Daddy Yankee se despide de Nueva York con tremendo party
El artista transformó el Madison Square Garden en una fiesta latina por todo lo alto.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
PUBLICIDAD
Daddy Yankee se despidió este martes de la ciudad de Nueva York con una fiesta latina por todo alto: un concierto de dos horas que condensó la historia del reguetón, desde su clásico “Gasolina” hasta los temas de su último álbum, “Legendaddy”.
El “rey del reguetón” transformó el estadio del Madison Square Garden en una vibrante discoteca con una mega pantalla de resolución híper nítida, llamaradas, rayos láser y un grupo de incansables bailarines que “perrearon” sin tregua moviéndose por un escenario con dos alturas.
Entre los vítores de una sala con espacio para 20.000 personas y todas las entradas vendidas, Yankee hizo su entrada triunfal simulando bajar de un avión, engalanado con una chaqueta de lentejuelas doradas y gafas de sol, y se estrenó con el emblema de su retirada, “Campeón”.
Para el cantante puertorriqueño, que se describió como un “hombre de pocas palabras y mucha acción”, esta parada de su gira “La última vuelta” tenía un valor especial, ya que cerraba la primera fase de Estados Unidos con su retorno a una ciudad clave para el género urbano.
“Desde que se activó este movimiento fue una reacción instantánea en República Dominicana y Puerto Rico, y la primera ciudad que rápidamente impactamos desde los noventa, empezando, fue aquí en Nueva York”, comentó, confesando sentir “un choque de emociones”.
Yankee regaló a una legión de fans erudita de sus letras pegadizas, sexuales y divertidas esas canciones que han sonado en las noches de verano de las dos últimas décadas, como “Rompe”, “Lo que pasó” y “Ella me levantó”, y otras más recientes entre las que no faltó “Despacito”.
Con la chulería típica de los reguetoneros, avisó de que iba a entonar “la canción de la década” y se confesó orgulloso de haber cumplido una de sus aspiraciones de “chamaquito”: “Si podemos cantar grandes canciones en otros idiomas, ¿por qué no podemos cantarlas en español?”.
Tras los primeros acordes de guitarra, el cantante Luis Fonsi, que le acompaña en esa canción que supuso un antes y un después en la acogida de la música latina en EE.UU., apareció virtualmente en la pantalla, sumándose a un grupo de estrellas con las que ha colaborado.
Así, el “Big Boss” compartió protagonismo con otros pioneros del género que fueron retratados interpretando temas como “Mami no me dejes solo”, con Wisin y Yandel; “Tu príncipe”, con Zion y Lennox; “Baila baila baila” con Ozuna; “La santa” con Bad Bunny o “Agua” con Rauw Alejandro.
En un espectáculo muy físico, como exigen el reguetón y sus contenidos líricos, Yankee aprovechó las pausas para que las bailarinas exhibieran movimientos de “twerking” con escuetos conjuntos, mientras que a los bailarines, con ropa tapada, los disfrazó con cabezas gigantes.
Los cabezudos revolotearon cerca de un enorme muñeco inflable hecho a imagen del cantante que se situó en el escenario en las últimas canciones, complementando unos visuales impactantes que encandilaron a un público a ratos más preocupado por grabar en su celular que bailar.
Pero como era de esperar, el veterano artista, después de 34 años de trayectoria, sabía cuál tenía que ser la traca final de su actuación: “La canción que cambió la música para siempre, que se fue viral sin redes sociales, la canción que hizo el reguetón mundial”, adelantó.
Por si quedaban dudas, agregó: “¡está cara!” antes de que los bajos de la “Gasolina” revolucionaran el estadio y una incendiaria puesta en escena, con fuego y bombonas, pusiera en pie a un público devoto que se dejó la voz pidiéndole más, como dicta el estribillo de ese éxito de 2004.
Yankee se fue en medio de una lluvia de purpurina y agradeció su “apoyo desde el primer día” a los latinos, que acudieron en masa a decirle adiós con camisetas de la gira y banderas nacionales, y rugieron cada vez que su ídolo nombraba sus países a lo largo de la noche.
Una de ellas fue Johanna, una seguidora neoyorquina de ascedencia puertorriqueña que se animó a acudir sola tras comprar el boleto a última hora y coreó todas las canciones: “Era la última oportunidad”, apostilló la mujer, expresando la sensación general del acontecimiento.