El actor Luis Raúl fue el maestro del stand-up comedy. Él se ganó este título por su trabajo constante en esta disciplina artística, que le permitió tender un puente que lo acercó al público puertorriqueño.

Luis Raúl no se sentaba al lado del teléfono a esperar que algún productor lo llamara para montar un espectáculo. Todo lo contrario, por décadas, él generó su taller en un campo poco explorado por los artistas locales, el stand-up comedy.

Su exitoso desempeño en eventos como A cuero pela’o, ¡Qué clase ‘e lengua!, La cosa está pelúa 3D, El bello y la bestia, Sóplame lo que me queda y Me pasaron por la piedra lo posicionaron como el líder en este género.

La dedicación de Luis Raúl preparó el terreno que hoy toma una nueva generación de actores como Mikephillippe Oliveros, Roy Sánchez-Vahamonde, Esteban Ruiz, Carlos Ambert y Chente Ydrach.

Oliveros y Sánchez describieron como una “hazaña” labrar una carrera apoyada principalmente en el desarrollo de espectáculos de stand-up comedy. Ambos reconocieron que el compromiso, el profesionalismo y el empeño redundaron en lo que el fenecido comediante logró, pero ante todo, coincidieron con que se nace con una chispa especial.

Luis Raúl Martínez, de 51 años, falleció ayer, domingo, como consecuencia de una pulmonía doble tras estar recluido más de dos semanas en un hospital de San Juan.

Retrato del boricua

“Su trabajo nos influyó como grupo. Siempre fue un guía en ese sentido. Era la referencia aquí porque era el único que regularmente hacía stand-up comedy. Él tenía las herramientas perfectas como actor para caracterizar múltiples personajes. Era bien físico y muy observador. Tenía la maleta llena de herramientas. Todo el mundo lo amaba porque retrataba la cotidianidad boricua. Con su comedia, él fotografiaba a la gente”, expresó Sánchez, quien pertenece, junto con Oliveros, al colectivo Teatro Breve, además de desarrollar una carrera en el stand-up comedy.

Esa ventaja histriónica de Luis Raúl lo colocó en un lugar especial del pueblo, añadió Oliveros. “Hemos visto que es como una terapia. El comediante tiene la oportunidad de ser espontáneo. Es un puente importante con el público, que no se crea con el lenguaje de una obra tradicional. En un stand-up comedy estás como en la sala de tu casa con un pana. Poder tener una carrera a ese nivel es una hazaña. Hacer un Choliseo con el respaldo del público, lograr ese vínculo con la audiencia, es otra hazaña”, añadió Oliveros al referirse al show ¡Qué ojones!, con el que Luis Raúl demostró que este género se puede llevar al Coliseo de Puerto Rico, sin limitarlo a salas más pequeñas.

Dio los primeros pasos

Recientemente, el productor Luisito Vigoreaux nombró pionero al comediante con esta presentación. “Luis Raúl empezó con su stand-up comedy. Con ese show se demostró que ese espacio también sirve para funciones teatrales. Esto dio paso también a (Jerry) Seinfeld”, dijo.

Oliveros y Sánchez destacaron la habilidad del ponceño para ofrecer una propuesta fresca en la que reflejaba, con su acostumbrado tono chistoso, frustraciones, situaciones del país y vivencias con las que la mayoría se identificaba.

“Lo más importante es mantener fresco el material. En ese sentido, Luis Raúl se mantuvo consistente con un espectáculo diferente y se movía por un circuito regional sin enfocarse en San Juan”, comentó el libretista y director Oliveros sobre las presentaciones por distintos lugares, como el café-teatro El Josco, donde Luis Raúl tuvo extensas temporadas.

Añadió que los comediantes se diferencian de los verdaderos comediantes cuando logran que el público haga referencia a un chiste que formó parte del espectáculo, a pesar del paso del tiempo. Luis Raúl era uno de esos.

El último espectáculo masivo de Luis Raúl en este tono fue Pa’ la porra el 2013. El creador de “Tito Párpados”, “El Bebé” y “Junito Puppy Love” se desempeñó en el teatro con obras como Los títeres de Cachiporra y Pinocho, además de que conquistó al público con programas como En casa con Luis Raúl, ¿Qué es lo que pasa aquí? ...¡ah! y Anda pa’l cará.

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