Nueva York.- El recuerdo es un poco borroso, después de todo han pasado 14 años. Gustavo Cerati, con el rostro enmarcado por su pelo ensortijado, terminó una canción y se dirigió a un público que deliraba por aquel hipnótico rock electrónico que maravilló a más de una generación.

"La luna nos acompaña", susurró al micrófono. Probablemente no fueron esas palabras exactas, pero eso es lo de menos. Apuntó al infinito, detrás de las gradas de cemento de aquel anfiteatro en la capital de Puerto Rico. Al unísono, todos giramos la cabeza, buscando la silueta luminosa en el horizonte de esa noche caribeña.

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Y la luna fue cómplice de aquel juego de seducción.

Era marzo de 2000. Me faltaban poco más de dos meses para cumplir los 23 años y por entonces las amistades se estrechaban hasta la madrugada al ritmo de salsa, rock y reggae. Cerati y Soda Stereo eran parte indispensable de aquella banda sonora.

Innumerables noches de copas, risas, amor y desamor tuvieron como música de fondo canciones como "Té para tres", "Cuando pase el temblor" y "En la ciudad de la furia", esta última en su versión electrónica grabada en vivo con Andrea Echeverry para el disco "Comfort y música para volar", la despedida de Soda Stereo.

Cerati pisó San Juan como parte de la gira de su disco "Bocanada", su tercera producción como solista, y la primera desde la desintegración de Soda. La expectativa era enorme entre los fanáticos del músico argentino en Puerto Rico, una isla donde todavía se sentían las réplicas de la explosión del rock latino de mediados de los 90.

Para la mayoría, era la primera vez que veríamos en vivo al legendario vocalista de Soda, aunque en esta ocasión el repertorio incluiría pocos temas de su ex banda y más de su disco "Bocanada".

Cerati siempre experimentó con la música electrónica, sobre todo en sus proyectos anteriores, "Amor amarillo" (1993), como solista, y "Colores santos" (1991), con Daniel Melero. "Comfort y música para volar" (1996) le dio un giro electrónico a varios de los himnos rockeros de Soda, pero "Bocanada" fue el paso definitivo hacia el mundo de los loops, samples y sintetizadores.

"Raíz", "Tabú", "Bocanada", "Puente", "Sweet sahumerio" y "Hombre al agua" fueron algunos de los temas que interpretó Cerati esa noche del 11 de marzo en un escenario al aire libre, sin muchos adornos y con apenas algunos efectos de luces.

Canciones que casi todos nos sabíamos de memoria, que coreamos de principio a fin. Momentos inolvidables que todos revivimos el jueves, con la inevitable noticia de que el corazón de Cerati, en estado de coma desde que sufrió un accidente cerebrovascular hace cuatro años, finalmente había dejado de latir.

Uno de los primeros mensajes que escribí en las redes sociales tras enterarme de la noticia fue una mención de aquella velada, en la que acompañado por varios amigos y no más de 5,000 personas en las gradas nos dejamos encantar por la magia de Gustavo Cerati. "Tantos recuerdos con este tipo y su música", me escribió un amigo. Un sentimiento que hoy deben compartir millones de sus fanáticos en el mundo entero.

Años después pude ver un concierto de Soda, en aquella gira de reunión en 2007. En esa ocasión, fue ante unas 50,000 delirantes personas en el Foro Sol de la Ciudad de México. Soda tocó todos sus hits, y la multitud hizo temblar las gradas del recinto. Una experiencia única, sin duda.

Pero, quizás movido por la nostalgia, me quedo con aquel momento, más íntimo, cuando en una noche de marzo hace 14 años, Cerati invocó a la luna en una noche de San Juan.