Sobreviviente de la masacre del club Pulse agradece estar vivo
Tony Marrero pudo concretar ayer otro de su grandes anhelos al conocer a su comediante favorito, Raymond Arrieta.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
PUBLICIDAD
“Los médicos me declararon un miracle’s boy”, revela el puertorriqueño Tony Marrero, sobreviviente de la dantesca masacre de la discoteca Pulse, en Orlando, en junio de este año, que cobró la vida de 49 personas.
Cinco orificios en su cuerpo, cuatro de estos en la espalda, ninguno de los cuales tocó su columna vertebral; otro en el brazo izquierdo, agua en los pulmones y un trauma psicológico eterno resultaban ser una prognosis crítica para el joven de 30 años, que además perdió durante la tragedia a su mejor amigo, Luis S. Vielma. Una sola bala bastó para cegar su vida.
Pero Marrero, natural de Cataño, no solo venció su desalentador cuadro clínico cuando decidió tirar su andador durante su hospitalización de 12 días, sino que de ese modo le ganó la batalla al asesino, Omar Mateen.
Mateen le disparó en cuatro ocasiones en la espalda al ver que era uno de los que permanecía inmóvil en el piso. Marrero iba de salida de la discoteca cuando escuchó las primeras detonaciones y cayó al piso. Su amigo murió en el acto. Ninguno de los dos había ido anteriormente a esa discoteca.
Marrero, en medio del caos, divisó un mueble y metió la cabeza debajo para protegerse.
“El asesino estaba disparando hacia las cabezas. Al meterme debajo del sofá me quedé ahí pretendiendo que estaba muerto, como por una hora. Él siguió disparando. Se escuchaban gritos, gente llorando, y empiezo a escuchar que las detonaciones se estaban acercando y era un tiro detrás de otro. Él paraba como por cinco segundos, cargaba y volvía. Cuando lo escuché de cerca parece que él se percata que no tengo sangre en la ropa y ahí es que me dispara cuatro veces en la espalda”, narró ayer a Primera Hora desde uno de los camerinos de Telemundo.
De su conmovedor relato, Marrero destacó, como lo han hecho otros sobrevivientes, que el asesino procuró “asegurarse de que las víctimas estaban muertas”.
El quinto balazo lo cogió en el brazo izquierdo por parte de una bala que atravesó la cabeza de otro muchacho y lo alcanzó.
“La adrenalina corre. Pude ver a un guardia que estaba en la puerta y le dije ‘sálvame, no me quiero morir’. Él indicó que no podía entrar al no tener chaleco antibalas. Me tomé el riesgo, porque no sabía dónde estaba el asesino y me dije ‘aquí no me quedó’. Salí arrastrándome con los dedos que tenían movimiento, y me impulsaba”, recordó Marrero sobre cómo se deslizó por el piso en medio de sangre, vidrios y muertos hasta llegar la Policía, y acto seguido, ser conducido al hospital.
Una vez fue dado de alta, Marrero intentó buscar una respuesta a su rápida recuperación y su única explicación es la “mano de Dios”.
El joven decidió con su testimonio comenzar a tocar otras vidas que estén atravesando por alguna tragedia. A través de las redes sociales lleva el mensaje y alienta a muchos.
De Ellen a Raymond
Marrero asistió en septiembre al célebre programa The Ellen DeGeneres Show, donde fue sorprendido por una de sus cantantes favoritas: Katy Perry. La canción Rise fue el tema que escuchaba durante su hospitalización, por lo que conocerla fue un sueño inimaginable. Perry le obsequió una beca de un año para estudiar comunicaciones y cine. En enero de 2017 comenzará estudios universitarios.
Marrero pudo concretar ayer otro de su grandes anhelos al conocer a su comediante favorito, Raymond Arrieta. El emotivo encuentro se dio en el programa Día a día de Telemundo. Allí, entrevistado por Raymond y Dagmar, y visiblemente emocionado, contó su testimonio sobre la masacre. Raymond le hizo un regalo muy especial: uno de los rosarios que le fueron obsequiados durante la caminata a favor de los pacientes de cáncer y que solo le obsequia a seres humanos especiales, especificó el animador.
“Mi adolescencia fue bien difícil, porque saliendo del clóset en mi casa las cosas no estaban muy bien. Eran los personajes de Raymond los que me hacían reír y olvidarme de lo que estaba pasando. Se lo dije a Samantha Love y ella fue el contacto”, explicó el joven, que se encuentra de visita en la Isla para ver a su padre, ya que la última vez que su progenitor lo vio fue durante el tiempo que estuvo hospitalizado.