Lajas. “Hay que confiar en uno. Creo que los sueños se pueden hacer realidad si uno lucha por ellos”. 

Así ve la vida Miriam Ramírez, una madre, agricultora, empresaria, escritora y exreportera de televisión. 

En la memoria de muchos queda el recuerdo de la mujer que por años informó sobre el acontecer noticioso del País a través de la pantalla chica, abrazada de su hija frente al féretro de su esposo, Jesús Fernando Quiñones, asesinado en el 2010 mientras piloteaba un helicóptero en Río Piedras. 

Aquellas imágenes de dolor y coraje impactaron y conmovieron al País. Miriam y su esposo se habían trazado metas, habían soñado y tenían una hija de apenas tres años, Fabiola Fernanda. En aquel momento parecía que todas esas metas y sueños iban a quedar inconclusos tras la abrupta partida de Jesús Fernando de este plano. Pero no fue así.

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Miriam lloró y sufrió, pero se levantó de esa tristeza por su hija. Vivió su proceso de duelo y sacó fuerzas para cumplir con los proyectos pendientes. 

“Era el team, fueron momentos bien difíciles porque ya esa otra parte no estaba como compañero, como profesional. Pero con la confianza que yo tengo siempre en mi misma, me dije, mi conciencia está tranquila, él fue feliz, estaba haciendo cosas para el bien de la misma gente, qué irónico, él estaba sumamente feliz. Fue buen camarógrafo, buen director de fotografía, y viajó; como piloto él dio muchísimos viajes y disfrutó bastante. Pegándome por ese lado, y pegándome porque tenía una hija que alimentar, decidí parar de sufrir y seguir hacia adelante. A él no me lo iba a revivir nadie y eso es lo que hubiese querido él, que yo siguiera hacia adelante y se lo he demostrado”, detalló con las lágrimas asomadas a sus ojos. “Yo fui muy feliz gracias a Dios con él”, acotó.

Su día a día

Con las mangas enrolladas, un mahón azul, unas largas botas negras de goma y a bordo de un tractor militar, Miriam nos recibió en la finca Los Sueños Farm, en Lajas, la que adquirió junto a su esposo en el 2004. Allí vende heno, específicamente el pajón y la pangola, huevos orgánicos y limones.

La jornada laboral de esta empresaria inicia a las 5:00 de la madrugada, cuando se levanta a preparar a sus hijos para llevarlos a la escuela en Yauco. Al regresar a la finca comienza a laborar para obtener el sustento de su familia.

Primero alimenta a las gallinas ponedoras, que según explicó, están criadas “sin stress”, son alimentadas saludablemente y cuando se enferman son curadas con remedios naturales. Los huevos que producen esas gallinas son orgánicos y son vendidos con un distintivo especial de la finca: una carita alegre dibujada en el cascarón. De ahí el nombre “Huevos Felices”.

“A mí me gusta lo que hago, se hacerlo gracias a Dios y aprendo todos los días”, comentó mientras manejaba el enorme guía del tractor y la brisa con olor a heno se hacía sentir.

Ya a eso de las 9:00 de la mañana se reportan a la finca sus empleados, quienes de inmediato se organizan y comienzan a trabajar la tierra y hasta a atender a los otros animales que hay en la finca, entre ellos, una yegua y dos vacas.

“Tengo unos empleados muy buenos que son mis extensiones, ellos me dicen: ‘tú eres el cerebro y nosotros somos tus manos’. Uno sin el otro no funciona, somos un gran equipo gracias a Dios y son personas que yo me llevo súper bien con toda su familia, que eso es importantísimo, la confianza”, explicó mientras maniobraba con el tractor para sacarle el aire a los frenos.

La habilidad que tiene para manejar equipos pesados, asegura que la adquirió de su padre. “Mi papá era camionero, yo sabía lo que era engrasar camiones, guiarlos, yo le enseñé a mi esposo a hacer todo eso, luego él hasta me superó, porque la práctica hace la perfección”, recordó entre risas. 

