Normando Valentín compensa con los nietos el tiempo que le restó a sus hijos
El periodista ancla de “Noticentro” reconoce que la madurez le ha dado otra perspectiva sobre la paternidad y más reciente, de la “abuelitud”.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 meses.
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Desde que supo que sería abuelo, Normando Valentín (54) advirtió en sus redes sociales que sería un “abuelo joven y chulito”. Fue quizás su manera de desahogar las emociones y -como él dice- el reality check que significó aceptar que recibiría a su primera nieta a la vez que criaba a la menor de sus seis hijos. Otra etapa de vida acababa de comenzar y desde entonces han pasado tres años y todavía se mira al espejo y le cuesta encontrar al abuelo.
“Yo no parezco un abuelo”, se dice a sí mismo.
La transición entre ser el padre de Normando Antonio, Axel Eduardo, Jared, Shailend, Natalia y Génesis, a ser el abuelo de Amaia (3), Normando Alexander III (1) y Axel Antonio (6 meses), ha sido un constante ir y venir de alegrías, juegos, nuevas energías, sentirse “raro” en ocasiones, pero también de mucha reflexión. Reconoce que la crianza de sus hijos mayores no es la misma que ha tenido la menor y aún más distinto es su acercamiento a los nietos.
Yo empecé a los 23 años, así que me estoy disfrutando esta etapa, porque tengo la juventud, tengo la energía, pero estoy a la misma vez trabajando, porque es un reality check de que estoy pasando a la otra etapa”
-Normando Valentín, periodista
“Los nietos traen mucha alegría, mucha permisibilidad; yo los dejo hacer cosas que a los míos no les permitía y poco me importa. Cogen un peluche o un adorno y lo dejan por ahí, y eso no me molesta. Antes sí era más estricto con los muchachos”, admitió mientras posaba la mirada en la nieta, cuya presencia llena el hogar con sus gestos de cariño y corridas detrás de la tía. (Los nietos) traen eso, traen otra etapa de la vida, un poco tal vez -cómo te puedo decir- de culpa, porque los nietos te dan la oportunidad de disfrutar una etapa que tal vez, por estar demasiado envuelto en el trabajo, pues uno se lo pierde”, lamentó.
Aunque sumamente feliz con lo que ha logrado con sus hijos, no niega que ha enfrentado sus propios cuestionamientos sobre por qué se inició en la paternidad siendo tan joven y también se ha reprochado las prácticas que usó en la crianza cuando aprendía a ser papá.
“Fui más estricto, incluso, que sé yo, parte de la ignorancia, hasta maltratante, porque uno dice, ‘un correazo aquí, un correazo allá’; con Génesis nunca la he tocado, y esa es parte de la culpabilidad, cuando uno aprende que para corregir no hay que llegar a ese extremo”, confesó. “Yo he sido tremendo toda mi vida y he sido un niño muy inquieto, muy travieso, y mi papá, si el Departamento de la Familia hubiese estado como ahora, se lo hubiesen llevado, pero no lo culpo, porque es que yo era un ají. Probé correas, varitas de palo, a mí me dieron cocotazos, la famosa chancleta, y eso es parte de lo que uno aprende. Uno tiene que desaprender para volver a aprender y eso es parte de la madurez, pero sí ha habido una transformación de Normando primero a este de ahora”.
Génesis, de 14 años y fruto de su matrimonio con Glenda Berio, es la que hace con él lo que le da la gana. Esta entrevista se realizó el pasado lunes en la mañana y todavía ni él mismo se creía que le hubiera dado permiso para que asistiera al último concierto de Bad Bunny.
“Se fue con la hermana mayor y con otro primo, y dije, ‘Wow, como he cambiado’. Sí, Génesis hace conmigo lo que le da la gana, pero es una niña muy buena, muy disciplinada, es una viejita chiquita. Incluso, a los hermanos mayores ella es la que les dice cosas, y yo digo, ‘Ven acá, pero, ¿tú eres una niña o eres una enana, qué pasa?’”, compartió con el buen humor que lo caracteriza.
