No hubo cambio en la alimentación ni régimen de ejercicios que sacudiera tanto la salud emocional de Jorge Pabón “El Molusco” como fue escuchar un diagnóstico de apnea del sueño combinado con unos niveles de azúcar altísimos.

“Es ahora o nunca”, dijo para seguido encaminarse a tomar una decisión radical.

Estalló la pandemia con toda la incertidumbre que acarreó, la ansiedad del encierro y él se refugió en la comida. Llegó a pesar 290 libras.

“Yo no fumo, no soy alcohólico, yo soy comelón”, reconoció. “Estaba en casa todo el día, trabajando, tenía el estudio en mi casa, me metía en la cocina y era a comer. Intentaba hacer ejercicios en mi casa, lo provoqué varias veces, solo, pero como que no era lo mismo”, contó el locutor, productor e influencer, de 41 años.

Peor que contener el deseo de comer en grande, era lidiar con sus pensamientos, porque desde que fue un adolescente, él se reconoce batallando con el sobrepeso.

“Yo no dejo de pensar como un gordo. Fracasé una vez más, como llevo fracasando en mi peso desde que tengo 19 o 20 años. Toda la vida ha sido un problema para mí. Tú me ves lo más seguro contento y que te pueda fingir en cámara que no me importa, pero yo sé que el peso no trae una buena salud”, afirmó.

“A los veintipico lo puedes llevar porque eres joven y la juventud como que te hace coro y es tu aliada, pero no voy para joven, yo voy para viejo. Tengo 41 años y si no hago los ajustes hoy, que tengo energías, que tengo las ganas, que todavía tengo fuerzas para trabajar, que tengo mucho trabajo y todos los días me aparecen un montón de oportunidades, si no lo acompaño con salud, ¿para qué trabajo? Trabajar, trabajar, trabajar y mañana qué, ¿morirme de algo o que me hospitalicen por una condición que me provocó la misma obesidad?”.

El pasado 12 de mayo se sometió a una operación bariátrica. Fue una determinación que vino acompañada de frustraciones y preocupaciones genuinas por su salud tras descubrir que estaba padeciendo de apnea del sueño y sus niveles de azúcar se habían volado. Lo supo mientras se realizaba los exámenes médicos de rigor previos a la intervención.

“Eso fue el jaque mate porque la apnea del sueño la provoqué yo con la obesidad, haciendo lo que me da la gana con la comida, mala alimentación y dije, ‘Dormir con una máquina realmente me resulta algo frustrante’, y me molesté conmigo”, compartió. “Yo duermo con una máquina todas las noches. Y lo que hice fue que la alquilé, porque el doctor me dijo, ‘Alquílala, porque si vas a rebajar, hay un porcentaje enorme de que se te vaya la apnea del sueño y te la tenga que quitar’”.

Típicamente las interrupciones en la respiración mientras se duerme pueden darse por cuatro a cinco segundos, y en el caso de él, según indicó, en una hora dejó de respirar 27 veces. “En una de las veces, estuve 73 segundos sin respirar. Yo dije no, no, no, qué estoy haciendo con mi vida, y eso me movió a hacer el cambio radical”.

Se operó en el Hospital de la Universidad de Puerto Rico Dr. Federico Trilla, acreditado en el 2018 como Centro de Excelencia en Cirugía Bariátrica por el Surgical Review Corporation (SRC). Fue un proceso que inició semanas antes de la operación, cuando debió rebajar entre 15 a 20 libras. Luego, hizo una dieta básicamente de líquidos por 10 a 15 días.

“Con esa dieta líquida es bien complicado, porque tienes el estómago gigante y es puro líquido nada más, y ahí tu te sientes débil, y con todo y eso me mantuve trabajando, adelantando trabajo, haciendo entrevistas para mantener el canal de YouTube, que siguiera corriendo, hasta el último día. Estaba con el set ready para empezar a grabar, y le dije a todo el mundo, ‘Apaguen que nos vamos’. No me siento bien. Me opero mañana”.

Una vez en el área de recovery, además del dolor físico normal, tenía el pensamiento fijado en unos pollos empanados. “Y yo decía, ‘Pero por qué estoy pensando en pollitos empanados si me acaban de operar’”, recordó con el humor que le caracteriza.

“Yo sé que el doctor me enseñó la foto de mi estómago y era una cosa así de grande (lo recrea con las manos), lo llenó de aire para que pudiera ver la cantidad de comida que podía entrar en ese estómago y era una barbaridad. No había manera de llenarme. Yo puedo rebajar, pero el estómago va a estar ahí gigante porque yo mismo lo estiré”.

Dice que estar encerrado en la casa, trabajando, durante la pandemia, lo llevó a desahogar la ansiedad con la comida.
Dice que estar encerrado en la casa, trabajando, durante la pandemia, lo llevó a desahogar la ansiedad con la comida. (VANESSA SERRA DIAZ)

Le está gustando cómo se ve

Hasta ayer había rebajado 37 libras en un periodo de cerca de un mes. Come por porciones -al momento de esta entrevista había desayunado tres onzas de avena-, mayormente majados de viandas, y los alterna con una gelatina de proteínas como suplemento nutritivo.

“Es como si me hubieran cortado el cable del hambre, y cuando me da hambre es una cosa bien leve, y me doy tres bocados de algo que estoy comiendo y ya estoy lleno, es una maravilla. Claro, yo no dejo de pensar como gordo y ahí es que está terrible”. Se está exponiendo a comer junto a su núcleo familiar y amistades para acostumbrarse a su nueva forma de alimentación, además de recibir apoyo psicológico.

Parte de su plan post operatorio es reducir el consumo de carnes, ingerir otras proteínas y hacer ejercicios continuamente, para lo que está habilitando un gimnasio en su casa. “Estoy haciendo el sacrificio ahí, porque quiero tener las comodidades que necesito. No hay excusa”, puntualizó.

La meta para el final de este año e inicio del 2022 es fluctuar entre las 190 y 200 libras.

Jorge Pabón no ha hecho carrera a partir de su imagen, aunque ha sabido sacarle partido al sobrepeso como cuando llamó un programa de radio “El Goldo y la Pelúa”. No es por su peso que se ha mantenido por cerca de 25 años en los medios de comunicación, sino por su estilo arrojado u ordinario para algunos.

“Yo vendo contenido, yo no te vendo imagen, pero tampoco te puedo negar que cuando uno empieza a bajar de peso, que se empieza a ver mejor, uno dice, ‘Coño, me estoy viendo bien’, es una realidad”.

Volvió a dejarse la barba y a vestir la ropa que antes no le cerraba. Es, precisamente, poder usar la ropa que le gusta, lo más que le “pompea” en esta etapa, sobre todo porque la sobreexposición que tiene entre la radio y plataformas sociales le crea cierta presión en términos de la imagen.

“El hecho de que no pudiera verme como mis amigos, o como la gente que entrevisto, era como que ‘Diablo’, pero me refugiaba en mi personalidad, me vacilaba yo mismo y sobrevivía”, expresó.

En la actualidad, sus prioridades son dos: llegar a un peso saludable -luego consideraría una cirugía estética, si se ve “derretido”-, y posicionar el canal Molusco TV como una marca. Al margen de eso, también quiere levantar una compañía de cine, regresar al teatro y trabajar lo necesario para asegurar un retiro bien acomodado.

“He estado expuesto a tantos momentos difíciles dentro de mi carrera, momentos que incluso pensé que no me iba a recuperar, boicots... y todo el mundo sabe a lo que he estado expuesto, pero mi mayor fracaso ha sido mi peso, y es realmente a lo que le quiero meter ahora”.