Ciertamente, Miriam disfruta su trabajo y a pesar de los años que lleva manejando la finca, aún observa con fascinación cada etapa del proceso. Para ella es un encanto ver como al prender el tractor comienzan a llegar las garzas a su finca. Es como una alarma que les avisa que llegó la hora de comer. Cuando comienza la máquina a cortar y empacar el heno, ellas se alinean detrás de este equipo pesado para alimentarse de todos los insectos que quedan expuestos, cuando se levanta el heno de la tierra.

El trabajo en la finca no solo significa el medio de sustento para su familia, ella lo disfruta porque ama la tierra.

“La tierra nos da a nosotros y yo le doy a ella. La tierra me da a mí y yo trato de recompensarla”, detalló quien recientemente se estrena como escritora.

Proyecto de vida 

Fabiola Fernanda, de 10 años y Marcos, de cinco, gozan con los animales de la finca y siempre están dispuestos a colaborar con su mamá en los quehaceres en Los Sueños Farm. 

“La nena es loca con las gallinas, se pone a jugar. Esa integración los sensibiliza un poquito más, porque están pendientes de que todo lo que ellos vean en el supermercado o afuera, le costo trabajo a alguien, a un agricultor. Ellos están conscientes de que eso no vino caído del cielo, de que hay que trabajarlo, que hay que cuidarlos (los animales) para que ellos produzcan”, detalló.

Fabiola Fernanda ayuda a recolectar los huevos felices, mientras Marcos asegura, al ritmo del vaivén del columpio, que él le echa “agua a los animalitos, ayudo a mi mamá y a mis amigos”.

Sueño hecho realidad

Precisamente, Marcos es otro sueño realizado de Miriam y un ejemplo de la gallardía de esta mujer para cumplir cada meta trazada. “Yo realmente estaba buscando (un segundo hijo) con Fernando pero se nos acabó el tiempo obviamente”. Por tal razón, “busqué un donante” y se sometió a una inseminación artificial. Marcos llegó para complementar la vida de ella y de Fabiola Fernanda.

Miriam agradece a sus suegros toda la ayuda que le dan. De hecho, estos abuelos buscan los niños a la escuela y los ayudan con las tareas mientras su mamá culmina el trabajo en la finca. “La mamá de Fernando y el papá son una maravilla, me ayudan muchísimo. En todo lo que se pueda ellos dicen presente”, detalló esta mujer que está dispuesta a darse otra oportunidad en el amor. 

“Yo no me arrepiento de nada que haya hecho en mi vida, estoy complacida con ella”, aseguró. 

Los limites no existen para ella. Una meta trazada, es una meta que hay que cumplir. Sin embargo, asegura que muchas cosas en su vida han cambiado y hasta ha dejado a un lado los deportes extremos que tanto disfrutaba. “Desde que murió Fernando específicamente, lo único que ellos tienen es a mami, así que mi vida me la cuido mucho más porque si yo no estoy, imagínate, no va a ser lo mismo para ellos. De cada rato la nena me pregunta: ‘mami, ¿y si tú no estás?’, se asusta, yo le digo: ‘mami, mami nunca te va a faltar’”, explicó. 

Miriam asegura que a pesar de la fortaleza que tiene, a veces vienen momentos de tristeza. “Hasta el hierro se derrite con fuego. Créeme que he tenido mis momentos, a cada rato, mis momentos de coraje, de frustración, pero yo miro a los ojitos de mis hijos y digo: ‘no, aquí en esta casa no se dice no se puede’. Trato de no rendirme. Voy a mi ante todas las cosas, si algo se atora siempre se me para un angelito al lado que me da la mano. Con esa fe en mi espíritu es que no me rindo”, expresó junto a un cuadro de Don Quijote que cuelga en la sala de su hogar.

Recientemente Miriam se estrenó como escritora con la publicación del libro: ¿Qué rayos voy a hacer con mi vida?