Si hay alguien que tiene seguridad dentro del ámbito musical, ese es Cano Estremera.

El salsero boricua nunca ha temido a decir lo que siente y cantarlas como las ve. Al que no le guste lo que dice, que sencillamente no lo escuche, porque los protocolos y las disculpas no van con este cantante que se presentará en concierto el sábado, 17 de agosto, en el Coliseo de Puerto Rico, en San Juan.

Con la sinceridad que lo caracteriza, el vocalista de 54 años conversó con Primera Hora desde el apartamento que comparte en Carolina con su esposa, Yamira Arce, con quien lleva seis años de matrimonio. En el acogedor espacio, la primera en dar la bienvenida es la perrita de Cano Estremera, llamada Khloe.

“Sí, como la de las Kardashian”, afirma al preguntarle por el nombre de la perra, “que saca lo más tierno de mí”. En la sala del apartamento, donde se sienta para iniciar la entrevista, llama la atención un muñeco similar a él.

“Esto me lo hizo mi fan club de Perú”, comparte y se ríe al mirarlo. Ese títere sirve de punto de partida para que Cano Estremera comience a hablar de su trayectoria artística y de su personalidad controversial, o rebelde, como él prefiere llamarle.

Nacido y criado en Barrio Obrero (Santurce) en 1958, Carlos Enrique Estremera Colón supo desde niño que era diferente a los demás y que tenía que sobrevivir.

“La rebeldía mía viene por el racismo que uno confronta como minoría, como albino. Mi crianza fue en Barrio Obrero (San Juan) y ahí la gente no te iba a coger pena y me veían diferente. Los únicos que me veían como igual eran los títeres del caserío”, expresa al recordar sus años de infancia.

Cano Estremera proviene de una familia de cuatro hermanos: dos mujeres –que también son albinas– y dos varones, uno de ellos asesinado y el otro, él. Aunque vivía con sus padres, Aquilino Estremera y Juanita Colón, el artista fue criado por sus padrinos, Cástulo López y Josefina Rolón, que eran personas “acomodadas”.

“Ellos se hicieron compadres de mis papás porque nosotros les alquilábamos un apartamentito a ellos cuando mis papás llegaron a Barrio Obrero. Entonces, ellos me conocieron y como eran personas que no tenían hijos, me adoptaron como un hijo, y yo compartí esa crianza. Era gente muy religiosa, gente muy seria, muy ética”, compartió.

Cano Estremera explicó que vivió una infancia “conflictiva”, debido a esas contradicciones sociales de su crianza. De esos opuestos, afirmó, es que nació su personalidad artística.

“Soy una persona excesivamente conflictiva dentro de lo que soy como persona porque en mí está mi crianza religiosa, escolar, de valores éticos, pero está también mi crianza de barrio, de la listería de la calle, de los street smarts, tú sabes, de cómo sobrevivir. Imagínate, ¿cómo uno puede, como ser humano, mezclar todo eso y sacar una personalidad que le guste a la gente? Ese ha sido el reto de mi vida y me ha tomado tiempo”, indica.

Fue también entre esos dos mundos que nació la vocación artística del Cano, gracias al extenso vocabulario que le enseñó su padrino y a los discos de Ramito que le ponía su padre en el caserío.

Comenzó como percusionista en varios “grupitos” del barrio, pero al ver que eso no era lo suyo, se fue a cantar con los Pleneros del Quinto Olivo. Luego vino la oportunidad, a los 18 años de edad, de cantar con La Mulenze y después inició su despegue musical con la orquesta de Bobby Valentín, grupo del que salió a principios de los 80 para probar suerte como solista.

Cano Estremera, sin embargo, afirmó que no es hasta ahora que realmente siente que su carrera como solista arrancó.

“Nunca como solista recibí ese apoyo porque coincidencialmente mi carrera de solista empezó en un mal momento de la salsa, donde no tuve oportunidad y tuve problemas contractuales, que no me dejaron desarrollar mi carrera como solista. So, yo nunca he tenido carrera como solista, básicamente sería ahora”, compartió.

El sonero atribuyó esta acogida a la crisis que se está viviendo actualmente en el país, donde la gente siente miedo y necesita una voz que le cante sin temor.

“La gente está buscando una verdad o que le digan la verdad de otra manera o que alguien hable por ellos porque andan con este miedo colectivo y no tienen a nadie que hable por ellos, pero como yo me paro en tarima y no me importa na’...”, manifiesta.

Acto seguido, comienza con su característico espíritu egocéntrico. Afirma que es el segundo salsero, si no el primero, con más vídeos en YouTube, que nadie sonea como él y que no habrá ganado dinero, pero tiene credibilidad.

¿Tiene usted un problema de complejo?

Soy un acomplejao y lo acepto. El público no quiere ver gente sin complejos, quiere ver personas que tengan los mismos complejos que tienen ellos.

¿Y cuál es el complejo de Cano Estremera?

Yo tengo un complejo de superioridad y por eso me puse “el Mejor de la Salsa”.

La seguridad que carga consigo, señaló, la aprendió de sus padrinos a través de una importante lección.

“Ellos me enseñaron este dato, que por yo ser diferente era mejor, y yo me lo cogí a pecho y he vivido mi vida bajo ese parámetro”, concluyó.

“La salsa está en su peor momento”

El concierto que Cano Estremera presentará el 17 de agosto en el Coliseo de Puerto Rico se titula Al rescate de la salsa porque el sonero entiende que este género atraviesa su peor momento.

“Si queremos rescatar la salsa, no podemos partir de la mentira. El género está en su peor momento. Tenemos un montón de gente (a la) que le gusta la salsa, pero son los baby boomers. No estamos ganándoles público a otros géneros y la juventud no está mirándonos a nosotros porque no somos una alternativa”, opinó.

La clave para salir a flote, dijo, está en los mismos salseros, quienes deben de apoyar los eventos que se realizan.

“Si he ganado público joven, es por el underground, por la manera en que digo las cosas y porque soy rebelde”, puntualizó el padre de Eric Joel (25), Carla (32) y Gilmarie (32).