Sophy: la mujer detrás de la cantante

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 16 años.
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Gran parte de la historia de Sophy está contenida en un elegante baúl de madera que trajo de Hong Kong en la década de 1980 y que ubicó en la sala de su apartamento en Guaynabo. Allí guarda las más de 40 producciones discográficas que ha trabajado desde el inicio de su carrera, cuando aún era adolescente, en formato de LP, casette y cedé.
Justo encima, tiene colgada una enorme fotografía suya, de cuando era más joven, en la que se destaca una profunda mirada que no ha cambiado con el tiempo. El resto de las paredes del lugar cargan con decenas de premios, placas y llaves de ciudad que le han sido entregadas a lo largo de su trayecto por los escenarios.
Sin embargo, para quien ostenta con orgullo una carrera artística de más de 40 años, es importante que sus fanáticos sepan que “detrás del éxito alcanzado como cantante, existe una historia que muy pocos conocen”. Por eso, cumpliendo una promesa hecha cuando era niña, escribió y publicó su autobiografía, Sophy de Puerto Rico: Desde lo más íntimo.
El libro, que ha estado preparando desde hace más de 13 años, le sirvió para recordar una pobre infancia marcada por la ausencia de su padre, pero resguardada en la figura de su madre, quien se negó a la petición que le hizo el primero de que abortara cuando se enteró de su embarazo.
“Nosotras nos entendíamos sin tener que hablarnos; por eso, lo más difícil de escribir fue la muerte de mi madre y algunas cosas de mi niñez, pero la muerte de mi madre, cada vez que la tengo que pasar, me hace llorar, porque fue el golpe más duro que he recibido en mi vida”, recuerda pensativa.
Sus amores no han quedado fuera de esta historia. Dedicó un capítulo a reseñar su boda con el cantante peruano David Dalí, catalogada como el evento del año en 1984.
“Él fue bueno conmigo; lo que pasa es que yo no puedo perdonar la infidelidad”, apunta sobre el fracaso del matrimonio que duró poco más de un año.
“Yo he sido infiel también en otras ocasiones, no te voy a decir que soy santa, pero eso no se debe hacer, porque cuando tú amas a alguien, debes ser fiel”, aclara.
Sophy menciona en su libro a otros amores, sin embargo, el tono de la autora cambia cuando amplía sobre sus experiencias en tarima. Y es que para la artista, éste ha sido el principal motivo de su vida, por lo que dice que no se arrepiente de haber escogido la canción por encima de otras relaciones.
“Al principio la gente te entiende, pero después te quieren acaparar, se ponen celosos y, entonces, se descuida la carrera”.
Lo que sí la pudo haber alejado de la música –y lo menciona en su relato– fue el alcohol. Aun así, asegura que nunca ha sido víctima de adicciones.
“En el ambiente artístico tú puedes caer en muchos vicios, porque, cuando tú estás allá arriba, hay mucha gente que te trae droga, te traen de todo. Gracias a Dios que nunca estuve en eso de la cocaína, pero hubo un tiempo (en) que tuve un amigo que tomaba muy a menudo y él siempre quería resolver las cosas con un trago. Vi amigos míos que caían, artistas que se destruían, y yo dije que no”, dice quien se considera una persona muy fuerte. Esa misma fortaleza, asegura, la ha ayudado a mantenerse vigente en otras plazas de trabajo que visita y en las que se presenta frecuentemente, como República Dominicana, Panamá, Ecuador, Costa Rica y ciudades de Estados Unidos.
No obstante, dice que la falta de un mánager y de un equipo de trabajo dificultan su labor en Puerto Rico.
“A mí me duele que no se escuchen mis canciones como se escuchaban antes, y no es una frustración porque ya yo entiendo todo, entiendo el tiempo”, apunta arrepentida de haber dejado la oficina de Angelo Medina.
Esperanzada en que sus temas vuelvan a sonar en la radio local, Sophy asegura que el retiro de los escenarios no se avecina. Incluso, está gestionando conciertos en el Centro de Bellas Artes de Caguas y en el Teatro Yagüez de Mayagüez, para el mes de febrero o el de marzo del próximo año.
“Dejaré de cantar cuando me muera”.