los ojos de los demás porque yo soy los demás también.

Como emisario de paz, ¿qué sientes que ayudaría a combatir la violencia que azota al país?

La única manera de erradicar la violencia es que cada individuo y cada ser se dedique a observarse a sí mismo y a matar los diablillos que tiene adentro de la violencia. Las familias nuevas, las mujeres que están en gestación y las que están criando, tenemos que practicar la tolerancia, la paz, la armonía, la sanidad mental y la fraternidad desde el comportamiento que está en su ser. Es un principio que todos debemos ejercer. Debemos crear una nueva generación de seres humanos que no sean violentos. No debemos creer en la guerra, no importa la etiqueta que se le ponga a la guerra y para todo eso tenemos que controlar nuestro ego.

¿Qué representa haber recibido la ciudadanía dominicana?

Eso fue hace cinco años y lo tomé con alegría. En el Caribe somos una familia y nosotros somos del Caribe y tenemos patriotas que lucharon en diferentes partes. Somos hermanos en la música. El merengue es como si fuera de Puerto Rico y los campeones bailando salsa son los japoneses.

En esta época que apenas inicia, ¿qué significa para ti la Navidad y cómo la celebras?

Es una relación directa con la familia y con la niñez. Es la representación simbólica de renovación porque uno empieza con los planes (de nuevo año) aunque no los cumpla. Es un tiempo de reflexión y decimos ‘déjame cogerlo más suave’. Celebro los Tres Reyes Magos con la nena (Ariana) y los sobrinos.