“No tengo nada”, el primer single que Alejandro Sanz anticipo de su nuevo álbum que se publicará en 2019, ofrece un extraordinario ejercicio de tensión poética en la plenitud expresiva de su carrera.

De mensaje profundo, pero al mismo tiempo con calado universal, la canción aborda esa inalcanzable obsesión del ser humano por poseer cosas cuando, en ese empeño, no es dueño de nada. Porque bien pensado, ¿de qué somos dueños en realidad?, explicaron en un parte de prensa.

“Al final, estamos muy acostumbrados a vivir en el pasado y en el futuro, que son dos tiempos verbales que no existen. El pasado se fue, y el futuro aún está por llegar...y tampoco sabemos si llegará. El presente es lo único que tenemos”, añadieron.

“No tengo nada” aúna la vertiente lírica y la épica. La imaginería de Alejandro Sanz configura un constante destello de invención, sentimiento y emoción, síntesis de las herramientas esenciales que levantan y construyen sus canciones.

El sencillo cuenta con la producción de Julio Reyes Copello, con quién trabajó en el álbum “La música no se toca”, en 2012); Alfonso Pérez, músico que lleva acompañando a Alejandro en gira desde 1997; y el propio Sanz.

Grabado entre los meses de marzo y octubre de este año, en los Art House Studios y Mow Studios en Miami, el sencillo incluye un arreglo de cuerdas escrito por Julio Reyes y Alfonso Pérez e interpretado en la canción por The City of Prague Philharmonic Orchestra.

Con guitarras acústicas de Alfonso Pérez, piano y teclados de Pérez y Reyes, y Larnell Lewis a la batería,

“No tengo nada” ha contado con Trevor Muzzy (Lady Gaga, JLo, Jason Derulo) como ingeniero de mezclas y el mastering de Gene Grimaldi.

El videoclip que acompaña el lanzamiento del sencillo es obra del realizador Jaume de Laiguana.

A la hora de escoger quién sería el responsable de la parte visual, Alejandro Sanz tuvo claro que sería el fotógrafo, diseñador y realizador catalán. Desde su primer encuentro profesional en el álbum “No es lo mismo” (2003), la conexión artística entre Sanz y Laiguana ha regalado momentos mágicos.

El video presenta ofrece una estética próxima a los encuadres cinematográficos de Hitchcock, y en sus colores, muestra las influencias del realismo urbano norteamericano de sus personajes, que escapan desvaneciéndose de forma sosegada desde los mismos marcos de un cuadro de Hopper.

Laiguana plasma una representación del amor con poética poderosa y peculiar, alejado del tradicionalismo que comúnmente asocia el amor con la pareja.

“El video de No tengo nada emerge como un tributo a la necesidad que tenemos las personas de recibir un abrazo. Inmersos en una soledad cotidiana, siempre mirando al frente y no hacia los lados, todos necesitamos algo tan sencillo y sensible como un mimo cotidiano”, detallaron.

“Vivimos vidas individuales y, la mayor parte del tiempo, viajamos por la vida completamente solos. Muy pocas veces nos paramos a pensar que, a nuestro lado, alguien necesita algo tan básico y universal como una caricia verdadera. Y ahí deslumbra el No tengo nada de Alejandro Sanz. En esencia, no tenemos nada, pero, muchas veces sin saberlo, somos dueños de lo más importante”, añadieron.