Muere Scott Thorson, protagonista de un controversial romance con Liberace
La historia de su relación con el virtuoso pianista que terminó en los tribunales, inspiró el filme ‘Behind the Candelabra’.
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En el siglo XX hubo una historia de amor gay que estremeció la sociedad americana entre un joven y un excéntrico pianista que arrancaba pasiones por su particular forma de tocar el instrumento.
En 1982, los abogados de Scott Thorson, presentaron la primera demanda en la historia de la unión americana en la que un hombre pedía una pensión alimenticia a otro hombre después de su separación amorosa.
Thorson -fallecido el pasado 16 de agosto a los 65 años de edad- le reclamaba al virtuoso pianista Liberace, su amante, la suma de 113 millones de dólares.
Para esos años, en Estados Unidos la homofobia incitaba a un descrédito muy grande, que Liberace tuvo que enfrentar ya con menos fuerzas que cuando conoció años atrás a este jovencito de apenas 16 años (40 menos).
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De Thorson vuelve a saberse este lunes cuando TMZ y otros medios estadounidenses informaron sobre su fallecimiento en un centro de atención médica de Los Ángeles, donde había estado batallando con un cáncer y una afección cardíaca.
La de Thorson y Liberace es una relación tormentosa con grado de locura y grandiosidad anidada en las fantasías de Las Vegas.
Fue una noche de 1977, después de un show en Las Vegas cuando Liberace quedó eclipsado por la belleza de un adolescente que se acercó a saludarlo a su camerino.
Scott Thorson tenía entonces 16 años y venía de una vida desordenada entre orfanatos y hogares de acogida, y su sustento lo conseguía como ayudante de un veterinario.
Liberace, que tenía 27 perros a los que consideraba sus hijos, comenzó a llamar a Thorson para que los cuidase, publicó el portal Infoabe sobre ellos.
El excéntrico artista contrató a Scott para otras tareas, entre ellas que ejerciera de su chofer personal. En poco tiempo eran amantes, extendiéndose el affaire por cinco años.
La película “Behind the Candelabra” (2013), interpretada por Michael Douglas y Matt Damon, y dirigida por Steven Soderbergh, narra parte de esta historia de amor y desequilibrios.
Según Scott, Liberace era muy generoso, pero también tremendamente posesivo.
Incluso, confesó que su amante era capaz de hacer casi cualquier cosa por tenerle contento, lo que incluyó someterse a una operación de cirugía plástica a los veinte años para que su rostro se pareciese al que Liberace lucía de joven. Y de esa manera su argumento de que lo adoptaría como su hijo tomaría más credibilidad ante la sociedad.
La adicción a las drogas de Scott y el comportamiento promiscuo del pianista terminaron por dar al traste con la relación. El asunto acabó en los tribunales con la demanda por $113 millones.
“Ambos llegaron finalmente a un acuerdo extrajudicial —gracias al cual Scott recibió, entre otras cosas, 95 mil dólares en efectivo, dos perros y un Rolls-Royce de 1960—, y el joven llegó a reconciliarse con su ex, incluso llegó a a visitarle, poco antes de que el adinerado artista falleciese, en su casa de Palm Springs (California), en febrero de 1987″, publicó el portal Theobjective.com en 2021.
En 1988 Scott dio a conocer todos los detalles de su romance con Liberace en sus memorias, “Behind the Candelabra”.
Władziu Valentino Liberace, verdadero nombre del pianista, saltó a la popularidad luego de cerrar un concierto clásico con cuatro versiones del tradicional tema infantil “Three Little Fishies”, a la manera de Liszt, Chopin, Mozart y Strauss.
El público masivo amó inmediatamente aquel estilo que él mismo definiría como “interpretar música clásica eliminando las partes aburridas”, reseñó Infobae.
Luego agregó: “En efecto, en un despliegue de virtuosismo muy alejado de la academia, tocaba piezas a velocidades vertiginosas –llegaba a pulsar las teclas hasta un récord de seis mil veces por minuto–, lo que generaba fascinación en su audiencia, pero le valía al mismo tiempo críticas demoledoras de los eruditos, como ocurrió después de que llenó el Madison Square Garden, en 1954.
Se le conoció por su eterno candelabro sobre sus pianos de cola Baldwin siempre intervenidos con cristales y espejos, sus trajes de lentejuelas o lucecitas que iluminaban el escenario en la oscuridad y sus imponentes tapados de piel.