Vicente Castro ha logrado vivir 45 años del arte. El actor y director permanece firme en no claudicar ante los obstáculos, las tendencias y crisis culturales y económicas que se enfrenta al hacer teatro.

Castro celebrará su aniversario estrenando la primera obra que escribe para teatro, Aquí no ha pasado nada, que subió  a escena este fin de semana y repetirá el próximo en el Teatro Victoria Espinosa, en Santurce, como parte del 57 Festival de Teatro Puertorriqueño del Instituto de Cultura Puertorriqueña, que se le dedica a él.

“Han sido 45 años de mucho trabajo, de mucho conocimiento, de mucho deseo de superación, de muchas ganas de hacer y de sentirme completamente comprometido con lo que hago y reconocer la importancia que tiene lo que hacen los artistas. Sobre todo los artistas que estamos decididos a combatir la cultura del embrutecimiento que parece que está arropando al País”, sostuvo.

El director de teatro encontró su camino desde muy temprano en su vida. Desde que estaba en escuela elemental maestros identificaron sus aptitudes artísticas. Luego, desde intermedia, comenzó a forjarse como actor.

“El teatro se convirtió en algo vital para mí como forma de expresión personal. Ya cuando entré a la universidad entré directo al Departamento de Drama. Siempre tuve claro que iba a ser artista, que de alguna forma mi expresión iba a ser del arte y que iba a conseguir vivir del arte. Hasta ahora lo he conseguido, pero me lo he propuesto y he trabajado para eso. No he sido de los que se sientan en la casa a esperar a que lo llamen para hacer una obra, ni actuar en una obra. Quería actuar y leía una obra que me gustaba, yo buscaba la forma de hacerla y como director me pasa lo mismo. Busco los medios para hacerla”, destacó.

Un gran maestro 

En 1975, Castro tuvo como maestro a Frank Rutledge, cuando estudiaba en la Michigan State University, quien se convirtió en su mentor.

“Él fue mi verdadero mentor como director, porque se encargó de mí. Me expuso a todo lo que él sabía. También influyó en mi trabajo como actor, porque era un director extremadamente relajado y que siempre dirigía con una sonrisa, que nunca le daban ataques de cólera. Yo venía de una situación en Puerto Rico, en la que mi primer maestro fue Leopoldo Santiago Lavandero, que le daban unos ataques de cólera que la gente corría y yo le sacaba pecho y él me mandaba pa’l carajo y al final nos íbamos a beber juntos. Pero con Frank aprendí otra forma de trabajar con el actor”, destacó.

Rutledge y el actor argentino, Norman Briski, le dieron herramientas importantes a Vicente, para trabajar con las emociones, lo que con el tiempo se convirtió en su fortaleza y lo más que destacan los actores con quienes trabaja.

“Norman es un actor argentino buenísimo que casualmente había estado en Puerto Rico, a principios de los 70 en una muestra de teatro y se quedó en Nueva York. Lo dirigí allá en una obra del Teatro Rodante. Norman es un actor metódico que tenía su propia forma de trabajar. Él fue el que me llevó a buscar la emoción viva, viva. Yo trabajaba eso, pero no lo reconocía y él reconoció eso en mí. Me dijo: ‘Tú tienes algo especial porque diriges con el corazón y cuando se dirige con el corazón las emociones son vivas’”, indicó.

Teatro para el pueblo

El director ha asumido muchos retos a lo largo de su trayectoria, y entre los mayores logros de su carrera cuenta la puesta en escena, hace tres años, de una de las obras más complejas y caras que ha realizado:  La ópera de los tres centavos, que le costó $125,000. 

“Hay que exponer al pueblo a otro tipo de teatro. El estado tiene que proveerle una alternativa cultural coherente a través del teatro a la ciudadanía. Si hay un teatro comercial que se tira en una dirección, pues tiene que haber un balance artístico hacia el otro lado. Y ese balance quien lo tiene que apoyar es el estado, que es el que tiene que desarrollar esa política pública. Así que la hice como la quería hacer, como me la imaginé hacerla, y creo que ha sido uno de los logros más fantásticos de mi carrera”, sostuvo Castro, quien tiene futuros proyectos en televisión.

Aquí no ha pasado nada, es una comedia dramática que tiene como personajes principales a la familia Fernández, una acomodada familia de Utuado. Con la excusa de que “Don Pepe” (Jorge Luis Ramos), está recuperándose de un infarto, sus tres hijos llegan a visitarlo con intenciones ocultas.

“Peter” (Jimmy Navarro), “Valentino” (Jonathan Cardenales) y “Andy” (Félix Monclova), llegan con sus respectivas esposas, “Joa” (Lucienne Hernández) y “Leticia” (Yezmin Luzzed). Además, “Jerry” (Edwin Emil Moro), es un amigo de “Valentino” que lo acompaña desde Nueva York, y “Clemencia” (Xiomara Rodríguez), es la enfermera dominicana que atiende a “Don Pepe”.

“La inspiración fue la familia, pero si se ve dentro de una gran metáfora estoy presentado a Puerto Rico a través de una familia y cómo veo al Puerto Rico de hoy. Es un Puerto Rico que está completamente desarticulado, lleno de incertidumbre, de ladrones, de vicios sociales, de falta de compasión. Creo que con esta puesta vamos a sorprender a mucha gente porque hay veces que si las cosas no funcionan, si las viras al derecho y al revés y haces todo lo que sea necesario para que funcionen y no funcionan hay que implosionar. Y en algún momento Puerto Rico va a explotar, porque esto se está convirtiendo en una olla de presión y eso es lo que planteo en la obra”, concluyó.