Cuatro horas con Glenn Monroig
El espectáculo tuvo una duración de cuatro horas en las que el artistas deleitó al público con 35 canciones.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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Los que planificaron ir al concierto de Glenn Monroig la noche del sábado para luego disfrutar de la pelea de “Juanma” López, no contaban con que el espectáculo duraría cuatro horas. Así las cosas, mientras el púgil boricua recibía un nocaut en el Coliseo Roberto Clemente, el cantautor todavía estaba en pie de lucha sobre el escenario del Centro de Bellas Artes de San Juan.
Para los verdaderos fanáticos de Glenn Monroig no es una sorpresa que sus conciertos sean maratónicos. Ésos fueron los que se mantuvieron en la sala hasta el final de la velada, que concluyó a la 1:00 a.m. con el tradicional Por siempre. Los demás, comenzaron a irse de la sala a eso de las 11:30 p.m., quizás para poder ver el evento boxístico o porque se cansaron de la extendida presentación del artista.
Glenn Monroig preparó para su público un repertorio de 35 canciones, las cuales interpretó, como siempre, con voz, alma y corazón. Pero, también como siempre, sus intervenciones habladas entre tema y tema fueron exageradamente largas. Esta situación, que a sus más fieles seguidores parece no molestarle, provocó que el concierto se tornara tedioso, pues las divagaciones son tantas que interrumpen el flujo de la emoción que provoca la música.
El mismo Glenn reconoce su problema, pero, parece no poder o no querer controlarlo.
“Este concierto debió llamarse: Glenn a to' coj..., porque voy a cantar con coj...”, advirtió al principio de la jornada, que abrió con Si no tienes amor, Encuentro, Nuestra mesa y Jamás te voy a abandonar.
Ciertamente, Glenn cantó con coj..., pero, lamentablemente también habló con coj... ¡Y conste que no mencionó a Camille!
“Es que para hacer el show me tengo que dejar de tomar los medicamentos”; “Estas canciones son tan patéticas que tengo que hacer chistes en medio de ellas”; “Estoy tratando de ceñirme al libreto, pero no puedo”; “Como yo no lleno tres funciones, tengo que curarme en esta”; “Estoy asumiendo que ustedes son fiebrús de verdad”, fueron algunas de las justificaciones de Glenn, quien incluso se disculpó al final con el público “por hacer un concierto tan largo”.
Entre chiste y chiste, Glenn abordó temas importantes, pues como dijo: “El mismo tipo que dice todas las asquerosidades, también dice cosas sublimes”.
En los momentos sublimes habló de la prioridad que debe ser la familia para recuperar el país, de la importancia de no perder conexión con las generaciones pasadas, recordó a su padre y a su madre, enfatizó en la necesidad de reconciliarse con los demás y con uno mismo, y lloró al interpretar, con la luz apagada, Sebastián, que trata sobre un niño con impedimentos físicos.
En los menos sublimes, se comió cada una de las uñas de su mano izquierda para poder tocar la guitarra y así complacer una fanática que le envió un mensaje de texto con su canción favorita, Ni tú ni yo, que no estaba en el repertorio. Y en los momentos graciosos, dijo cosas como: “Saquen los celulares pa' sentirme como Arjona, puñe...”.
Pero dejando la habladuría a un lado, hay que rasaltar que la voz de Glenn Monroig está igual o mejor que antes. Así pudo alardear con sus impresionantes registros bajos y sus hermosos altos en éxitos como Mírame a los ojos, Hola, Vivir para ti, Qué pasó con ese amor, Tú cómo estás, Me dijeron, Para vivir, Sin tu cariño, Y entonces volviste y Causa perdida. Ese poderoso instrumento sumado a su poder interpretativo, es lo que lo hacen un artista único e irrepetible.
Glenn también demostró la relavancia y vigencia de sus letras de crítica social, como No finjas (1983), El punto (1995) y Causa y efecto (1990).
Merece destacar la labor titánica de los músicos, bajo la dirección del pianista Frank Suárez y, en especial, las entregas del saxofonista José Pérez.