Normando proyecta ser muy familiar. Busca la manera de tener a los suyos siempre en la casa, así que cualquier ocasión es buena para él reunirlos y formar la fiesta y el jangueo desde su hogar, aunque algún vecino le llame la Policía. El pasado domingo le celebró el cumpleaños a la nieta en la casa y para este domingo, Día de los Padres, ya tiene los pinchos y los “refrescos para adultos” listos para volver a compartir un buen rato con su núcleo.
Son estos momentos familiares los que le permiten compensar las ausencias que tal vez tuvo en el pasado, aunque si algo procuró en la crianza de sus hijos, fue estar presente, aun cuando son frutos de relaciones distintas. Eso es parte de lo que les refuerza ahora, cuando los ve desarrollarse como padres, particularmente a los dos mayores, Normando y Axel.
“Yo quisiera que el matrimonio de mis hijos sea duradero y demás, pero si tienen algún reto en la vida, que no se divorcien de los hijos. Yo no lo hice. Yo mantuve con ellos ese contacto y eso es importante, porque la figura de la madre en la presencia de los hijos es extraordinaria, pero la de los padres también, porque hace falta para muchas cosas. Cuando son hijos varones, más todavía, así que estén presentes en su vida, que tengan mucha paciencia, obviamente, eso se tiene que cultivar, y que sean cariñosos con sus hijos. Yo soy besucón, me gusta abrazar, que ellos hagan eso mismo con los niños, que se sientan queridos, que se sientan amados”.
Yo trabajo mucho y esas ausencias, a mí me duelen. Ninguno de ellos ha querido ser periodista. No me lo dicen... Cuando (el huracán) María, estuve tres días fuera. Salgo de madrugada, llego de noche, y a veces pienso que el que ninguno haya querido ser periodista, (siendo) hijos de un periodista alegadamente exitoso, eso lo han meditado y ha influido en ellos”
-Normando Valentín, reportero ancla de "Noticentro"
Esa culpabilidad que aflora en él, no se refleja en la forma en que sus hijos se expresan y reaccionan. Mientras se realizaban las fotos que acompañan esta entrevista, surgió entre ellos un ambiente de familiaridad espontánea, como si lo que siguiera fuera otro festín en la casa de los Valentín-Berio.
Shailend lo reconoce como un papá presente, divertido. “Yo soy traviesita y él intenta enderezarme siempre”, dijo, mientras Génesis confirmaba las palabras de la hermana. “Es bien bueno, da buenos consejos y es bien chistoso. Yo veo a todos los papás de mis amigas y no son como papi”, comentó la adolescente de 14 años, que no puede dudar el parecido físico y de personalidad con el padre.
Yared, por su parte, lo describió como “una persona bien cálida y tierna y para mí eso es lo más lindo”.
Para el mayor de los hijos, su papá es “una persona presente, divertida, seria, responsable”, y es lo que le está legando a sus hijos. “Estar pendiente a ellos, ser responsable, proveer y dedicarle el tiempo que más pueda”, afirmó Normando Antonio.
El “abuelo joven y chulito” escuchó estas expresiones de amor y admiración sin decir palabras. Las lágrimas ahogándole los ojos hablaron por él.
Igualmente tuvo un momento en que esta escena familiar le recordó a su madre, Fermina Quintana, fallecida hace dos años. “Lo único que lamento es que mi mamá haya muerto hace poco y no se los haya podido disfrutar. Apenas ella conoció de meses a Amaia, pero me hubiese gustado que se pudiera disfrutar a esa otra prole”, manifestó.
La sonrisa volvía a iluminarle el rostro al describir a sus nietos.
“Amaia es bien despierta, bien inquieta, bien curiosa, pero aquí llega y hace lo que le da la gana. El otro bebé es más tranquilo. Normando todo lo mira, se le queda mirando a uno, pero empezó a caminar primera que Amaia y eso me está preocupando”, mencionó riendo. Al nieto menor, residente en Estados Unidos, ya lo cargó en sus brazos.
“¡Espectacular! Un gordito blanco, de ojos azules, su mamá es americano/italiana. Entonces me gusta la mezcla, porque mis nietos es lo que son los puertorriqueños: Amaia es prietita, india, bonita, y el más chiquito es una pelota blanca, de ojos claros, así que estoy feliz”.