Marian Pabón le ganó más a la enfermedad que lo que le quitó
Confiesa que no sabe cómo hubiera superado la enfermedad sin el apoyo de muchas personas conocidas y desconocidas, pero en especial de su hija, su compañero y su perro.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 meses.
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She’s back. Sí, Marian Pabón está de vuelta. Hizo una pausa obligatoria para atender la crisis de salud que representa enfermar de cáncer, pero ya regresó. Lo más duro pasó y ahora comienza a retomar su vida con la energía y el buen humor que la define.
También con una nueva forma de abrazar la vida. Así como quedó atrás el cáncer de seno (Her2K) que le fue diagnosticado hace casi un año, igualmente quedaron lejos algunos de los síntomas post quimioterapias y las presiones por el físico o la edad. Lo único importante es continuar saludable para disfrutar de sí misma, de su familia, de sus amistades y del amor de un público que la sobrecoge porque llegó a creer que pocos la querían. Se equivocó.
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“Tener salud para compartir con mis seres amados, eso es lo más importante en mi vida, más que el trabajo, más que el físico, más que todo”, puntualizó. “Soy una persona que siempre he sido bien chavona con mi cuerpo, muy crítica, de hacer mucho ejercicio, de que no puedo engordar; el miedo que le da a uno de que los años pasan y que no te llamen más en televisión y no puedas seguir trabajando, porque desgraciadamente era lo que estaba pasando... He rebajado muchísimo, he bajado 25 libras, me siento arrugá en partes que no tenía arrugas, pero estoy viva y me miro en un espejo y tengo a mi hija (Ivana) y tengo a mi compañero (Ronald Borrás), tengo a mi hermana, mi hermano, mi familia, mis primas, mis amigos, y para mí eso vale más que lo que yo me vea”.
La actriz, de 66 años, completó el ciclo de las quimioterapias, se realizó una mastectomía radical, que tuvo unas complicaciones que superó, y ahora cumple con las inmonoterapias. Lo hace a la vez que ha vuelto a trabajar, aunque a otro ritmo.
“Estoy bien, estoy positiva, con energía y con ganas de empezar a normalizar mi vida nuevamente, poco a poco. No me puedo esmandar, porque soy de las que me esmando y después tengo que echar para atrás, pero estoy bien”, afirmó, ahora con sus cabellos blancos, tan naturales como su sonrisa. “Me quedan 11 inmunoterapias, que son para subir la inmunidad y para seguir atacando y no quede nada y combatir completamente todo. Ya me di dos de ellas, me quedan nueve. Todavía estoy en tratamiento, pero estoy cancer free, eso sí lo puedo decir, porque eso me lo dijo el oncólogo”.
Cuando la artista escuchó la confirmación de que tenía cáncer, no lloró tanto como cuando le ordenaron hacerse una biopsia, porque en ese momento surgió la sospecha de que podía tener la enfermedad. “Yo lloré todo lo que iba a llorar”, recordó. Inmediatamente quiso saber qué tenía que hacer para matar al “desgraciao’” que le invadió el seno izquierdo.
Nunca temió perder la vida. Su pensamiento se mantuvo en que se iba a curar. Afortunadamente, no se equivocó.
“Esto no me va a matar a mí, desde un principio lo dije. Yo no voy a permitir que esto acabe conmigo y a veces uno se asusta, no lo voy a negar. Y si esto me vuelve (pienso), pero es como cambiar el canal. Yo cambio el canal”.
Mientras transcurrían los procedimientos quirúrgicos y continúa en su tratamiento, la enfermedad la sigue sacudiendo.
Le cuesta un poco apalabrar la nueva forma de vivir que comienza a adoptar y que, de alguna manera, se la regaló el cáncer. “Dentro de todo me pongo a pensar en cosas que hice antes de este proceso, que siento que no debí haber hecho. No creo que soy una mala persona ni le hago daño a nadie a propósito, pero quizás son cosas que puedo evitar hacer en un futuro, que sé que me pueden hacer una mejor persona”, y eso incluye algo que consciente o inconscientemente hace y es ayudar a otras personas que enfrentan situaciones similares.
