“Resucita” a Antonio R. Barceló
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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Se decía que era un hombre no muy inteligente. Qué grave error. La insistencia en ese prejuicio fue uno de los hedores que despertaron en la historiadora Delma S. Arrigoitia Peraza la necesidad de husmear en cuanta fuente primaria encontrara sobre la vida y obra del político puertorriqueño Antonio R. Barceló.
Y el olfato la condujo a una caja de Pandora que, según la interpretación que le dé la lectora o lector, podría ubicar a ese primer presidente del Senado de Puerto Rico (1917-1930) en una de las primeras posiciones en la lista de próceres de este país.
“Lo que más él hizo en toda su vida fue luchar contra los grandes intereses de las corporaciones azucareras, tratar de ponerles impuestos a los ricos para ayudar a desarrollar el país para los pobres, desde la legislatura y desde su plano personal. Era rico y se volvió pobre por ese pensar. Y para hacer eso hay que ser muy capaz, muy inteligente”, explica la catedrática retirada de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.
Arrigoitia Peraza acaba de poner en circulación el libro “Puerto Rico por encima de todo. Antonio R. Barceló (1868-1938): vida y obra” (Ediciones Puerto), una biografía de quien también fuera presidente del Partido Unión de Puerto Rico, legado de Luis Muñoz Rivera (1859-1916) y fundador del Partido Liberal.
“En todo momento, don Antonio defendió los derechos e intereses de los puertorriqueños frente a los de Washington, encarnados en los diferentes gobernadores que mandaban de allá y que le tocó enfrentar”, amplía la también licenciada en Derecho por el Tribunal Supremo de Puerto Rico.
CartaS comprometedoraS
Aunque el propósito del texto es dar a conocer la importancia de esta figura política, también ha desatado controversia por lo que se dice sobre Barceló en gran parte de la correspondencia entre el ex gobernador Luis Muñoz Marín (1898-1980), quien fue como un hijo para él, y la periodista del diario La Democracia Ruby Black. Junto a este reportaje hay una cita de una de las cartas publicadas en el tomo, cuya interpretación Arrigoitia Peraza prefiere dejar en manos de los lectores.
“No lo estoy diciendo yo. Lo dice él (Muñoz Marín). Barceló era un anciano con padecimientos, que ni siquiera sabía inglés, cuando él quería enviarlo de comisionado residente, que es lo que está diciendo verbatim en la carta a (Alfonso) Lastra (otro miembro del Partido Liberal que trabajó junto a ellos)”, insiste.
Según la académica, hay muy pocos trabajos que preceden a éste. Evita enunciar la razón para este silencio en la historiografía puertorriqueña, pero Arrigoitia no descarta que se trate de un intento de mantener “como héroe” la figura de Luis Muñoz Marín.
Y es que, al estudiar la vida de Antonio R. Barceló, es inevitable acudir a la etapa de juventud de Muñoz Marín. En la correspondencia que mantuvo con Barceló y Ruby, el fundador del Partido Popular Democrático llega a enunciar su deseo de sacar a Barceló del medio para adquirir poder político. Barceló solía complacerlo en todo porque un moribundo Muñoz Rivera, padre de Muñoz Marín, le encomendó la crianza de su hijo, según se desprende del libro.
La historiadora ofrece como ejemplo la insistencia de Muñoz en el retraimiento –abstención del voto de un partido completo– en 1936, decisión que Barceló consideraba errónea.
“Si al leerse todo esto ocurre que alguien pueda pensar que Muñoz Marín trató de quedarse con el partido (Liberal), pues ésa es una posible conclusión. Otra posible conclusión es que él pensara que podrían llegar a un acuerdo y hacer un movimiento más democrático”, expresa Arrigoitia Peraza.
“Revelaciones” como ésta abundan en el volumen, que tiene 459 páginas distribuidas en 16 capítulos, fotos y pinturas alusivas. De todos modos, a la autora le “huele” que el impacto de estos datos en las instituciones educativas de la Isla tardará en sentirse.