En marzo pasado, Ryan Grantham -actor de la serie Riverdale- se declaró culpable de asesinar a su madre, Barbara Waite, de un disparo mientras la mujer de 64 años tocaba el piano en su casa de Squamish, Canadá.

Tras el esperado juicio, en el que se revelaron detalles macabros y sorprendentes, esta semana el joven de 24 años fue sentenciado por la Corte Suprema de Columbia Británica a cadena perpetua por el asesinato.

Según publicó E!, la sentencia contempla la posibilidad de que goce del régimen de libertad condicional tras cumplir al menos 14 años de encierro. Además, el tribunal emitió una orden para que se le prohíba el uso de armas de fuego de por vida. Tanto la sentencia a cadena perpetua como la prohibición del uso de armas de fuego son obligatorias para los condenados por asesinato en segundo grado en la Columbia Británica, donde se llevó a cabo el juicio.

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Una vez que se conoció la sentencia, el abogado del actor, Chris Johnson, indicó ante los medios que su defendido ha “trabajado muy duro para cambiar su vida” después de haber sido arrestado por matar a su madre. “Ha recibido mucha ayuda psicológica y se ha sentido mal por sus actos y los ha enfrentado”, aseguró el letrado en un comunicado. Y agregó: “Pero espera poder dedicar el resto de su vida a enmendarse”.

Los detalles del espeluznante caso mantuvieron en vilo a los estadounidenses. Ya durante las primeras horas de la primera sesión, el tribunal escuchó cómo el actor admitía haber ensayado el homicidio, e incluso, afirmó haber grabado videos los momentos posteriores. En aquellas imágenes, que fueron presentadas como prueba, habla sobre el disparo a Barbara White y muestra su cadáver.

Asimismo, brindó un insólito motivo para justificar el asesinato a sangre fría de su mamá. “No quería que ella viera el acto de violencia que iba a cometer”. Es que tras haberla asesinado, el joven fue en busca de una segunda víctima. Armado con tres pistolas, municiones, cócteles molotov, artículos para acampar y un mapa con direcciones, condujo hacia el este canadiense con la idea de terminar con la vida del primer ministro Justin Trudeau.

Según pudo reconstruir CBC, Grantham se fue de Squamish el día después del homicidio de su madre con su cuerpo en el interior del vehículo. Antes de dejar la escena del crimen, probó una de las bombas explosivas que tenía a disposición. El viaje fue largo. Manejó por un tiempo estimado de 50 horas.

Se trasladó hasta el condado de Hope, donde se detuvo para pensar. Fue allí donde tomó la decisión de no continuar con su “misión” y cambiar de ruta: ahora su plan era cometer actos de violencia masiva en el puente Lions Gate de Vancouver o en la Universidad Simon Fraser, donde cursa sus estudios.

Sin embargo, una vez más cambió sus planes. Tal vez movido por la culpa o por el cansancio, se dirigió al departamento de policía de Vancouver y confesó su crimen: “Maté a mi madre”, le dijo a un oficial.

En medio de la audiencia por el juicio, la fiscal Michaela Donnelly presentó dos informes psiquiátricos sobre el estado mental del joven, que interpretó a Jeffrey Augustine en Riverdale. Ambos reportes coincidieron en que Grantham estaba pasando por un período intenso de depresión clínica. Se consideró la posibilidad de que el joven haya experimentado impulsos de cometer actos violentos previos al homicidio, junto con constantes pensamientos suicidas. También se identificó un posible trastorno producto del consumo de marihuana.

“Los motivos de Ryan para matar a su madre podrían parecer altruistas”, señaló Donnelly para luego dejar en claro que Barbara White padecía de cáncer. “Sin embargo, el señor Grantham buscaba salvar a su madre de algo que iba a hacer… Eso es algo diferente al altruismo”, consideró a continuación.

En esa línea, insistió que lo cometido por el joven no fue más que un “abuso de confianza desgarrador” porque “se trataba de una madre que amaba mucho a su hijo y que no tenía motivos para tenerle miedo”.

Recién el último día de audiencias, el acusado reveló lo que sentía por su madre: “No puedo explicar ni justificar mis acciones. No tengo excusa. Me duele pensar en lo mucho que desperdicié mi vida. Frente a algo tan horrible, pedir perdón parece tan inútil. Pero desde cada fibra de mi ser, lo siento. Algún día, si alguna vez salgo de prisión, espero continuar en este camino de mejorarme”, afirmó.