Decía Johnny Ventura “la carrocería es antigua, pero la máquina está igualita”, y a juzgar por lo visto anoche en la celebración de sus seis décadas de carrera artística, todavía canta y baila como si tuviera 15.

Pícaro, ágil, conversador y sobre todo, con una voz y proyección escénica intacta, este maestro del merengue dominicano celebró a su antojo una trayectoria que no solo le ha cosechado grandes éxitos, sino también unas relaciones humanas que él atesora.

La presencia de El Gran Combo de Puerto Rico fue muestra de ello, pues Ventura se tomó el tiempo que quiso para agradecerle personalmente a Rafael Ithier, y demás miembros de la orquesta la hermandad que los une desde la década de 1960, cuando visitó esta isla por primera vez.

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“Han sido mis amigos durante todo ese tiempo. Diría más, mucho más que amigos, han llegado a ser mis grandes hermanos”, subrayó el compositor y político al recordar que en ese primer viaje con su Combo Show tuvieron problemas con el productor que les contrató y no les quedó dinero ni para comer.

Fue así hasta que Pellín Rodríguez, Andy Montañez y él mismo se enteraron y se encargaron de brindarles comida en sus propias casas.

Ese momento de recuerdos emocionó al “Caballo Mayor” hasta quebrarle la voz. “Estos señores merecen mi respeto, mi cariño, mi admiración, porque han sabido coger una bandera al ritmo de salsa y llevarla (ante el mundo)”, puntualizó.

Ithier, igualmente, emocionado no encontró cómo agradecerle el cariño. Lo que sí pudo recordarle fue “lo ligerito” que parece ser en temas de amor.

Fue así que estas dos instituciones de la música tropical se volvieron a unir en un escenario, y no se despidieron hasta que la Universidad de la Salsa lo honraron interpretando una de sus composiciones, “Trampolín”.

El Gran Combo tuvo a cargo la apertura del concierto que llenó la versión reducida del Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot de un público que asistió con un solo objetivo, cantar y bailar hasta la última pieza.

“Y no hago más na”, “Se me fue”,  “Arroz con habichuelas” y un sabroso anticipo navideño con “La fiesta de Pilito” y “No hay cama pa´tanta gente” calentaron el ambiente lo suficiente para recibir el protagonista de la noche.

Ventura subió al escenario a las 7:18 p.m., tras la proyección de una secuencia que resumía sus 60 años de carrera musical, y en la que el propio cantante reconocía que Puerto Rico fue el país que mejor acogió su música.

De elegante conjunto negro con brillantes detalles en la chaqueta, el artista de 79 años llenó la sencilla tarima de inmediato.

Acompañado de una orquesta que le aflojaba los pies hasta al más tímido, esta leyenda musical compartió un repertorio de 20 títulos, que incluyeron ocho popurrís y las acertadas integraciones de sus invitados Millie Quezada, su hijo Jandy Ventura, Grupomanía y el Conjunto Quisqueya.

La “Reina del Merengue” fue recibida de pie, y luego la acompañaron bailando en los temas “Y ya pa’ que” y “Solo contigo”, que dedicó a su amigo Juan de Dios Ventura, como siempre lo llama.

“Ese negro bota mil por los poros y es una miel que ha endulzado al mundo”, destacó.

“Salsa pa’ tu lechón” trajo a Grupomanía a la tarima, en representación de la generación de merengueros que tomó gran relevancia en la década de 1990, cuando se dio un tipo de relevo entre estos maestros y los talentos más jóvenes.

Con el Conjunto Quisqueya sonó “La trulla”, seguido de una selección de éxitos que siguen presentes en la memoria musical de la gente.

Ventura se despidió de esta su segunda casa con la entrega, dominio y alegría que lo ha hecho en su largo caminar por la música, y que bien ha sabido llevar, pues es notable cómo sus canciones trascienden entre los más jóvenes.