Estoy agradecida de la gente, no sabía que la gente me quería tanto. Para mí ha sido un despertar bien grande el amor que el público ha tenido conmigo, en Puerto Rico y fuera. Creo que me ha ayudado a ser una mejor persona, a tener mucha fe en Dios, que siempre la he tenido, y eso me ha ayudado a abrirme más, a creer más y a tener más fe”
-Marian Pabón, actriz
La fortaleza física y emocional que refleja es asombrosa. Habla de momentos durante la enfermedad como quien ya lo superó. Y no porque haya sido fácil. Su padecimiento de gastritis, por ejemplo, aumentó severamente, y todavía no le coge el gusto a la comida.
Pero de todo lo que ya pasó, hay un momento en particular que quiere borrar. Fue la única vez que temió por su vida y ya el cáncer había sido removido de su cuerpo.
“Después que me dio una bacteria y me limpiaron en el seno izquierdo, tuvieron que volver a hacer una tercera cirugía. El doctor me abrió una tercera vez, la sangre se coaguló y cuando salí de esa cirugía, pensé que me estaba muriendo”, contó, todavía con cierto temor en la mirada. “Se me alojó un poco de agua en el pulmón, me subió la presión y no podía respirar y estaba tosiendo y en ese momento pensaba que me estaba muriendo. Tenía a los médicos allí, todo el mundo estaba pendiente y me dieron enseguida oxígeno, pero fue un momento que me dio mucho miedo pensar -y me da sentimiento cuando lo digo- en no volver a ver a mis seres queridos y que me fuera a morir allí. No ver a mi hija, ni ver a mi hermana, ni ver a Ronald, ni a mis queridos amigos que tengo, y en ese momento fue, ‘Diablo, el cáncer no me va a matar, ni me mató, pero no sé si esto que me está dando va a acabar conmigo’. Eso quisiera borrarlo”.
“Ha sido una maravilla”
El día que Marian Pabón recibió su primera quimioterapia cumplía un mes de relación amorosa con el diseñador de luces, Ronald Borrás. Se conocían por más de una década, pero cada uno estaba comprometido en otras relaciones. La vida los juntó de otra manera casi simultáneamente con la aparición de la enfermedad.
“Ese día le dije, ‘Estos son seis meses de quimio, así que desaparécete por seis meses. Cuando yo acabe esto, entonces nos juntamos a ver si quieres seguir, porque no creo que es justo que estés entrando en una relación -somos amigos y como amigo puedes estar-, pero que estés entrando en una relación donde la cosa es tan complicada’. Y su contestación fue, ¿Pero para dónde me voy a ir? Y ha sido mi mano derecha. No lo hubiera podido lograr sin él y sin mi hija, porque Ivana ha estado ahí para mí, una cosa bien fuerte, y mi hermana también, pero Ronald ha estado 24 horas ahí, y cuando está trabajando me está llamando 24 veces al día”.
Todo el mundo dice, ‘Dios te lo puso ahí', yo pienso que sí, que llegó en el momento menos esperado. Una relación de amistad de muchos años, cayó ahí y ha sido mi mano derecha en todo. La confianza que tengo es como si hubiera estado con alguien por veintipico de años”
-Marian Pabón, artista
El apoyo que recibe de su compañero ha sido fundamental para manejar los cambios físicos y emocionales que conlleva la enfermedad.
“El verte así de esa manera, que te quiten todo, con los moretones, con las cicatrices, una persona con la que estás dentro de una relación de pareja, y que me mire en un espejo y me sienta como un espanto y lo único que él me diga sea, ‘Qué linda tú eres’, pues entonces el agradecimiento y amor que uno pueda sentir por esa persona, es grande”.
Ese amor es distinto al que comparte con su perro Rocket Raccoon, a quien nombra un “ingrato”, porque también ha caído rendido ante su compañero.
Marian Pabón comenzó a escribir de esta experiencia, porque si algo le ha servido en su vida es el humor. No le quitará seriedad ni emoción a lo vivido, pero sí compartirá mucho de lo que pasó a partir del género del stand up comedy. El nombre del show aún no lo tiene definido, pero adelantó que será en septiembre.
Mientras tanto, trabaja en otros proyectos artísticos y aprovecha cada oportunidad para agradecer el amor y las bendiciones que recibe de la gente, desde los que se le cruzan en la calle, el trabajo o en las redes sociales, hasta sus médicos, la mayoría jóvenes, a quienes les agradece sus atenciones y el servicio que brindan al país.
“He tenido la suerte de que esta enfermedad me ha permitido conocer a toda esa gente y guardarlos en mi corazón y llevarlos con un amor y un cariño porque me han tratado con un amor tan grande. La gente quiere ayudar al prójimo, esa es una realidad. Eso es lo que me llevo”.